domingo , 19 mayo 2024
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“Chapeo” del erario

Publicado en el Diario de Yucatán

Investigación de Central 9

Se repartieron más de $45 millones por limpiar hasta tres y cuatro veces los mismos caminos, aunque con diferentes empresas.— Facturas de más de medio millón

En apenas cinco días, del 27 al 31 de julio de 2017, el Instituto de Infraestructura Carretera de Yucatán (Incay) pagó 10 millones 450 mil pesos por 19 facturas con el concepto de “limpieza de caminos”, pero en 17 casos se repite el supuesto servicio, con diferentes empresas y con cantidades diferentes.

De acuerdo con documentos obtenidos por Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, el doble pago por idénticos servicios fue constante durante ese año. Además, hay vías “atendidas” varias veces, lo cual hace suponer que siempre estuvieron limpias.

El jueves pasado informamos que en siete meses de 2017 —de abril a octubre— el Incay realizó transferencias bancarias por un monto mayor de $45 millones a seis empresas por “limpieza de caminos”. La cantidad más alta —$23.200,000— se erogó en menos de un mes, del 12 de abril al 8 de mayo.

Según constató Central 9 en los documentos bancarios, los depósitos de dinero se hicieron antes de que las empresas expidieran las facturas. Los domicilios fiscales reportados por estas compañías son actualmente el local de una cocina económica, tres domicilios particulares y una oficina en una torre de la zona de Altabrisa. En un caso es inexistente la dirección que aparece en las facturas.

Fueron seis negocios del ramo de la construcción que, al menos en el papel, se encargaron de chapear las carreteras estatales con tarifas altas.

La mayor parte de los contratos —39— fue para Rafred Construcciones, que obtuvo más de trece millones y medio de pesos por sus presuntos servicios; le siguieron Construcciones Cambaldi, con 25 contratos y $8.3 millones; Construcciones Evol del Sureste, con 22 contratos y $6.7 millones; Constructora Roll de México, con 21 servicios y $6.3 millones; Instalaciones Gasol de México, con 19 contratos y $5.4 millones, y Construcción y Edificación Gomem, con 15 trabajos de 4.3 millones de pesos.

En todos los casos las empresas entregaron facturas con el concepto general de “servicio de limpieza de camino”, pero a los expedientes se les anexaron otras, con el mismo folio, que indica el tramo atendido. Se trató de doble facturación.

Los siguientes ejemplos ponen en evidencia contradicciones y conceptos extraños en las facturas de empresas que súbitamente desaparecieron:

—El 30 de julio de 2017 Construcciones Evol del Sureste recibió dos transferencias bancarias, una de $564,920 por “servicio de limpieza de la carretera Hoctún-Izamal” y otra de $569,560 por la vía Mérida-Tizimín.

Únicamente hay cinco mil pesos —en números redondos— de diferencia entre uno y otro servicio, pero la distancia sí es contrastante: entre Hoctún e Izamal hay 37 kilómetros y a Mérida y Tizimín los separan 167 kilómetros. Esto significa que por cada kilómetro chapeado en el primer caso se cobraron $15,268 y en el segundo la tarifa se ubicó en $3,410 por kilómetro.

—Ese mismo día se pagaron $575,360 a Instalaciones Gasol de México por el tramo Hoctún-Izamal, por el cual ya se había pagado a Construcciones Evol.

—También el 28 de julio Construcción y Edificación Gomem recibió en su cuenta bancaria $599,720 por limpiar la carretera Mérida-Tizimín, que se había cubierto el mismo día a Evol del Sureste.

—Instalaciones Gasol también cobró en esa fecha $577,680 por el chapeo del camino Yalsihon-El Tajo, de 43 kilómetros.

—El mismo servicio fue pagado, el mismo día, a Construcciones Cambaldi, que recibió $567,240.

—Tres días después, el mismo tramo Yalsihon-El Tajo ameritó otros dos pagos, de $580,000 y de $604,360, a Construcciones Evol del Sureste y Rafred Construcciones, respectivamente. Fueron cuatro facturas por el mismo trabajo.

—El 28 de julio se pagaron a Construcciones Cambaldi $552,160 por el camino que comunica a la cabecera de Panabá con su comisaría Yalsihon, de 29 kilómetros.

—El día 31 Rafred Construcciones y Construcciones Evol recibieron $581,160 y $350,320, en ese orden, por el mismo tramo. Las tarifas son muy diferentes.

—El 12 de julio Rafred Construcciones cobró $509,240 por servicio de limpieza en la carretera Maxcanú-San Rafael, de 22 kilómetros. El mismo día, por la misma vía, Constructora Roll recibió $499,960.

—También en esa fecha, ambas empresas coincidieron en cobrar por la carretera Umán-Hunucmá, de 22 kilómetros, aunque con cifras distintas: a Rafred se le pagaron $506,920 y a Roll $497,640.

—El 20 de abril se transfirieron $246,152 a Roll de México por chapear el libramiento de Tizimín. También ese día se pagaron $245,456, por el mismo concepto, a Construcción y Edificación Gomem.

—Otro pago del 20 de abril fue de $246,732 para Roll de México por el tramo Temax-Dzilam González, de 15 kilómetros.

—En total, el 20 de abril salieron más de $15 millones de las arcas públicas para pagar el chapeo en carreteras (Continuará).

La ruta del dinero: todo partía de una oficina

Detalles sobre la estrategia para el retiro de recursos

Los “estudios” de enfermedades que pagó la Secretaría de Salud a fines de 2015 no aparecerán, o aparecerán como investigaciones “patito”. La continua “limpieza de caminos” tampoco fue tal; las recurrentes y raras reparaciones de vehículos de la Fiscalía General, lo mismo que la “nivelación y compactación” de terrenos de la dependencia son inexistentes en gran medida. Si aparecen en documentos es por una razón: fueron el argumento usado para retirar dinero público mediante un grupo de empresas, aseguran fuentes cercanas a las operaciones.

De acuerdo con nuestros informantes, que se identifican plenamente ante Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, pero nos solicitan omitir sus nombres, el mecanismo operaba así:

—Se organizaban reuniones en la Secretaría de Administración y Finanzas (SAF). Las encabezaban Sergio Vadillo Lora, entonces jefe del Despacho del Gobernador, y Ricardo Nevárez Cervera, quien no tenía un puesto en la estructura de gobierno pero se desempeñaba como operador financiero.

—A las juntas asistían también, invariablemente, Nelson Lara Cabrera, tesorero del Estado, y Lorenzo Albertos Chayt Tur, director general de Presupuesto y Gasto Público de SAF. Se convocaba a todos los directores administrativos y de finanzas de las secretarías, no a los secretarios.

—Sin preámbulos, se definían montos que se asignarían a cada dependencia, con base en un esquema que planteaba Lorenzo Albertos. En primer lugar, cada Secretaría o Dirección, mediante su titular o responsable administrativo, solicitaba una ampliación presupuestal en la que señalaba a qué partidas se destinarían los recursos.

—Seguidamente, el secretario de Administración y Finanzas, quien entonces era Alfredo Dájer Abimerhi, autorizaba las ampliaciones y es cuando se giraban los oficios correspondientes firmados por Lorenzo Albertos.

—Después se enviaba el dinero a las cuentas de las dependencias y éstas, a su vez, lo transferían a empresas previamente señaladas. Éstas lo retiraban en efectivo.

—El paso siguiente era entregar los recursos en cajas de archivo “muerto” en la propia SAF o en dos oficinas: una en la colonia México donde también despachaba Nevárez Cervera y otra en la calle 70 entre 45 y 47, cerca de Santiago, que dirigía Sergio Vadillo.

—Juan José Vázquez Pereira, director general del sector estatal y paraestatal de la Secretaría de la Contraloría General, también despachaba en la oficina de Nevárez Cervera de la colonia México, que más bien parecía un “búnker” con computadoras y equipo de comunicación que utilizaba personal de la Contraloría asignado a ese lugar para “apoyar” a directores de finanzas de las secretarías en la revisión de documentos comprobatorios, a fin de tener el control de los desvíos. Si asistía Vázquez Pereira es porque su superior, el contralor del Estado, Miguel Fernández Vargas, tenía conocimiento de toda la estrategia, aseguran las fuentes.

—En el edificio de SAF Ricardo Nevárez ocupaba una oficina aledaña a la del secretario. Los separaban un baño y una cocineta. En lugar de un escritorio el operador financiero utilizaba la mesa de reuniones con sillas ejecutivas, siempre acompañado de tres teléfonos celulares y cacahuates estilo japonés para su consumo. En vez de usar una computadora hacía apuntes en tarjetas en blanco. En ese sitio se hacían las juntas para acordar la asignación y retiro de dinero.— ÁNGEL NOH ESTRADA

 

 

 

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