viernes , 19 abril 2024
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Descomposición y esperanza por Antonio Salgado Borge (*)

Pobladores de Chablekal e integrantes del Equipo Indignación, la más importante organización defensora de Derechos Humanos, intentaron proteger a don Salvador Euán Chi, un anciano que requiere de una silla de ruedas y que nunca ha vivido en otro predio, de un desalojo que consideraban arbitrario e injusto. La fuerza pública actuó con desmesurada violencia y detuvo a cinco pobladores y a dos activistas. Los lectores de Diario de Yucatán conocen perfectamente lo ocurrido.

Los sucesos de Chablekal revisten la mayor importancia, por lo que haríamos muy mal en reducirlos a la categoría descontextualizada de acción legal o subestimándolos. No estamos ante un hecho surgido de la nada y necesitamos subrayar el origen y trascendencia de lo ocurrido. El caso Chablekal es muy grave porque ha evidenciado, con cruda claridad, un creciente malestar ciudadano que nuestros gobernantes no han sabido interpretar. Justamente, con el fin de entender lo ocurrido este artículo incorporará los enfoques de Jenaro Villamil, Eduardo Huchim, Dulce María Sauri y Guillermo Mendicuti, yucatecos conocedores del contexto local y nacional que son protagonistas de la vida pública en México y referentes en sus respectivos campos de acción. Sus opiniones fueron solicitadas por el autor de esta columna expresamente con el fin de ser utilizadas en este espacio, y se reproducen a continuación con previa autorización. A todos agradezco infinitamente su disponibilidad y su confianza.

Jenaro Villamil es un periodista yucateco cuyo trabajo crítico e independiente es reconocido en toda la república. Desde hace varios años Villamil Rodríguez forma parte del equipo de colaboradores de la infuyente revista “Proceso”. El también director del portal Homozapping tiene claro que los sucesos de Chablekal no pueden ser leídos abstraídos del resto de la república: “Lo ocurrido en Chablekal va en sintonía con el estilo priista de la era Peña en estos meses: endurecimiento político, criminalizar la protesta, privilegiar el uso de la fuerza policiaca y proteger a los grandes especuladores inmobiliarios.

De acuerdo con este periodista, estaríamos ante graves violaciones a derechos humanos que le recuerdan lo ocurrido hace algunos años en el Estado de México, cuando Peña Nieto fue gobernador; “en Chablekal nació la manera grotesca de desplazar a la política para volver a esta población una réplica de Atenco”, sentencia. Villamil Rodríguez también pone énfasis en los ataques a la organización defensora de derechos humanos Indignación y el discurso oficial que ha acompañado a la represión. “Es clara la falta de respeto a defensores de derechos humanos y la línea mediática para acusar a los pobladores de ‘atacar’ con piedras, como si fueran peligrosos delincuentes”.

Por su parte, el periodista y escritor yucateco Eduardo Huchim May, colaborador editorial en el periódico “Reforma” y en Diario de Yucatán, resalta con preocupación la forma en que procedió la policía local: “Chablekal es claro ejemplo del uso excesivo de la fuerza pública contra la población, incluidos los niños expuestos a gases lacrimógenos, y de cómo los defensores de derechos humanos son agredidos y detenidos, como está siendo práctica reiterada en el sexenio de Peña”.

Huchim May es sin duda uno de los intelectuales yucatecos más reconocidos en la actualidad. Sus profundos análisis en diversos medios de comunicación —incluidas sus frecuentes participaciones con Carmen Aristegui— son indispensables para muchos de quienes aspiramos a entender a nuestro país. Este analista yucateco pone el dedo en el renglón y alude a los planes de seguridad que se han anunciado en nuestro estado. Para Eduardo Huchim, “la sola adquisición de equipo multimillonario no logrará la eficacia de una policía sin conciencia de que su función esencial es proteger a los ciudadanos”. El escritor también hace referencia a la necesidad de reparar los daños y al papel que el gobernador debería asumir en este caso: “Rolando Zapata, quien por cierto no ha hecho su declaración ‘3 de 3’, debe ofrecer una explicación pública y disculpas a las víctimas (con indemnización por daños), además del castigo a los victimarios”.

La ex gobernadora Dulce María Sauri, articulista en este mismo periódico, considera que lo ocurrido no era algo esperable. “Podría decirte de entrada que me sorprendió el uso de la fuerza pública para un desalojo. Es enormemente difícil que eso suceda, más cuando ahora las instancias de mediación creadas para resolver este tipo de problemas supuestamente funcionan correctamente. Aparentemente, un pleito entre parientes y vecinos se resuelve con uso desmedido de la fuerza, incluyendo gases lacrimógenos y detención de dos representantes de Indignación”.

Dulce María Sauri, maestra en Historia que se ha caracterizado en años recientes por sus investigaciones y exposiciones sobre aspectos sociales de Yucatán, ve los sucesos de Chablekal como parte de un problema más amplio: “Por otra parte, la reacción de los vecinos, asaltando y destruyendo la tienda del supuesto promotor, es también un síntoma de malestar social que tuvo en ese momento una violenta manifestación. Chablekal tiene una cadena de padecimientos: despojo de tierras; cambio de ocupación, al pasar de henequeneros a proporcionar servicios a La Ceiba y al Country, una verdadera revolución que, creo, no se ha justipreciado en su real magnitud”. Al igual que Eduardo Huchim, la maestra Sauri señala la importancia del momento y considera que lo ocurrido constituye “un verdadero chuchuluco al recién estrenado Escudo (Yucatán)”.

Con diferentes estilos y aristas, los tres referentes locales citados comparten una preocupación de fondo por el empleo excesivo de la fuerza de parte de la policía local y por entender el sentido de lo ocurrido sin desvincularlo de la realidad nacional y local. Me parece que Sergio Aguayo, profesor de la Universidad de Harvard y del Colmex, nos ofrece en su indispensable libro “Remolino” un detallado análisis de dos conceptos clave que nos permiten entender las fuerzas que se enfrentaron en Chablekal. De acuerdo con el doctor Aguayo, el capital social puede ser tanto positivo como negativo. El positivo abarca organizaciones de defensa de derechos humanos —como el Equipo Indignación—, medios de comunicación, cámaras empresariales, clubes deportivos —entre otros— y es como la piel de un leopardo. El capital social negativo consiste en todo el tejido social que se forma a partir de personas agrupadas en torno a prácticas barbáricas o antidemocráticas.

Por una parte, los yucatecos podemos percibir el veloz avance de nuestro capital social negativo. La vida en Yucatán se ha venido deteriorando porque, con el tiempo suficiente, no hay política de seguridad que resista a la combinación de crecimiento demográfico, modelos económicos extractivos —casi coloniales—, corrupción y prácticas predemocráticas. Chablekal ha sido víctima de este esquema, por lo que su hartazgo y desconfianza en nuestras autoridades es entendible. Por otro lado, algo fundamental y casi silencioso ha venido ocurriendo en Chablekal. En otros sitios del estado, un anciano hubiera sido lanzado a la calle sin mayor problema. Si los pobladores de esta comunidad no estuvieron dispuestos a aceptar la injusticia cometida a uno de los suyos es porque son un atípico grupo de personas conscientes de su lugar en el mundo y listos para defender sus derechos (“Sinembargo”, 6/5/2016). Y este tanque de capital social positivo se debe en buena medida a la permanente presencia de Indignación en esa comisaría.

Este es justamente el sentido de la opinión de Guillermo Medicuti Loría, director de la Feyac, organización de la mayor relevancia para la construcción de capital social positivo en Yucatán, y cuya labor en lugares como Flamboyanes demuestra que otro estado de cosas es posible. “El tejido social de una comunidad no puede realizarse ‘desde arriba’ a través de programas que la mayoría de las veces se convierten, en el mejor de los casos, en acciones asistencialistas que terminan deformando los valores humanos del progreso, aún provengan de manos privadas”. Para Medicuti Loría, “los mejores resultados documentados en América Latina del desarrollo social integral son los que parten desde las capacidades propias de cada comunidad. El reto es la participación de los sectores políticos, privados y sociales en forma articulada, privilegiando el bien común”.

La violencia desmedida es injustificable y nos debe servir como recordatorio de que la represión a las manifestaciones de nuestros padecimientos es un contrasentido; la fórmula que ha llevado a la descomposición social en Yucatán evidentemente ya no es sostenible. Empero, Chablekal también nos debe hacer ver con claridad que en la lucha organizada contra la injusticia y en el capital social positivo está la única salida posible de este atolladero.

Excurso

Aprovecho este espacio para felicitar a Miguel Baquedano Pérez, rector de la universidad Marista, por su reciente ratificación en el cargo que ha desempeñado tan exitosamente en los últimos años. El rector Baquedano lamenta la falta de diálogo en el caso Chablekal, y subraya que “a pesar de ser un proceso apegado a derecho, deja una sensación de injusticia”.— Mérida, Yucatán.


*Maestro en Estudios Humanísticos con especialidad en Ética ( ITESM). Profesor y director en la Universidad Marista de Mérida

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