viernes , 7 febrero 2025
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Renacimiento maya

Irving Berlín Villafaña (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Entiendo que el enunciado es producto de la mercadotecnia y tiene los méritos de las metáforas que ilusionan a ciertas poblaciones por su fuerza o poder evocativo.

Donald Trump, en su campaña anterior, usó la frase Make América Great Again, que en español diría algo así como: Hagamos que EE.UU. vuelva a ser grande.

El Renacimiento maya, en ese sentido, es una frase potente que remite a luchar por que los mayas y su cultura vuelvan a vivir un período de esplendor. Desde luego que es un acierto, ya que nadie en su sano juicio, siendo yucateco, podría desear que nuestro orgullo en el mundo, que es la cultura maya, quedara muerta o no renaciera.

Tiene además un componente digamos justiciero, ya que si los mayas han estado en períodos de supervivencia, resistencia o asimilación, pues verlos renacer seria tanto como volver a tener de gobernantes a la dinastía de los Cocomes o de los Xiues, luego de siglos de su desplazamiento o quizás, desaparición.

Sin embargo, también veo que está siendo usada como eje semántico de diversas políticas públicas y parece un concepto rector que guía las acciones del gobierno actual. Y aquí sí veo un sinfín de ambigüedades que nos alejan de la claridad que debería tener.

El esplendor maya no existe más. Pese a construir una civilización extraordinaria, este pueblo no fue capaz de encontrar freno a sus guerras, disputas intestinas y crisis mágico ideológicas que los llevaron al abandono de las ciudades Estado. Si bien es fascinante su arte, su cultura, sus logros como constructores y astrónomos, su enfrentamiento con los españoles no tuvo diferencia —en lo genérico— con lo que pasó en otras partes del continente.

Ni el imperio de Thahuantinsuyo, que abarcó del norte argentino hasta el ecuador actuales, fue capaz de contener la tecnología de la conquista y fue poco a poco pasando del empoderamiento a la negociación, de la negociación a la resistencia y de la resistencia a la asimilación o al mestizaje.

Como está claro en la historia de los pueblos precolombinos, muchos de ellos con gran potencia civilizatoria, algunos avanzaron conquistando pueblos cercanos, organizando imperios basados en el vasallaje como el azteca o el inca, pero sus capacidades de poder militar y desarrollo estratégico no les permitieron ir al continente europeo y conquistar las monarquías de esos lugares. La historia da cuenta que varios estaban en modo conquista.

En cambio, los europeos sí tuvieron los recursos militares que los locales no. Sé que estos procesos fueron dolorosos, como también los conflictos internos de los grupos mesoamericanos que pasaron décadas dominándose entre sí, como dan cuenta sus rojas escenas de guerra, de vasallaje, sus juegos de pelota y piedras sacrificales.

Dolorosos e inaceptables como las guerras en cualquier tiempo y cualquier sitio. Por más que intento encontrar elementos idílicos en las sociedades humanas, lamento solo ser idílico con los jardines y las flores.

Los mayas en estado original tampoco existen. Los apellidos mayas se han fusionado con apellidos chinos, coreanos, españoles, libaneses, africanos. Si bien la lengua, el vestido y las tradiciones existen, también es verdad que existen mezcladas y a veces es difícil saber qué es jota aragonesa y qué danza maya en la jarana; qué ingrediente vino de Europa y cuál es típico.

El número de mayahablantes ha disminuido del 29.6% de 2010 al 23.7% en 2020, un 5.9% en una década, y solo un 7% de los hablantes del maya no habla español, es decir es únicamente maya.

Es más, los jóvenes de origen maya, mestizos ahora, han adoptado ritmos jamaiquinos, urbanos de Brooklyn, trakalosos de bandas norteñas, imágenes de mangas y rótulos japoneses, haciendo un re dibujo sobre lo podrían haber sido o lo que quieren ser en el futuro. Es un poco difícil hacer política para el renacer maya si queremos ser precisos y justos con las palabras.

Está muy claro. Lo que es un slogan potente para una campaña política, no tiene la profundidad para ser el concepto rector de las políticas públicas sobre la pobreza ni sobre la cultura, ni sobre los mayas. Aunque sí, tiene el acierto de ser esperanzador.— Mérida, Yucatán.

berlin@prodigy.net.mx

(*) Antropólogo con maestría en industrias audiovisuales y doctorado en comunicación política

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