jueves , 28 marzo 2024

Recuento de campaña

Elecciones Yucatán (3)

Rodrigo Llanes Salazar (*)

Mientras la campaña para elegir al presidente de México está marcada por una narrativa de “cambio” —¿qué tipo de cambio queremos?— y ha tenido en su centro la discusión sobre la corrupción, en Yucatán el relato dominante ha sido sobre la “continuidad” con el actual gobierno estatal: ¿quién continuará y cómo lo hará?

La atracción de inversiones, un crecimiento económico casi del doble que el nacional y la seguridad han sido los pilares que han posicionado al gobierno de Yucatán como uno de los mejores evaluados en el país, y han logrado, en gran medida, un escenario distinto al de la política nacional. Además de la apuesta por la continuidad, el PRI en Yucatán seguramente sobrevivirá, en un marcado contraste con la debacle de dicho partido que se espera en lo nacional.

Poco antes del inicio del proceso electoral, en noviembre del año pasado, reinaba la incertidumbre: ¿quién sería el candidato del PRI?, ¿Jorge Carlos Ramírez Marín o Pablo Gamboa Miner? Ninguno de los dos. Como es sabido, el ungido resultó Mauricio Sahuí Rivero, un político comúnmente asociado con la impopular exgobernadora Ivonne Ortega Pacheco y que, antes del inicio del proceso electoral, se vio cuestionado por la instalación de una serie de espectaculares de una revista local en donde aparecía con el brazo levantado por el gobernador del Estado. Los críticos denunciaron que se trataba de un acto anticipado de campaña.

En el PAN, los principales aspirantes a la candidatura a gobernador eran Mauricio Vila Dosal, entonces presidente municipal de Mérida; Renán Barrera Concha, quien ocupó el cargo antes de Vila, y Joaquín —Huacho— Díaz Mena. Como también es sabido, Vila quedó como candidato a la gubernatura, Barrera a la presidencia municipal de Mérida y, Díaz Mena, sin la candidatura al Senado, dejó al PAN y fue seleccionado como candidato a la gubernatura por Morena.

La salida de Huacho, un político que goza de popularidad en los municipios del “interior” del Estado, fue vista no solo como un cisma para el PAN, sino como un obstáculo para obtener votos fuera de Mérida. Mientras que el 27 de febrero de este año, la encuestadora Massive Caller daba a Vila un 38.2% de la intención de voto y a Sahuí el 29.8%, en la encuesta del 13 de marzo, que ya incluía a Díaz Mena, le daba a este último un 13.3% de la intención de voto, mientras que a Vila le restó 5 puntos y a Sahuí 3 puntos.

La campaña por la gubernatura de Yucatán, un Estado fuertemente bipartidista, parecía ser entonces una contienda entre dos Mauricios; una disputa, como ya vimos, por la continuidad con el gobierno de Rolando Zapata Bello (Salgado, “Guste o no, Mauricio será gobernador”, D.deY., 3-6-18).

Esto era esperable por Sahuí, candidato del partido en el gobierno. Vila, en cambio, expresó en varias ocasiones que el actual gobierno del Estado ha tenido buenos resultados, con los que continuaría; la excepción, para el ex alcalde de Mérida, era el ámbito de la salud, tema sobre el cual ha concentrado su campaña. Solo en semanas más recientes Vila ha cuestionado otros aspectos del actual gobierno estatal, como el problema de violencia de género y de feminicidios.

Lamentablemente, las campañas de los candidatos a la gubernatura han estado caracterizadas por lemas vagos —“Yucatán primero”, que recuerda al “America first” de Donald Trump; “Yucatán merece más”— y por una numeralia de dádivas —cuántas computadoras, becas, cámaras de vigilancias, acciones de vivienda o chequeras de salud entregarán—; no por la exposición de una plataforma clara y coherente de gobierno. Durante meses, las páginas de internet oficiales de los candidatos no incluyeron una sola propuesta de gobierno.

En este sentido, los debates entre los candidatos, tanto los dos oficiales organizados por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Yucatán (Iepac), como los convocados por otras organizaciones, resultaron más una exposición de spots e intercambio de descalificaciones personales, que una verdadera confrontación de proyectos de gobierno.

En un proceso electoral que en el ámbito nacional ha estado marcado por acusaciones en torno al problema de la corrupción —si José Antonio Meade puede deslindarse o no de un presidente asociado con la corrupción; si Ricardo Anaya es culpable de lavado de dinero; si Andrés Manuel López Obrador realmente combatirá la corrupción—, en Yucatán, fue Díaz Mena quien lanzó la primera piedra en esta materia.

Entre las descalificaciones personales, en el primer debate organizado por el Iepac, Díaz Mena denunció que Vila ha desviado más de 200 millones de pesos del Ayuntamiento de Mérida a través de una red de una veintena de empresas fantasmas.

Entonces, la Auditoría Superior del Estado de Yucatán inició una pronta investigación, hecho que los panistas denunciaron como una intervención del gobierno del Estado en el proceso electoral. También llamó la atención que Díaz Mena solo acusara a Vila, y no realizara denuncias similares a Sahuí o al gobierno del Estado.

El viernes pasado, el ex gobernador panista Patricio Patrón Laviada denunció una “estafa maestra” cometida por el gobierno del Estado, en la que habría desviado unos 160 millones de pesos en el sector salud (D.de.Y., 22-6-18). Con esta denuncia se pretende cuestionar la idea de que el PRI en Yucatán es una excepción al PRI nacional y de otros estados, severamente cuestionado por escándalos de corrupción, y comparar a Zapata Bello con políticos como Javier Duarte (McCarthy, “El modelo Duarte en Yucatán”, D.deY., 23-6-18).

Sin embargo esta grave acusación se ha visto eclipsada por presentar una foto que en realidad es de Venezuela y por su finalidad claramente electoral, debido al momento en el que se presentó. También es notorio que, por lo menos en sus redes sociales, ni Vila ni Díaz Mena retomaron esta denuncia.

Hasta la fecha, las encuestas nos han presentado una contienda electoral cerrada. Mientras que entre enero y marzo Massive Caller ubicaba a Vila en primer lugar (el 27 de febrero lo posicionó como puntero con 38.2% de la intención del voto) y a Sahuí en segundo, y la encuesta de “El Universal” del 25 de abril también ubicó a Vila en un primer lugar con 33.4% de la preferencia, 3 puntos arriba de Sahuí, las encuestas de Arias Consultores, Opinión Pública y Berumen/Ipsos han colocado al candidato priista por encima del panista.

En su encuesta del 18 de junio, Arias Consultores ubicó a Sahuí con 42%, casi el doble de puntos de Vila, con 23.5%.

Acaso una de las mayores novedades de este proceso electoral sea la sacudida al tradicional bipartidismo de la entidad. En las últimas semanas, diversas encuestas, como las realizadas por Coparmex, Arias Consultores y Berumen/Ipsos, han revelado que Díaz Mena casi empata a Vila en intención del voto.

Según la encuesta ya citada de Arias Consultores del 18 de junio, mientras que Vila tiene el 23.5% de la intención del voto, Díaz Mena cuenta con el 23%. En contraste, Jorge Zavala Castro, candidato del PRD, se encuentra en un muy lejano cuarto lugar sin haber alcanzado si quiera el 3% de intención de voto en las encuestas.

La interpretación compartida sobre el ascenso de Díaz Mena en las encuestas es que esto se debe al “efecto” provocado por Andrés Manuel López Obrador, quien goza de amplia ventaja en prácticamente todas las encuestas.

¿Pero será suficiente el efecto AMLO para que la coalición “Juntos haremos historia”, conformada por Morena, PT y PES, gane presidencias municipales y diputaciones locales en Yucatán? Actualmente, Morena solo gobierna en un municipio —Valladolid— y solo cuenta con una diputada local —Jazmín Villanueva, ahora con licencia—. El PT y el PES no cuentan con ningún gobierno municipal ni diputación local.

Sin embargo, la sacudida al bipartidismo yucateco se enfrenta a otro desafío. Según algunas fuentes, ante el inminente triunfo de López Obrador en la Presidencia de la República, los demás partidos han concentrado sus energías en obtener los otros cargos de elección, incluyendo las gubernaturas estatales, las presidencias municipales y las diputaciones locales (además de las federales y las senadurías).

En este escenario, lo más probable es que el próximo gobierno de Yucatán represente la continuidad con el gobierno actual; sin embargo, a diferencia del presente, tendrá que tratar con un gobierno federal encabezado por López Obrador, con presidencias municipales y diputaciones locales más diversas (incluyendo la posibilidad de un primer diputado local verdaderamente independiente).

Si el próximo gobierno apuesta por la continuidad, toca a la oposición, a los periodistas y medios de comunicación, a las organizaciones de sociedad civil y activistas, a las cámaras empresariales y a la ciudadanía en general, impulsar los cambios que Yucatán necesita.

No puede haber continuidad para el 40% de la población que se encuentra en situación de pobreza en el Estado; tampoco puede haber continuidad en un transporte público deficiente y un crecimiento urbano desordenado; en la violencia de género y los feminicidios, el uso de la tortura por los agentes de seguridad, el despojo de tierras y recursos a comunidades mayas, la devastación ambiental (incluyendo la deforestación y la contaminación del agua), la violación de derechos de la comunidad LGBTIQ. Yucatán merece algo diferente.— Mérida, Yucatán.

Rodrigo.llanes.s@gmail.com

@RodLlanes

Investigador del Cephcis-UNAM

Fuente: Diario de Yucatán

 

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