domingo , 19 mayo 2024
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Rodrigo Llanes Salazar: A reconocer su trabajo

Mirada antropológica

Rodrigo Llanes Salazar (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Les han arrojado café caliente, agua hirviendo, huevos, basura y hasta cloro. Les han insultado en redes virtuales. Les han negado entrada en el transporte público y en comercios.

A mediados de la semana pasada, la Secretaría de Gobernación registraba 47 casos de agresiones contra personal de salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reportaba 21 agresiones y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) había recibido 159 quejas por ese motivo. Se han conocido por lo menos seis casos en Yucatán, que han sido difundidos por medios de comunicación de amplia circulación a nivel internacional como CNN y The New York Times.

Para muchos, nos resulta incomprensible cómo las personas que nos cuidan pueden ser agredidas. Lamentablemente, se está convirtiendo en lugar común en medios de comunicación reconocer que mientras que en muchas ciudades el personal médico es saludado y celebrado, en otros lugares sea agredido de manera infame.

Los estudios sociales sobre epidemias han documentado que, en estas crisis sanitarias, los prejuicios, la discriminación, el racismo y la xenofobia se traducen en la búsqueda de culpables, de grupos sociales que presuntamente difunden la enfermedad. Generalmente, estos suelen ser grupos étnicos minoritarios, extranjeros u otros colectivos vulnerables.

Sin embargo, de acuerdo con César Flores Mancilla, el director general adjunto de quejas del Conapred, nunca se había “tenido hasta ahora experiencia de estas denuncias por discriminación, ni agresiones, ni amenazas ni hostigamiento de personal médico. Es algo totalmente inédito” (BBC, 17-4-20). Numerosas trabajadoras y trabajadores del sector salud también han relatado que, en todos sus años de trabajo, nunca habían sentido miedo por ser agredidos.

“Yo viví la época de la influenza y vi la del cólera. Jamás había sentido lo que estoy sintiendo ahora, porque la gente está quedando ya psicótica por este virus. Es terrible”, ha expresado la enfermera Ligia Kantún, a quien le arrojaron café caliente en la espalda y le gritaron “infectada”.

¿Cómo explicar está inédita violencia contra el personal de salud? Yo no tengo una respuesta a la pregunta anterior. Probablemente no haya una única causa. Existen estudios sobre agresiones a trabajadoras y trabajadores de salud en contextos de guerra y conflicto armado, en los que se ha reconocido las fronteras borrosas que impiden distinguir claramente entre personal de ayuda (incluyendo al personal médico) y a los “enemigos” con los que se está en guerra o conflicto.

A diferencia de las guerras y conflictos armados, el coronavirus es un enemigo invisible para la mayoría de la población. Prácticamente puede estar en cualquier persona y objeto, lo que nos provoca aún más miedo, estrés y ansiedad.

No obstante, para algunas personas, el virus invisible se “encarna”, cobra existencia material en algunas personas y objetos: desde las personas que portan cubrebocas hasta el personal de salud.

De acuerdo con los casos reportados, las agresiones físicas contra personal de salud han estado acompañadas de agresiones verbales en las que se les acusa de propagar la enfermedad, como si el personal de salud fuese el virus encarnado.

¿Acaso la sobreexposición a información, sea verídica o noticias falsas, tiene que ver con la violencia inédita contra el personal de salud? Algunos analistas han destacado que, a diferencia de epidemias anteriores, muchas personas buscan respuestas más en la ciencia y en especialistas de la salud que en las religiones. Ciertamente, en México, la población sigue mucho más las conferencias cotidianas del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud Hugo López-Gatell que del presidente de la República. ¿Las agresiones contra el personal de salud es la otra cara de la moneda de la creciente atención a científicos y especialistas médicos?

Algunos de los comentarios que he visto sobre las agresiones contra el personal de salud condenan los hechos y los atribuyen a la ignorancia e incluso a la irracionalidad y estupidez de la gente. Aunque todo esto pueda ser cierto, la violencia no solo se debe a la ignorancia o a la irracionalidad; responde, ante todo, a una lógica de discriminación y estigmatización, en la que se define —aunque sea de manera equivocada e incluso contraproducente— un “enemigo”, un “otro” que debe ser expulsado —a un enfermero que le arrojaron basura le dijeron que se “saliera del fraccionamiento”— o eliminado. Estos sujetos que son concebidos como “contaminantes”, que amenazan al orden social, que pueden contagiarnos, bien pueden ser migrantes, homosexuales, personas con VIH o, en este caso, personal médico.

Lo anterior nos reitera lo importante que son los esfuerzos por erradicar prejuicios, de combatir la discriminación y de construir una sociedad más abierta, tolerante y empática con la diversidad.

Las autoridades federales, e incluso las Naciones Unidas, han condenado ya la violencia contra el personal de salud. Las Naciones Unidas expresó en un comunicado que “lamenta y condena las agresiones hacia el personal de salud y cualquier expresión de odio, intolerancia, estigmatización y discriminación en contra de quienes hoy están en la primera línea de respuesta a la pandemia”. Estos llamados son importantes, pero lamentablemente han sido insuficientes, pues las agresiones contra el personal de salud persisten.

¿Qué se puede hacer al respecto? Lo primero, escuchar las propuestas del personal de salud. La jefa de División de Programas de Enfermería del IMSS, Fabiana Zepeda Arias, abrió una cuenta en Twitter dedicada al tema (@jefabiana).

Un enfermero de Mérida ha propuesto la creación de una ruta segura de transporte público para quienes trabajan en centros de salud. También se necesitan campañas más enérgicas para desestigmatizar al personal de salud, erradicar los prejuicios de que son propagadores de la enfermedad y reconocer la invaluable labor que están haciendo para cuidar a las personas (incluso a las que les agreden).

Yo aprovecho este espacio para reconocer el trabajo que el personal de salud está haciendo, particularmente en estos momentos, así como a todas aquellas trabajadoras y trabajadores que no pueden quedarse en casa y que se exponen constantemente, desde cajeros de supermercados hasta recolectores de basura. Lo menos que podemos hacer es reconocer y dignificar su labor.— Mérida, Yucatán

rodrigo.llanes.s@gmail.com

Investigador del Cephcis-UNAM

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