Franck Fernández Estrada (*)
Fuente: Diario de Yucatán
Mucho se ha discutido sobre los verdaderos descubridores del continente americano. Definitivamente, los primeros en descubrir este continente fueron los ancestros de los amerindios que, al atravesar el estrecho de Bering a pie, fueron poco a poco poblando todo el continente de norte a sur. Eso es innegable y se produjo bastante antes de lo que los historiadores habían creído hasta no hace mucho.
También se ha hablado mucho de la presencia de vikingos, al mando de Leif Erifson, quienes establecieron una colonia en lo que hoy en día es Terranova en Canadá a la que llamaron Vineland porque vieron que en esas tierras se podía cultivar la vid.
Los arqueólogos han descubierto vestigios de este asentamiento, pero la presencia de los vikingos en Vineland no fue permanente. Al cabo de unos años, Leif Erifson se regresó a sus tierras y no hubo ninguna otra población vikinga en América. Muchos afirman que los irlandeses también llegaron sobre el siglo XI a América. Otros apoyan la teoría de que fenicios y egipcios habrían llegado hasta nuestro continente. Más adelante, cuando el rey francés Felipe IV el Hermoso abolió la ley de los templarios, otros afirman que algunos pocos que lograron escapar con vida vinieron a refugiarse a lo que hoy en día es Canadá.
Las versiones son innumerables y la mayoría de ellas carecen de sustento histórico y arqueológico para darlas por buenas.
En 2002 surgió una nueva hipótesis presentada por un antiguo comandante de submarinos de la Royal Navy de Gran Bretaña, Gavin Menziers, quien publicó un libro en el que afirma que en el año 1421, es decir, 21 años antes que Cristóbal Colón, los chinos llegaron a nuestro continente. En aquella época, quien reinaba en China era el emperador Ming Yongle, de la famosa dinastía de los Ming.
Los juncos (que es como se les llama a los barcos chinos) tenían todas las condiciones técnicas y el tamaño para lograr llevar a buen fin tamaño proyecto. De hecho, eran bastante más grandes que las carabelas que utilizó Colón en su primer viaje a América, a saber la Pinta, la Niña y la capitana Santa María. Según esta hipótesis, habría sido el almirante Zheng He, eunuco, musulmán, quien habría estado al cargo de una gran flota de más de 140 barcos que partió de China para recorrer el mundo. Hasta ese momento, la costumbre de la marina china había sido el cabotaje, es decir, navegar pero no lejos de la costa, nunca realmente adentrarse mar adentro.
Esta hipótesis tiene su fundamento en un mapa descubierto en 2001 por un abogado y coleccionista chino que se lo compró a un anticuario por unos 500 dólares. El mapa en cuestión es una copia del año 1763 de otro mapa. En él se dice que es una copia fiel de otro mapa del año 1418. Ante la eventualidad de la existencia de un mapa de 1418 en el que se delineara casi a la perfección los trazos de los continentes aún “desconocidos”, Menziers publica su libro alegando que fue Zheng He, el comandante de la flota de la dinastía Ming, el que habría descubierto Australia, algunas partes de América, que habría llegado hasta los confines de la Antártica y que, viniendo desde África por el Atlántico Sur, habría doblado el Cabo de Hornos al sur de la América del Sur, dándole la primera circulación al planeta. Según Menziers, Zheng He habría regresado a China por el norte de Rusia. Otra parte de la flota habría llegado a América del Sur, descubriendo lo que hoy en día es Guyana, Perú y Ecuador, aventurándose una tercera flota hacia el sur para llegar a tierras de la Antártica. Pero cabe preguntarse, si el famoso pretendido viaje de Zheng He fue en 1421, ¿cómo es que el mapa existía ya tres años antes?
El detalle es que, a pesar de que los mapas tienen una sorprendente similitud a los contornos de África y América, desconocidos para la época, su autenticidad ocasiona debates. Otro de los elementos en los que se apoya mencionar es el hecho de haber encontrado anclas de fabricación china en la costa, California y en el Océano Índico, cosa que fue desmentida con posterioridad. Al regreso de Zheng He a China, el emperador había muerto. Hubo cambio de dinastía y en el trono habían sentado a un emperador niño. Sus regentes confucianos se negaban firmemente a la apertura de China al exterior. No se puede confirmar nada de lo escrito ni hecho por Zheng He en la medida en que todo fue destruido y quemado por los interesados.
Por otra parte, no olvidemos también que existe el interés de China, potencia naciente, a enriquecer su ya rica historia en un acto puramente xenófobo. De todas formas, el viaje de Zheng He es tan poco probable de confirmar como las misiones atribuidas a irlandeses, templarios, fenicios y egipcios.
Algo sí nos debe quedar claro. Con todos los claroscuros que algunos argumentan contra el descubrimiento y posterior conquista por parte de los españoles, fueron ellos los que realmente sentaron las bases para el surgimiento de nuestras naciones panamericanas y los padres de un mestizaje del que todos somos hijos de una u otra forma. Fueron ellos los que trajeron su idioma y sus costumbres, los que fundaron escuelas y universidades por todo el continente y los que dejaron sus apellidos Martínez, Covadonga, Sánchez, Estrada, Ibarra, Franco… a los latinoamericanos.
(*) Traductor, intérprete y filólogo.