Franck Fernández(*)
Fuente: Diario de Yucatán
Hay pueblos que, a pesar de haber caminado juntos una buena parte de su historia, no se quieren o de plano se odian. Ejemplos los podemos ver en todas partes. En cualquier continente. En cualquier momento de la historia. En algunas ocasiones, este distanciamiento entre dos pueblos es motivado o incluso alentado por los propios dirigentes.
Hoy les quiero hablar de dos pueblos hermanos que, por azares de la historia, si bien no creo que realmente se odien, al menos hoy se miran con gran desconfianza… lo que es una pena. Estoy hablando de los pueblos rusos y ucranianos. Hagamos un poco de historia. A la caída del Imperio Ruso en 1918, se produjo el desmembramiento de muchos de sus territorios. Fue en ese momento que Finlandia, Estonia, Lituania, Letonia y Polonia recuperaron su independencia y que, de una u otra manera, lograron mantener al menos hasta la Segunda Guerra Mundial.
También se separaron otros países que formaban el Imperio: Ucrania, Bielorrusia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán… pero, una vez instaurado el régimen soviético, a la fuerza fueron reintegrados en una nueva agrupación que, a partir de 1922, llevó el nombre de Unión Soviética.
A la muerte de Lenin, fundador de esta unión de repúblicas, el que se hizo con el poder fue un georgiano, que no ruso, recordado tristemente por la forma en que gobernó a propios y foráneos. Su nombre era Joseph Stalin. Stalin no era su apellido. Él lo utilizó como nombre de guerra, porque en ruso “stal” significa acero, por lo que de alguna forma su apellido de guerra significaba “hombre de acero” queriendo demostrar su entereza y fuerza.
Para los años 30, el régimen central de Moscú al mando de Stalin quiso agrupar en cooperativas las tierras de los pequeños o medianos agricultores. Obviamente, ninguno de los interesados quería perder su pedazo de tierra, pero las autoridades lograron quitárselas, lo quieras o no. A los poseedores de tierras les llamaban “kulaks”, denostados por la prensa oficial como enemigos del pueblo, y a las cooperativas a las que se les obligó integrarse se le llamaban “sovjoses”.
Hasta 1914 en que estalló la Primera Guerra Mundial, Ucrania era un territorio muy rico al que se le llamaban “el granero de Europa”. Buena parte de la producción de trigo y otros cereales se cultivaban en esta tierra y abastecía en gran medida las necesidades del viejo continente. Los campesinos ucranianos en particular opusieron una fuerte resistencia a estas colectivizaciones. Stalin, que era un hombre muy cruel, voluntariamente creó una de las más horribles hambrunas que recuerda la humanidad. De forma programada y con total premeditación, les robaba a los campesinos sus granos, incluso los necesarios para su propio sustento y para los cultivos del siguiente año. Aquellos a los que se les encontraban cereales escondidos eran condenados a fuertes castigos, incluso enviados a los gulags de los que pocos regresaban.
Todo el trigo de Ucrania se vendió al extranjero y otros países del mundo productores de cereales, como Argentina, Canadá y Australia, vieron como los precios del mercado internacional se desplomaban. Las consecuencias de las medidas de Stalin condenaban no solo a los campesinos ucranianos sino también a los de otras latitudes. Se calcula que millones de personas murieron de hambre solo en Ucrania. Los historiadores hablan entre 4 y 5 millones de muertes. Para hacer más cruenta su agonía, se les prohibió a los campesinos abandonar sus tierras y dirigirse a las ciudades para tratar de encontrar alguna posibilidad de sustento. Los que llegaban a las ciudades ucranianas eran condenados a la mendicidad y a morir en las calles.
Cuando la Unión Soviética fue traicioneramente atacada por su hasta ese mismo día aliado, la Alemania fascista, rápidamente llegaron las hordas alemanas a tierras ucranianas. Los alemanes allí fueron recibidos casi como libertadores, ingenuamente creyeron los ucranianos que los alemanes serían sus aliados. Numerosos fueron los actos de venganza de los hambrientos campesinos contra aquellos que habían sido sus torturadores. No fueron pocos los casos de linchamientos masivos contra los dirigentes del partido comunista. Pero muy pronto se dieron cuenta los ucranianos que esta invasión también traería muerte y destrucción. Los nazis no supieron aprovechar el mal de fondo que existía contra los soviéticos. En sus creencias de la supremacía de su raza, los alemanes consideraban a los eslavos (ucranianos incluidos) subhombres que habían venido al mundo para vivir en la esclavitud y al servicio de los arios. Los jóvenes ucranianos fueron alistados en el Ejército Rojo primero para liberar a la URSS, después a los países fronterizos por el oeste y a la postre llegaron hasta el propio Berlín para derrotar al odiado régimen de Adolfo Hitler.
Kiev, su capital, fue una ciudad martirizada por el enemigo. Kiev es una hermosa ciudad abundantemente adornada por parques, jardines y muchos árboles y para complementar su belleza, ya en tiempos de paz, se pensó en construir un gran monumento en honor a la Victoria, a las decenas de miles de personas víctimas de la guerra, a sus hijos que ofrecieron su vida en su lucha contra el nazismo por el bien de la humanidad. Una de sus colinas, a la orilla derecha del río Dnieper, fue la elegida para tan magnífica obra.
La estatua en sí, de 62 metros de alto sobre una base de 40, está fabricada de acero inoxidable. Es el punto culminante de un gran parque donde se encuentra el Museo de la Gran Guerra Patria. La imagen representa a una imponente mujer y lleva el nombre de Ródina Mat (Madre Patria). La espada que el personaje ciñe en su mano derecha mide 16 metros y pesa la enormidad de 9 toneladas. En su mano izquierda lleva un escudo con el emblema de la Unión Soviética. Con la independencia de Ucrania y las continuas guerras en que ese país se ha visto confrontado con Rusia, heredera de la URSS, no pocos ucranianos piden que se retire este escudo y se coloque el propio del país. Si bien desde 2015 en Ucrania existe una ley de descomunización, con la que se han retirado todos los antiguos nombres que hagan alusión al periódico comunista del país, algo ha sido respetado: todo aquello que tiene relación con el periódico de la Gran Guerra Patria contra la peste nazi.
(*) Traductor, intérprete y filólogo, correo electrónico: altus@sureste.com