lunes , 6 mayo 2024
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53.9% de los niños mexicanos no contaban con todas las condiciones en derechos sociales en 2014: UNICEF

53.9 por ciento de la población de 0 a 17 años en México (21.4 millones) carecía de las condiciones mínimas para garantizar el ejercicio de uno o más de sus derechos sociales (educación, acceso a la salud, acceso a la seguridad social, a una vivienda de calidad y con servicios básicos y a la alimentación). Además, el ingreso de su hogar era insuficiente para satisfacer sus necesidades básicas, así lo dice el estudio Pobreza y derechos sociales de niños y adolescentes en México 2012-2014 presentado por Unicef y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social que a continuación presentamos parcialmente.

11.5 por ciento de la población infantil y adolescente en el país (4.6 millones) se encontraba en pobreza extrema en 2014, al tener carencias en el ejercicio de tres o más de sus derechos sociales y ser parte de un hogar con un ingreso insuficiente para adquirir los alimentos necesarios a fin de disponer de los nutrientes esenciales.2 3 de cada 10 personas de 0 a 17 años en México eran vulnerables por carencias sociales o por ingreso. 20.6 por ciento de las personas de 0 a 17 años (8.2 millones) era vulnerable por carencias sociales en 2014, es decir, tenía un ingreso mayor a la línea de bienestar, pero contaba con una o más carencias sociales; 8.5 por ciento (3.4 millones) era vulnerable por ingresos, pues su ingreso era menor al indispensable para cubrir sus necesidades básicas, pero no presentaba carencias sociales. 1 de cada 6 niñas, niños y adolescentes en México no era pobre ni vulnerable en 2014. De los aproximadamente 40 millones de personas de 0 a 17 años en el país, sólo 6.8 millones (17 por ciento) no era pobre ni vulnerable en 2014.

3 de cada 4 niñas, niños y adolescentes en México (29.6 millones) tenían carencia en alguno de sus derechos sociales, y 1 de cada 4 tenía 3 o más carencias sociales (9.1 millones). El derecho social en que la población infantil y adolescente presentaba mayor porcentaje de carencia era el acceso a la seguridad social, ya que 62.6 por ciento tenía esta carencia en 2014. Asimismo, 27.6 por ciento presentaba carencia por acceso a la alimentación; 24.8 por ciento carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda; 16.7 por ciento carencia por calidad y espacios en la vivienda, 16.2 por ciento carencia por acceso a los servicios de salud, y 8 por ciento rezago educativo. La población infantil y adolescente sufría con más frecuencia las experiencias de pobreza que aquella de otros grupos de edad. La proporción de personas de 0 a 17 años en pobreza fue 12 puntos porcentuales más alto que en la población de 18 a 64 años, así como 8 puntos porcentuales mayor que en la población de 65 años o más. En cambio, el porcentaje de la población infantil en pobreza extrema fue aproximadamente 3 puntos porcentuales superior al que se observa en otros grupos de edad. Las características individuales, de los hogares y del entorno geográfico en que se desenvuelve la población infantil y adolescente, estaban claramente asociadas con sus experiencias de pobreza.

En 2014, 78.6 por ciento de niñas, niños y adolescentes en hogares indígenas y 90.8 por ciento de quienes hablaban una lengua indígena se encontraba en situa – ción de pobreza. La diferencia respecto de la población infantil y adolescente no indígena (27.9 y 40.1 puntos porcentuales, respectivamente) es un claro indicador de las enormes desventajas que enfrentaba y enfrenta aún la población indígena desde las primeras etapas de la vida. Las diferencias por sexo en las experiencias de pobreza y vulnerabilidad de la pobla – ción infantil eran prácticamente inexistentes, con excepción del rezago educativo, dimensión en que los hombres presentaban una incidencia mayor que las mujeres (diferencia significativa de un punto porcentual). No fue el caso cuando se analizó el grado de escolaridad de la jefatura de hogar, donde se observó una mayor inciden – cia de pobreza cuando la escolaridad fue baja, o al analizar otras características de los hogares como el tamaño, la razón de dependencia, y la edad del jefe o jefa de hogar, en las que sí se observaron diferencias en la incidencia de pobreza. En cuanto al entorno geográfico, la distribución de la pobreza infantil ilustra la persistencia de dos patrones: las entidades que concentran la mayor proporción de población infantil y adolescente en pobreza son Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Puebla, con incidencias superiores a 70 por ciento en 2014, en tanto que las entidades que concentran el mayor número de personas menores de 18 años en pobreza son el Estado de México, Chiapas, Veracruz, Puebla, Guanajuato, Michoacán, Jalisco y Oaxaca (57.6 por ciento de toda la población infantil y adolescente en pobreza del país). Las entidades del norte y la Ciudad de México presentaron los menores porcentajes de población de 0 a 17 años en pobreza, principalmente Nuevo León, Baja California, Coahuila y Sonora.

La población infantil y adolescente en situación de pobreza es heterogénea no sólo debido a las características individuales, del hogar o del entorno geográ- fico, sino también a la etapa específica del ciclo de vida en que se encuentre. La población de 2 a 5 años es el grupo que presenta mayor incidencia de pobreza y pobreza extrema, en gran medida asociada a las diferencias en la carencia por rezago educativo: mientras que menos de 1 por ciento de la población de 6 a 11 años es carente en esta dimensión, la carencia alcanza casi 10 por ciento en la población de 12 a 17 años y rebasa el 20 por ciento en la población de 2 a 5 años. Las mayores incidencias de la carencia por rezago educativo en los grupos de 2 a 5 años y de 12 a 17 años se relacionan con el retraso en la aplicación de la obligatoriedad de la educación preescolar y media superior; por lo tanto, es importante impulsar una adopción más acelerada de las reformas educativas a fin de que ninguna niña y ningún niño o adolescente sufran rezago educativo. La población de 0 a 1 año de edad es el grupo con mayor incidencia de la carencia por acceso a los servicios de salud (23.3 por ciento). La primera infancia es una etapa crítica para el desarrollo, en la que un ejercicio pleno de todos los derechos es fundamental para garantizar un adecuado desarrollo físico y mental. Además, existen programas públicos de corte universal orientados directamente a la provisión de servicios de salud para esta población, por lo que es indispensable impulsar estrategias que refuercen el acceso a los servicios de salud.

Entre la población de 0 a 17 años, el grupo de 12 a 17 años es el que tiene menor porcentaje con ingreso inferior a las líneas de bienestar económico y de bienestar mínimo. En 2014, 60.3 por ciento de la población de 12 a 17 años formaba parte de hogares con un ingreso inferior a la línea de bienestar, en tanto que entre las personas de 0 a 1, 2 a 5 y 6 a 11 años, esta cifra era de 63.2, 63.0 y 64.0 por ciento, respectivamente. Asimismo, 23.8 por ciento de las personas de 12 a 17 años era integrante de hogares con ingreso menor a la línea de bienestar mínimo, mientras que en las personas de menor edad este porcentaje era mayor a 26 por ciento. Niñas, niños y adolescentes en municipios de muy alta marginación, así como aquellos que hablan una lengua indígena, son los grupos con los mayores niveles de pobreza, pobreza extrema y con una o más carencias sociales. 9 de cada 10 personas de 0 a 17 años en municipios de muy alta marginación se encontraban en situación de pobreza y 1 de cada 2 en pobreza extrema. Además, prácticamente toda la población en municipios de muy alta marginación tenía al menos una carencia social, y 7 de cada 10 tenían 3 o más carencias sociales. La reducción en las brechas existentes entre poblaciones consideradas tradicionalmente en desventaja y el resto de la población en algunas de las carencias sociales, sugiere que es posible diseñar mecanismos de política pública para abatir las que aún persisten. A pesar de las desventajas de la población indígena de 0 a 17 años, en algunas carencias sociales presenta niveles de carencia similares a los de la población no indígena, como es el caso del acceso a los servicios de salud o el rezago educativo. Respecto de las carencias por falta de acceso a servicios de salud, la diferencia en la proporción de población infantil indígena y no indígena con carencia fue de 11.6 puntos porcentuales en 2008; en cambio, en 2014 fue de 1.4 puntos porcentuales. Asimismo, en 2014, la población de 0 a 17 años en municipios de muy alta marginación o en localidades rurales, tenía niveles de carencia por esta dimensión que eran similares a los de los municipios de muy baja marginación o los de las localidades de más de 100 mil habitantes, respectivamente.

El porcentaje y el número personas de 0 a 17 años en situación de pobreza no han cambiado de manera significativa entre 2010 y 2014, aunque la pobreza extrema sí lo ha hecho. Entre 2010 y 2014, el porcentaje de niñas, niños y adolescentes en pobreza extrema se redujo en 2.5 puntos porcentuales (1.1 millones), mientras que de 2012 a 2014 hubo una reducción de 0.6 puntos porcentuales. Detrás de la estabilidad de los niveles de la pobreza de la población de 0 a 17 años en México se encuentra la combinación de dos tendencias distintas: un aumento paulatino en el porcentaje de niñas, niños y adolescentes en hogares con ingresos insuficientes y una reducción sostenida en las carencias sociales que experimenta la población infantil y adolescente.

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