viernes , 17 mayo 2024
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De noticias falsas

Análisis y razón

Antonio Salgado Borge (*)

Los yucatecos debemos empezar a familiarizarnos con el término “fake news” —en español, noticias falsas—.

Si bien este fenómeno no es nuevo, con las elecciones a la vuelta de la esquina es previsible que la cantidad e intensidad de “fake news” se incremente y que nuestras redes sociales pronto estén pobladas de contenidos chatarra.

Para ver el alcance de sus efectos, empecemos desambiguando este término. El concepto “fake news” es significativo en al menos en dos sentidos. El primero es (a) la fabricación o difusión de contenidos chatarra que luego son circulados en redes sociales y medios de comunicación chatarra en calidad de “noticias” —desde luego, chatarra—. Un ejemplo reciente de (a) es un vídeo, compartido por Felipe Calderón en Twitter, que muestra a una mujer, supuestamente venezolana, hablando de las masacres y la brutalidad del dictador bananero Nicolás Maduro. El pretexto: advertir a los mexicanos de los peligros que implicaría votar por Andrés Manuel López Obrador. Sin mayor justificación o argumentación, el expresidente compartió ese vídeo presentando su contenido como un hecho: “¡Por favor México, despierta, despierta c..!” “No sean ingenuos”. Impactante vídeo de una venezolana que votó por Chávez…”, escribió Calderón en Twitter.

Razones para cuestionar a AMLO sobran —ya habrá tiempo de hacer un análisis dedicado al precandidato de Morena—. Sin embargo, una evaluación crítica requiere de cadenas de argumentos válidos y sólidos; por ende, las declaraciones sentimentaloides salidas de la nada y compartidas por un enemigo del individuo criticado no pueden abonar a este proceso. En este sentido, el lector crítico probablemente ya se esté haciendo las preguntas necesarias; por ejemplo: ¿Es un vídeo genuino, o se trata de una fabricación patrocinada desde México? o, en caso de que el vídeo sea genuino, ¿tiene la mujer que en éste aparece información privilegiada o conocimientos de tal nivel del contexto mexicano y, en particular, del candidato de Morena como para justificar su inferencia? ¿El ser venezolana le confiere automáticamente de la capacidad de diagnosticar, sin evidencias o datos duros, a un exgobernador mexicano cuya trayectoria política ha sido seguida y analizada de cerca por expertos desde hace décadas?

El segundo sentido del término “fake news” es (b) la descalificación de noticias que corresponden con la realidad al catalogarlas como “fake news” sin ninguna evidencia que sustente esta descalificación; es decir, el rechazo unidireccional, sin argumento o algún tipo de sustento. Esto es lo que hace Donald Trump todos los días con medios como “The New York Times” o “CNN”. Es previsible que los partidos mexicanos adopten esta estrategia durante las elecciones de 2018. Así, el PRI, para tomar el ejemplo planteado el domingo pasado en Diario de Yucatán por Jorge Zepeda Patterson, ya se hizo de los servicios de Javier Lozano, un político golpeador y provocador profesional que emulará la “artes” trumpistas.

Ante este reto, una tentación muy presente es apostar por soluciones inmediatas pero que contribuyen en poco o nada a solucionar el problema de fondo. Ejemplo de ello son las organizaciones dedicadas a identificar las “fake news”. La idea es que el público puede confiar en que un puñado de individuos separará por ellos los contenidos chatarras de aquellos que corresponden con la verdad. Pero este formato presenta al menos tres problemas. El primero (1) es la naturaleza y alcance de estas organizaciones. Los “cazadores de fake news” tienen un alcance limitado porque (1.1) solo atienden al sentido del término (a) mencionado arriba, dejando el sentido (b) de lado. Es difícil pensar que todos los cazadores de “fake news” podrán tener la misma relevancia social. Una cosa es (1.2) aclarar al público que “noticias” triviales, como “Perro rescata a bebé con ayuda de una patineta” no corresponde con ningún hecho, y una cosa muy distinta es (1.3) el análisis y estudio de casos políticos basados en evidencias. (1.3) claramente tiene una función social relevante. En este sentido, la tarea de medios como “Animal Político” es destacable y muy importante.

Pero nuestro segundo problema (2) surge cuando consideramos que no hay organizaciones suficientes para evaluar todas y cada una de las noticias; es decir, que en algún punto éstas se ven obligadas a seleccionar qué “noticias” evaluarán. En este sentido, incluso las organizaciones genuinamente bien intencionadas y confiables se ven obligadas a seleccionar qué noticias dictaminarán, por lo que un primer riesgo que tenemos que aceptar es (2.1) la posibilidad de sesgos implícitos. Pero esto no es todo, la idea de confiar en una organización o persona para mostrarnos la verdad es cuestionable. En este escenario, es concebible que (2.2) la multiplicación de los “caza fake news” patrocinados por los mismos creadores de las “fake news”. ¿Qué haremos cuando dos organizaciones dedicadas a dictaminar noticias nos ofrezcan resultados contradictorios? Siguiendo la misma lógica, entonces tendremos que acudir a organizaciones que dictaminen si las organizaciones dictaminando las “fake news” son verdaderas o no. Es fácil ver que esta cadena puede extenderse infinitamente.

Pero el problema de fondo implicado en los “caza fake news” como solución al problema de las “noticias falsas” es que (3) esta figura implica, de suyo, una renuncia al ejercicio de nuestra capacidad de análisis y al ejercicio de nuestra razón —entendida como la construcción de cadenas de argumentos válidos y sólidos—. Son estas capacidades las que nos permitirían como lectores distinguir y separar lo concebible de lo inconcebible, lo posible de lo imposible y ligar la concebibilidad a la posibilidad. Estas capacidades también nos permiten implementar filtros, como la noción de verdad como correspondencia y verdad como coherencia.

Por ejemplo, uno siempre puede evaluar si la información está bien documentada, si tiene sentido dados una serie de precedentes o el historial del medio que la pública.

Minimizar los efectos de las “fake news” no es tarea fácil. Parte de la solución pasa por un cambio radical en el esquema de incentivos comerciales y políticos que el actual formato de redes sociales permite. Sin embargo, un cambio de esa naturaleza, aunque necesario, es insuficiente a largo plazo. La actual crisis nos tendría que servir como recordatorio de la importancia de una tarea olvidada lo mismo por gobiernos que por instituciones educativas privadas.

Nuestra concepción de la educación como formación especializada enfocada en el éxito laboral o económico muestra una renuncia a la necesidad de cultivar, enseñar, defender y potenciar lo mejor de nuestro pensamiento a través de la educación integral. Así, tenemos casos como el del doctor Ben Carson, uno de los más reconocidos neurocirujanos del mundo —quien fue también precandidato republicano a la presidencia—. El doctor Carson sostiene sandeces como que “las pirámides de Egipto fueron construidas por José como graneros” o que “Hitler no hubiera logrado su meta si más personas hubieran portado armas en aquel momento”.

En este sentido, la reacción tendría seguir una estrategia doble: (1) el rescate de cursos que no son “útiles” para el ejercicio profesional son fundamentales para el desarrollo de las capacidades que fenómenos de nuestro tiempo, como las “fake news”, nos han llevado a valorar. Y (2) la creación y subsidio a más programas enfocados en las humanidades. Finalmente, son los egresados de estos programas los encargados de estudiar el pensamiento humano y los futuros profesores que las secundarias, preparatorias y universidades interesadas en la formación de seres humanos críticos y reflexivos necesitan.

Excurso

Este año, dos instituciones de la más alta calidad ofrecerán en Mérida dos programas que representan una magnífica posibilidad para todos los interesados en entender las ideas y el pensamiento humano: la maestría “Pensamiento Filosófico y Ético” de la Universidad Marista de Mérida y el diplomado “Historia de las Ideas” del Cephcis UNAM —los programas pueden ser consultados en sus respectivas páginas de internet—. La oportunidad y el momento son inmejorables.— Edimburgo, Reino Unido.

asalgadoborge@gmail.com

@asalgadoborge

Candidato a doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Maestro en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y maestro en Estudios Humanísticos (ITESM)

 

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