martes , 23 abril 2024
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Pushkin, admirado y querido

Autor: Franck Fernández Estrada (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Una lengua adquiere la categoría de idioma cuando tiene gramática y literatura. Todos los idiomas del mundo tienen a un escritor que marcó con letras de oro su nombre en su idioma, haciendo que el mismo trascendiera a la modernidad. Los ejemplos son numerosos: Cervantes para el español, Shakespeare para el inglés, Dante para el italiano, Goethe para el alemán. Esto no significa que antes de ellos no hubiera literatura. El idioma el ruso tiene el suyo: Alexander Pushkin.

Pushkin es un personaje particularmente querido en el pueblo ruso y entre los amantes de la literatura en general. Fue grandemente influenciado por escritores de la ilustración y románticos que le precedieron, como los franceses Voltaire y La Fontaine y el inglés Lord Byron. Con Pushkin nace el ruso contemporáneo, aquel que encuentra en una o dos palabras la capacidad de expresar un sentimiento o describir un objeto. Veamos quién fue este Alexander Pushkin.

Para ello debemos remontarnos al siglo XVII cuando Pedro el Grande abrió las puertas de Rusia al mundo queriendo convertir a su atrasado país en una nueva potencia mundial. Entre los monarcas de la época, existía la moda de traer 2 o 3 abisinios, que era como se les llamaban entonces a los etíopes, para que los acompañarán en sus paseos y les abanicaran, alejando los insectos o aportando un poco de fresco en los días de verano. Y Pedro tuvo el suyo: Abraham Hannibal, cuyos orígenes no quedan claros. Incluso quizás ni siquiera era etíope sino camerunés. Lo cierto es que este niño llegó a la corte rusa cuando tenía 7 años, había sido raptado por unos piratas árabes que lo llevaron al Sultán de Estambul. De alguna manera pasó a Rusia, sin embargo, a diferencia de los otros monarcas de Europa que veían en estos pobres niños algo poco más que monitos que adornaban su corte, Pedro consideró que era necesario que aquel joven Abraham recibiera educación y, de esta forma, demostrar que ellos tenían exactamente las mismas capacidades que el resto de los rusos. El zar Pedro lo bautizó adoptando el patronímico de Petróvich, es decir, hijo de Pedro.

Lo envió a Francia a realizar estudios y demostró especiales habilidades para las matemáticas, fue allí donde adoptó el apellido de Hannibal, en honor al célebre héroe cartaginés. Regresó a Rusia para hacer una carrera militar. Abraham fue ennoblecido y llegó a ser gobernador militar de la ciudad de Riga, ya en posesión de los rusos para estas fechas. Una de sus nietas, Natasha Osípova Púshkina fue la madre de nuestro Alexander. A pesar de que Natasha llevaba los genes predominantes de la raza de su abuelo, al nacer el pequeño Alexandr lo despreció porque el niño nació con piel mate, tenía labios pulpusos y más tarde desarrolló una hermosa cabellera rizada. A pesar de ello, tenía unos hermosos ojos azules. Los genes de la raza negra son predominantes.

El desprecio de la madre al ver un hijo mulato hizo que el pequeño Alexander se refugiara en los libros, leyendo apenas aprendió a leer a los clásicos franceses e ingleses en su idioma natal. En aquella época en Europa, y Rusia no era la excepción, los nobles hablaban casi exclusivamente francés. El idioma del país de dónde eran lo aprendían para dirigirse a los sirvientes. Ante el desprecio de la madre, nuestro pequeño Alexander tuvo un gran apego por su niñera, rusa hasta la médula, que fue la que le enseñó en definitiva todas las sutilezas del idioma ruso y le contaba cuentos tradicionales rusos que más tarde serían fuente de inspiración de la literatura que nos legó.

Fue admitido a estudiar su segunda enseñanza en el Liceo Imperial de la ciudad de Tzártkoe Tzeló, donde se encuentra el famoso palacio de Catalina la Grande. Hoy en día, esa localidad lleva el nombre de Pushkin. En la época no solamente era una de las residencias de la emperatriz sino el poblado donde todos los nobles de Rusia se construían sus palacios para estar cerca de Catalina. Fue en sus estudios en el Liceo donde comenzó su muy lograda obra literaria. Al terminar sus estudios, ingreso a trabajar como empleado en el Ministerio de relaciones exteriores en la capital y allí, señorito rico y muy agraciado por sus rasgos diferentes al resto de sus colegas, llevaba una vida de juerga, peleas, de conquistas de mujeres, borracheras y juegos. Participó activamente en algunas revistas que reclamaban mayor libertad para Rusia, no olvidemos que en Rusia existía una monarquía autocrática donde la palabra del zar era ley.

Estos jóvenes, todos nobles y ricos, no pretendía en nada una República, lo que querían era una monarquía constitucional a semejanza de la que existía en Gran Bretaña. Por estas actividades, las autoridades lo mandaron al destierro al Cáucaso y posteriormente a Crimea. Este destierro fue para el bien de su obra literaria. Durante este periodo escribió obras de un gran valor y con un enardecidos lenguaje, siempre con la palabra justa, sin adornos, lo que sería su estilo. A la muerte de Alejandro I, al trono llega Nicolás I y desde el sur Alexander quiere encontrarse con el nuevo zar para pedirle clemencia. Sin embargo, algo le dictó no ir en ese momento en la capital. Hizo bien. En ese momento en la capital estalla una revuelta conocida como la Revuelta de los decembristas, por ocurrir el 26 de diciembre de 1825. Esta revuelta fue organizada por jóvenes oficiales, casi todos amigos de nuestro personaje. Huelga decir que fue ahogada en sangre. El zar, para demostrar su apertura, invitó a Pushkin a San Petersburgo y le acordó que ya no tendría sensores para su obra literaria, sería el propio Nicolas I, zar de todas las Rusias, quien le serviría de sensor, incluso de consejero en lo que debía escribir.

Llegó la edad en la que Pushkin comenzó a pensar en matrimonio. Había una hermosa mujer en la alta sociedad rusa Nadiezhda Nikoláyevna Gontcharova que, por demás, era su pariente. Pronto se casaron en Moscú y más adelante eligieron domicilio en la capital. De este matrimonio nacieron cuatro hijos. A Nadezhda le gustaban mucho las fiestas y ser vista en todas partes. Era hermosa, deseada… y lo sabía. Para colmo, era gran derrochadora y el dinero siempre faltaba en la familia, a pesar de los muy generosos derechos de autor que cobraba Pushkin. Pronto empezó a rondar a la bella un oficial francés, Georges-Charles de Heeckeren d’Anthès, que había sido adoptado por el embajador holandés en San Petersburgo. Todo el mundo sabía que esta adopción era una forma de ocultar la relación homosexual que existía entre el oficial y al embajador. Eso no era razón suficiente para que el joven oficial cortejara a las mujeres, en particular a las casadas, como para alejar las miradas de la relación que con el embajador mantenía. Como dicen en Francia, navegaba a vela y a vapor.

La sociedad rusa era extremadamente cerrada y pronto le llegó a Pushkin una carta anónima en lo que le tildaba de cornudo. Entones las afrentas se resolvían en un duelo y de inmediato Pushkin retó al francés. Georges-Charles lo hizo desistir alegando que lo que realmente él buscaba al acercarse a Nadiezhda era poder estar cerca de una de sus hermanas con la que terminó casándose, siempre con el consentimiento de su amante holandés. Pero una vez casado, volvió a la carga para conquistar a la esposa de Pushkin. Aquí el duelo no se pudo evitar.

Cada uno declaró su propio padrino y se dirigieron a las afueras de San Petersburgo, a un lugar conocido como Río Negro, para lavar con sangre la deshonra. Era evidente que el ofensor tenía muchas más posibilidades que el ofendido. Primero tiro Georges-Charles, hiriendo a Pushkin en una pierna. Cayó al piso y perdió su pistola. El padrino se acercó con otra y Pushkin hizo dos disparos. Uno rebotó contra uno de los botones de la casaca del oficial y el otro disparo lo hirió ligeramente en el brazo. Entonces Georges-Charles tiró su segundo disparó hiriendo mortalmente a Pushkin en el vientre. Al llegar a casa y ver a su marido malherido, Nadiezhda perdió el conocimiento. A los dos días moría Pushkin de su herida.

Gracias a Pushkin, el idioma ruso, extremadamente rico en cuanto a su vocabulario, pasó a ser un idioma conciso, lo que facilitó la tarea de los escritores que le siguieron y también el de muchos científicos rusos. La obra de Pushkin ha servido de inspiración a otros artistas. En particular se pueden nombrar dos óperas que escribió Chaikovski sobre sus novelas La Dama de Pique y Eugenio Oneguin. Hoy en día, Pushkin cuenta con una estatua en prácticamente cada ciudad rusa y es admirado y querido por todos los amantes de ese idioma y de la buena literatura.

(*) Traductor, intérprete, filólogo. Correo altus@sureste.com.

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