jueves , 28 marzo 2024
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El Kremlin

Por Franck Fernández (*)

Publicado en Diario de Yucatán

Sin lugar a dudas, el país más grande del mundo es Rusia. Se extiende por dos continentes. En el pasado, Rusia tenía tierras incluso en América, Alaska, cuando el zar Alejandro II decidió vender estas tierras a Estados Unidos por la suma de 7.2 millones de dólares, necesitado que estaba para poder financiar la Guerra de Crimea de 1853. Tampoco cabe duda de que el monumento más emblemático de este inmenso país es el Kremlin. Pero ¿qué es el Kremlin? ¿Qué significa esa palabra? Para comenzar, en ruso la palabra “kreml” significa fortaleza y eso es lo que es este monumento, una fortaleza. Pero en ningún momento podemos considerar el Kremlin como un edificio. El Kremlin es una gran zona del centro de Moscú rodeada por una gran muralla donde hay toda una serie de edificaciones: seis catedrales, un cuartel, un arsenal, un gran palacio, varios palacios más pequeños, oficinas, un Palacio de congresos que también funge como teatro… Las murallas que circundan esta fortaleza tienen 20 torres.

Entre esas 20 torres, la más conocida es la Torre Spásskaya. Su nombre viene de la palabra rusa “spasitel’, que significa “salvador”. En su momento fue la entrada principal a la fortaleza y desde el año 1643 en ella había una imagen del Cristo Redentor, razón por la que todo aquel que pasara por ella, incluso el propio zar, tenía que retirarse el sombrero en honor a Cristo. También es reconocida por su gran reloj, que es el que marca la hora de todos los grandes acontecimientos de este país, a pesar de sus 7 husos horarios. Este reloj tiene un carrillón que inicialmente difundía el himno zarista, con la llegada de los soviets interpretaba el himno revolucionario y en estos momentos, a las 12 del día, transmite las notas del himno ruso.

Si miramos el Kremlin desde arriba veremos que casi tiene la forma de un triángulo. Uno de sus lados mira al río que le da nombre a esta ciudad, el río Moskova, por el segundo lado mira a la Plaza Roja y, por su tercer lado, mira a la ciudad. Es en el siglo XI que comienza la construcción y la historia de esta fortaleza, levantada por el Príncipe Dolgoruki (literalmente Manos Largas) y en sus inicios era de madera. Su objetivo era proteger a una aldea que se encontraba al interior. Con el transcurso de los siglos, esta cerca de madera fue reemplazada por las murallas de ladrillo que conocemos hoy día y la aldea que se encontraba dentro fue a su vez reemplazada por todos los edificios que les he mencionado. Durante su historia, el Kremlin sufrió varias destrucciones, unas debidas a incendios, otras debidas a terremotos o incluso a invasiones: tártaros de Crimea y polacos entre ellos.

Es en el Kremlin que se instaló Napoleón Bonaparte cuando vino a conquistar Rusia para anexarla a su gran imperio continental. Esto fue en 1812. Desde sus murallas, Napoleón venía como el fuego consumía Moscú, pues los moscovitas prefirieron destruir su ciudad a entregársela al invasor francés. A pesar de que Pedro I en el año 1703 trasladó la capital a la nueva ciudad de San Petersburgo, no por ello el Moscú y su Kremlin dejaron de ser el corazón de Rusia.

Y después, cuando fueron los soviets los que, con un golpe de estado, tomaron las riendas del país decidieron devolver la capital a Moscú. Fue dentro de las murallas del Kremlin que fijaron residencia los dirigentes comunistas. A la muerte de Lenin en 1924, a los pies de las murallas se erigió el conocido mausoleo para alojar y presentar a las futuras generaciones su cuerpo embalsamado. En la época soviética largas filas de ciudadanos, con frío o calor, esperaban para ver sus restos. Hoy sus puertas solo se abren determinados días y a determinadas horas y los visitantes son pocos. Las murallas de Kremlin también sirvieron de tumba a todos los personajes importantes de la historia rusa desde 1918 hasta la caída del comunismo. También a los pies de las murallas del Kremlin se encuentra la tumba del soldado desconocido donde, con una llama eterna, el pueblo ruso honra la valentía de sus héroes que entregaron su vida durante las diferentes guerras que ha vivido el país.

Tenemos que tomar en cuenta que el Kremlin no es algo exclusivo de la ciudad de Moscú. Otras ciudades de esta gran nación tienen su propio kremlin. En un momento determinado, en Rusia había 60 ciudades con su fortaleza, su “kreml”.

Pero volvamos al monumento de Lenin. Desde su construcción hasta el fin de la época soviética, el techo del mausoleo de Lenin servía de tribuna a los dignatarios del régimen. Es ante este mausoleo, que mira a la Plaza Roja, que se celebraron todos los grandes desfiles cívicos y militares de la URSS, siendo quizás el más sobrecogedor aquel cuando las tropas soviéticas, que regresaban del frente, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, tiraron de forma desorganizada las banderas y los estandartes de la derrotada Alemania.

Era en una de estas seis catedrales de las que le hablaba al inicio, en la Catedral de la Dormición, que se celebraban las ceremonias de consagración de los zares de Rusia. Fue precisamente en esta catedral que se celebró la última de ellas, el 14 de mayo (o según nuestro calendario el 26 de mayo) de 1896 que se coronó Nicolás II con su esposa Alejandra. Otros de los edificios de Kremlin es el Arsenal, larga construcción que en un extremo acoge la Cámara de los Brillantes, donde se conservan las joyas imperiales al lado de muchas otras maravillas de joyería. En la otra punta del Arsenal se exponen decenas de vajillas de oro con las que se agasajaban a los dignatarios extranjeros de visita en Rusia y colecciones de antiguas armas y armaduras.

Hoy día, el Kremlin no solo es símbolo del poder supremo de Rusia, sino que es un lugar de paseo, de cultura, de entretenimiento, de ocio y de encuentro con la historia.

(*)Traductor,  intérprete y filólogo; correo electrónico: altus@sureste.com

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