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Antonio Salgado Borge

Fuente: Diario de Yucatán

Hace más de 200 años, Immanuel Kant propuso un lema para el movimiento conocido como la Ilustración: “ten el coraje de usar tu propia razón”.

Kant quiso reflejar una idea central del pensamiento ilustrado: un ser humano debe buscar pensar por sí mismo, en vez de creer en algo sólo porque la tradición o cualquier tipo de autoridad así lo dicen.

Hay dos elementos fundamentales detrás de esta idea.

El primero es el progreso. Las personas podemos (y debemos) emerger del estado de barbarismo en que la tradición o las autoridades políticas y religiosas nos han sumido. El segundo es la crítica basada en la razón.

Para dejar atrás el barbarismo es necesario usar la razón pública para analizar y cuestionar el orden social en que nos encontramos. Todo lo que no resista esta prueba, debe ser reemplazado.

La confianza en el progreso y el uso de la crítica racional están profundamente ligados al papel social que juega el periodismo. Quienes buscamos expresar ideas en público de forma libre e independiente lo hacemos con el convencimiento de que, a través de la razón pública, es posible contribuir, aunque sea mínimamente, al progreso de la sociedad de nuestro tiempo.

En contraste, las fuerzas del populismo contemporáneo, de derecha o de izquierda, luchan decididamente contra el espíritu de la Ilustración. Y lo hacen, tramposamente, apelando al sentido de desconfianza en la autoridad iniciado por ese movimiento.

La desconfianza populista no es, sin embargo, hacia la autoridad de los líderes religiosos o políticos que tienen su origen en la tradición —como los reyes o la aristocracia—, sino hacia la autoridad que representan la ciencia, la academia o las personas expertas.

Con el pretexto de que todos podemos expresarnos, los populistas contemporáneos venden la idea de que todas las expresiones valen lo mismo. La idea detrás de quien recurre a esta fórmula es relativamente directa: igualar el valor de los argumentos que se han puesto sobre la mesa apelando a su carácter subjetivo y al hecho de que todas las personas tienen la misma libertad de expresión y de pensamiento.

Pero esta fórmula es tan falsa como perniciosa. Es falsa porque del hecho de que todas las personas tienen la misma libertad de expresión y de pensamiento no se sigue que todos los pensamientos expresados contribuyan igualmente al progreso. Es perniciosa porque al postular que no hay forma de saber cómo resolver disputas con base en razones y hechos, se asume que estamos condenados al estancamiento o a la ausencia de progreso.

Y es que la mayoría de las pensadoras y de los pensadores de la Ilustración estarían de acuerdo en lo siguiente: mientras que una expresión que no siga las reglas de la razón, difícilmente puede contribuir al progreso; una expresión que las siga sí puede aportar en este sentido.

Aunque las reglas de la razón son constantemente analizadas, me parece seguro afirmar que tienen dos pilares inamovibles: los hechos y los argumentos.

Es decir, estas reglas son respetadas cuando se apela a estados de cosas reales en el mundo o se postulan planteamientos de forma tal que su conclusión se siga necesariamente de las premisas utilizadas.

Nótese que apelar a estas reglas no implica, en modo alguno, una traición al espíritu antiautoridad de la Ilustración. Es fácil ver por qué. Aunque las personas expertas cuentan con más tiempo y voluntad de aplicar los principios de la razón a su área, cualquiera con tiempo y voluntad puede revisar paso por paso cómo construyen sus argumentos.

En este contexto, los medios de comunicación críticos e independientes son aquellos que, siguiendo el espíritu de la Ilustración, entienden el papel que pueden jugar en nuestro tiempo.

Y este papel radica en proyectar las expresiones que sigan las normas de la razón, sin importar que el alcance de su crítica haga tambalear a autoridades de cualquier tipo.

Como hemos visto, las personas dedicadas a la ciencia o a la academia están en una excelente posición para hacerlo. En muchos casos, este es su trabajo. Pero en principio las expresiones de cualquier individuo que cumplan con las condiciones descritas arriba pueden aportar en este sentido.

Los medios críticos e independientes son entonces aquellos que se convierten en escaparate del espíritu de la Ilustración, aquellos que proyectan todas las voces que, desde distintas áreas, enfoques e ideologías, incitan el coraje de usar su propia razón en sus audiencias.— Berlín, Alemania.

Doctor en Filosofía. Investigador en la Universidad de Humboldt en Berlín.

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