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Franck Fernández Estrada (*)
Publicado en Diario de Yucatán
En todos los libros de Historia se nos dice que la Revolución Francesa fue fundamentalmente motivada por el hecho de que el pueblo de París no tenía dinero para comprar pan, esto debido a los elevados precios de este producto. Ése es el tipo de cosas que uno da por sentado y que no se cuestiona si es cierto o no. En el caso que nos ocupa sí es cierto, pero hagamos un poco de historia.
Luis XVI, esposo de la famosa María Antonieta, heredó el trono de Francia de su abuelo Luis XV. Este rey había involucrado a Francia en toda una serie de guerras que mermaron drásticamente la reputación de Francia y las arcas del Estado, poniendo al país en una situación muy precaria. La llamada Guerra de los Siete Años (1754-1763), de la que Francia había salido perdedora, le sestó un duro golpe a las finanzas del reino.
Todo comenzó por el reparto de Polonia. Este reparto se realizó en varias etapas y de ello se encargaron las potencias vecinas del entonces llamado Estado de las Dos Naciones, pues era la unión del reino de Polonia y el ducado de Lituania. Los países que lo circundaban eran el imperio ruso, el reino de Prusia y el imperio austríaco. Cada uno de ellos tres se llevó un pedazo del pastel polaco, pero en la repartición quedó una zona llamada Silesia que todos querían para sí. Ésta fue la causa principal de esta llamada Guerra de los Siete Años que, si lo analizamos un poco, realmente fue la verdadera Primera Guerra Mundial y no la de 1914-1918, pues involucró a todos los países conocidos en el momento e incluso a sus posiciones en América, África y Asia.
Algunos de ustedes habrán leído la muy famosa novela para jóvenes “El último de los mohicanos” en la que se nos narran las guerras que había en América del Norte entre franceses e ingleses. Estas luchas fueron dentro del contexto de la Guerra de los Siete Años en la que Francia salió perdiendo muchos de sus territorios tanto en América del Norte como en la India. La toma de La Habana por los ingleses durante 9 meses fue dentro del marco de esta Guerra de los Siete Años. Consciente de la situación en la que Luis XV le dejaba el reino a su nieto, dijo: “Detrás de mí el diluvio”.
Al morir Luis XV y llegar al trono su nieto Luis XVI, el país no había salido del marasmo económico. Es en esta época también que los colonos de las 13 colonias, que dieron inicio a lo que hoy en día conocemos como los Estados Unidos, iniciaron una serie de sublevaciones y, al final, una guerra abierta contra Inglaterra por su independencia. Recordado por todos es lo sucedido en el puerto de Boston donde los colonos, disfrazados de indios, subieron a los barcos británicos y tiraron al mar las pacas de té, al que se le había aplicado un gravamen especial. Si bien Inglaterra había sido uno de los países ganadores de esta Guerra de los Siete Años, no por ello sus finanzas se encontraban en una boyante situación y fue la razón para aumentar los impuestos, entre otros productos al té.
Algunos consejeros de Luis XVI consideraron que era conveniente luchar contra los ingleses ayudando a los colonos, como venganza por las pérdidas que habían tenido años atrás. Algunos nobles, como el Marqués de Lafayette, hoy conocido como héroe de la independencia de los Estados Unidos, vinieron a América a unirse en la lucha de los colonos norteamericanos. El Marqués de Lafayette era extraordinariamente rico y aportó su propio dinero a esta revolución de los colonos norteamericanos. Luis XVI también ayudó con armas a los sublevados y con financiamiento de toda índole costándole al reino de Francia la bagatela del equivalente de veinte y un mil millones de euros actuales la ayuda a los sublevados colonos norteamericanos. Los Estados Unidos nunca devolvieron ese dinero a Francia y este gasto fue una de las razones principales que dieron al traste con la monarquía francesa.
Pero no solo fueron políticas las razones, sino que también influyó una muy importante desde el punto de vista meteorológico. Allá, en el lejano norte de Europa, Islandia es una isla que se encuentra sobre la falla tectónica que divide el continente europeo del norteamericano. De Islandia todos hemos visto en fotos sus géiseres, sus volcanes y hemos tenido noticia de sus terremotos, que son la prueba palpable de lo que sucede bajo sus pies. Todos recordamos aquel volcán, de nombre absolutamente impronunciable para nosotros los hispánicos, que, con sus enormes fumarolas en 2010, hizo imposible la circulación de los aviones por el norte de Europa. Pues bien, entre este conjunto de volcanes hay uno llamado Laki que tuvo una erupción que duró varios meses y comenzó el 8 de junio de 1783. El 15% de los islandeses murió por causas directas de esta catástrofe, así como la mitad del ganado. Las consecuencias de las enormes emanaciones de cenizas y de humo que se acumularon en la estratosfera produjeron una mini época glacial en todo el hemisferio norte. Incluso en lugares tan al sur como África, donde nace el Nilo, hubo muy pocas lluvias. A consecuencia de ello, las subidas del Nilo fueron muy bajas durante esos años, ocasionando una hambruna generalizada también entre los egipcios.
En Francia esto se vio marcado por la pérdida de muchos cultivos, especialmente los de trigo, que hizo que el precio de la harina subiera consecuentemente ante la baja producción y, por ende, el precio del pan.
Ahora sabremos cuál fue la causa real y directa por la que el precio del pan subía y subía en Francia. Es cierto que había una crítica situación financiera, un hartazgo a un rey autócrata, desprecio a una reina austríaca y un largo etcétera pero, por mala que fuera la situación económica, esto no tenía nada que ver con el hecho de que los campesinos cosecharan o no en el campo. Como decía mi madre: el hambre es mala consejera y cuando el pueblo tiene como perspectiva una noche sin llevar un bocado a la boca las consecuencias pueden ser fatales.
Traductor, intérprete y filólogoaltus@sureste.com
El Marqués de Lafayette aportó su propio dinero a la revolución de colonos norteamericanos
Publicado en Diario de Yucatán