lunes , 6 mayo 2024
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Rodrigo Llanes Salazar: Para tiempos difíciles

Mirada antropológica

Rodrigo Llanes Salazar (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Para Érika

En noviembre de 1963, millones de estadounidenses estaban conmocionados por el asesinato de John F. Kennedy. Millones seguían las noticias en la televisión —Kennedy fue el político para la televisión— y en la radio. Ahora, en marzo de 2020, millones de personas en todo el mundo seguimos, probablemente más con nuestros teléfonos que con la radio y la televisión, la pandemia de Covid-19.

Tal vez por esta coincidencia, la medianoche del pasado 27 de marzo, el músico poeta Bob Dylan lanzó “Murder Most Foul” (“El asesinato más horrible”), su primer tema original en ocho años. Se trata de una pieza épica de casi 17 minutos, que se desenvuelve lentamente con acompañamiento de piano y violín.

Desde el inicio de la canción, Dylan canta sobre ese día oscuro en Dallas, en noviembre del 63, “Un día que vivirá en infamia”, y cómo Kennedy fue “derribado como un perro a plena luz de día”. La canción está llena de referencias a los tumultuosos años sesenta, así como a la música, cine, cultura pop y contracultura de la década. En algún punto de la canción, Dylan pide al disc jockey Wolfman Jack que toque temas como “Only the Good Die Young” y “St. James Infirmary”, a músicos como Etta James y John Lee Hoker. La lista de canciones y artistas es larga. Para Simon Voznik-Levinson, crítico musical de la revista “Rolling Stone”, el tema de Dylan trata sobre “las formas en las que la música puede confortarnos en tiempos de trauma nacional”.

Efectivamente, apenas fue lanzada “Murder Most Foul”, miles de fans de Dylan alrededor del mundo recibieron la canción como un regalo del artista para estos tiempos difíciles. En YouTube, el vídeo de la canción cuenta, hasta este momento, con más de dos millones de reproducciones. Muchas personas, confinadas en nuestras casas, podemos dedicar tiempo a escuchar con atención una pieza de 17 minutos. Y, más allá de que nos guste o no Bob Dylan o esta canción en particular, muchas personas podemos encontrar en la música una forma de sortear estos tiempos difíciles.

Entre las muchas referencias musicales en “Murder Most Foul” encontramos temas folk, blues y rock con los que la música de Dylan es comúnmente asociada, pero sobresalen también las menciones a piezas y músicos de jazz: Etta James, Oscar Peterson, Stan Getz, Art Pepper, Thelonious Monk, Charlie Parker, Nat King Cole, Jelly Roll Morton, entre otros. En la penúltima línea de la canción, el fantasma de Kennedy pide al DJ que toque “Love Me or Leave Me” del gran Bud Powell.

Aunque, como el propio Dylan narra en su fascinante autobiografía “Crónicas I. Memorias” (publicada originalmente en 2004), desde muy joven, antes de grabar su primer disco, “escuchaba mucho jazz y discos de bebop” e, incluso, en sus días de juventud en Nueva York, llegó a tocar con los jazzistas Cecil Taylor, Billy Higgins y Don Cherry. “Había muchas similitudes entre cierto tipo de jazz y la música folk —escribe Dylan—. ‘Tatoo Bride’, ‘A Drum Is a Woman’, ‘Tourist Point of View’ y ‘Jump for Joy’ —todas de Duke Ellington— se me figuraban canciones folk sofisticadas”. Probablemente las influencias de Charlie Parker, Thelnoious Monk o Duke Ellington no son evidentes en los icónicos discos de Dylan de los sesenta, como “The Freewheelin’ Bob Dylan”, “Highway 61 Revisited” o “Blonde on Blonde”. Pero sí son explícitas en uno de sus más recientes álbumes, “Shadows In the Night”, lanzado en 2015 y el primero de —hasta ahora— tres discos de “covers” de estándares de jazz y del “gran cancionero americano”. Entrecomillo “covers” porque, como el propio Dylan ha dicho, más que hacer covers —“covering”, en inglés— de esas canciones, las “deja al descubierto” —“uncovering”.

Como objeto material, “Shadows in the Night” rinde tributo a la emblemática disquera de jazz Blue Note Records. La estampa del disco de Dylan es una réplica de la conocida etiqueta de los vinilos de Blue Note. Particularmente, la portada del álbum es una clara referencia a la conocida portada de “Hub-Tones”, material del genial trompetista Freddie Hubbard lanzado en 1963 que cuenta con el característico diseño de Fred Miles. No puedo dejar de recomendar este disco —que contiene la bella balada “Lament for Booker”—, en el que destaca la participación del entonces joven pianista Herbie Hancock con un ya singular estilo con mezclas de funk y de Bill Evans. Afortunadamente, para celebrar su ochenta aniversario, Blue Note comenzó a lanzar desde el año pasado excelentes reediciones, en su mayoría completamente analógicas, de algunos de sus álbumes emblemáticos a precios razonables, entre ellos “Hub-Tones”.

Aunque “Shadows in the Night” como objeto —portada y estampa— es un homenaje a Blue Note, musicalmente el disco debe mucho más a Frank Sinatra y a su excelente álbum de 1957, “Where Are You?”, un disco lleno de melancólicas baladas en el que predominan los hermosos arreglos orquestales de Gordon Jenkins y, desde luego, la magistral interpretación vocal de Sinatra. Otro bellísimo álbum que no puedo dejar de recomendar. En “Shadows in the Night” Dylan toca cuatro canciones incluidas en “Where Are You?”: “I’m A Fool To Want You”, “The Night We Called It A Day”, “Autumn Leaves” y “Where Are You?”.

En “Crónicas I”, Dylan escribió que cuando era joven: “ponía a menudo la fenomenal ‘Ebb Tide’ de Frank Sinatra, que nunca dejaba de asombrarme. Cuando la cantaba Frank, su voz lo expresaba todo: la muerte, Dios y el universo, todo. Pero yo me traía otras cosas entre manos y no podía entretenerme con aquello”. Desde luego, la interpretación vocal de Dylan no es comparable a la de Sinatra, pero no por ello “Shadows in the Night” deja de ser menos recomendable.

De hecho, uno de los aspectos que más destaca de “Shadows in the Night” es la voz de Dylan. El disco fue grabado con la banda de Bob Dylan tocando en vivo en el estudio B de Capitol, en donde el propio Sinatra grabó algunos de sus discos. La grabación es extraordinaria. Los músicos —Charlie Sexton y Stu Kimball en las guitarras, Donny Herron en la guitarra pedal Steel, Tony Garnier en el bajo y George G. Receli en la batería— se acomodaron en posición de semicírculo alrededor de Dylan, sin audífonos. En algunas canciones escuchamos también una suave sección de trompetas, trombones y corno francés.

Como resultado de la magnífica grabación, “Shadows in the Night” genera una exquisita experiencia de escucha. Sobre todo si uno dedica tiempo a escuchar el disco, solo a escuchar. Uno puede imaginar un club de los cincuenta o los sesenta, con luz tenue, con la excelente banda tocando suavemente y Bob Dylan al micrófono rindiendo algunas de sus más vulnerables y conmovedoras interpretaciones. En estos tiempos difíciles, pueden encontrar algo de confort con las interpretaciones de Dylan de “Autumn Leaves”, “Why Try To Change Me Now” o “That Lucky Old Sun”.

rodrigo.llanes.s@gmail.com

Investigador del Cephcis-UNAM

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