sábado , 18 mayo 2024
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Los pingüinos maraconi

Por: Franck Fernández(*)

Fuente: Diario de Yucatán

Creo que a todos nos gusta ver en la televisión documentales sobre la vida animal. Estos documentales nos pueden enseñar tanto la crueldad con los que algunos animales pueden tratarse para su protección o su alimento, pero al mismo tiempo también nos dan prueba de amor por sus hijos y, en sentido general, suele ser agradable verlos en su vida salvaje.

Entre los animales que generan más simpatías están los pingüinos. En una reciente película de cómics, un felino los llamaba “pajaritos bien vestidos”. Y es que los pingüinos, con los colores y disposición de sus plumas, nos recuerdan el famoso esmoquin de los caballeros elegantes y con su caminar, tambaleándose de derecha a izquierda, nos llenan de ternura. Ternura que también nos provoca ver cómo y con qué amor cuidan a sus hijos protegiéndolos de la nieve porque, a diferencia de muchas otras aves, los pingüinos por vivir en tierras frías no tienen la posibilidad de construir un acogedor y calentito nido para sus polluelos. En el mejor de los casos un poco de guijarros sirven de cuna a estos polluelos y, en la mayoría de los casos, se tienen que mantener tranquilitos entre las patas de sus padres para no congelarse.

Pero entre todos los pingüinos hay uno que resulta particularmente estrafalario por unos plumajes amarillos que le salen de encima de los ojos. Este plumaje amarillo es tanto más vistoso en la medida en que los pingüinos de esta variedad son negros en toda la parte superior de su cuerpo, haciendo un contraste con el amarillo de estas plumas. A esta variedad de pingüinos se les llama macaroni. Pero ¿a alguien se le ha ocurrido preguntarse de dónde viene el nombre macaroni? ¿Acaso son animales que nacen en Italia? Pues no porque, por naturaleza, los pingüinos viven allí donde hay mucho frío. Pero hagamos un poco de Historia.

En la Inglaterra de los años 1700, si bien había reyes estos no reinaban, se limitaban a firmar las leyes pues era un parlamento el que determinaba la política del país. Es lo que se llama monarquía constitucional. En esta época en el resto de Europa este no era el caso, en particular en Francia. Con los reyes Luis XIV, XV y XVI, la monarquía era absoluta y el menor de los deseos del Rey era ley. Esta fue una de las razones por las que hubo una revolución francesa.

Pero volvamos a Inglaterra de esa época. El desarrollo industrial comenzaba fuertemente en este país debido a la pujante burguesía que se había logrado desarrollar precisamente gracias a esta forma de gobernar de monarquía constitucional. No solo eran ricos los nobles sino también había una ya importante burguesía que ocupaba importantes escalones de la sociedad. Los jóvenes de esta fuerte burguesía o de la nobleza, al terminar sus estudios, realizaban lo que se llamaba un “Grand tour”, es decir, era una especie de año sabático que se tomaban estos chicos dedicados al ocio, a gastar el dinero que no habían ganado y a disfrutar de los vicios de la vida. Dentro del “Grand tour”, la costumbre era visitar el continente, como le dicen los ingleses al resto de Europa, en particular Francia y las entidades administrativas que aún no formaban Italia.

Algunos de estos jóvenes, extremadamente ricos, regresaron a Inglaterra con ropas que, si bien se inspiraban de lo que habían visto en particular en la corte de Luis XV, pasaban a los extremos haciendo que cada uno de los accesorios que portaban fueron cosas muy estrambóticas, grandes y llamativas. Como si fuera poco, se vestían de colores chillones, en muchas ocasiones colores que nada tenían que ver unos al lado de otros. Sus exageraciones no solo se limitaban a la ropa. Usaban inmensas pelucas que podían ir teñidas de fuertes colores y adornadas de plumas. Para colmo, encima de esas inmensas pelucas colocaban sombreros desproporcionadamente pequeños. Estos jóvenes eran exageradamente afeminados y, con la idea de que nadie los entendiera, se inventaron un vocabulario en el que combinaban palabras del inglés, del francés y del italiano. Hablar esa jerigonza era el más alto símbolo de distinción y daba el toque para ser reconocidos como “los más chic”.

Huelga decir que el resto de la población se burlaba de estos jóvenes por dos razones principales: una por sus maneras exagerada y provocativamente afeminadas y la otra era por sus estrambóticas ropas y lenguaje. Estos jóvenes se agruparon en un club al que llamaron “Club Macaroni” en alusión al famoso plato italiano. Evidentemente, esta moda pasó como suelen pasar las modas y dio lugar a otra que recibió el nombre de “dandismo”, pues era la que llevaban los que se hacían llamar “dandys”.

Aquí ya mi querido lector habrá podido entender la relación entre estos irreverentes jóvenes y nuestro gracioso animalito de gélidas tierras. Los marinos ingleses que, años más tarde surcando los mares del mundo en viajes de comercio o de descubrimiento, al ver a estos simpáticos pingüinos de mechas amarillas recordaron a aquellos jóvenes que fueron el hazmerreír de sus abuelos. No olvidemos el famoso refrán: “de la moda, lo que te acomoda”. No podemos llevar a pie juntillas los dictámenes de las modas del momento. Debemos ser el principal juez de nosotros mismos teniendo como leal amigo al espejo de la casa que él, mejor que nadie, te dirá lo que te va y que no te va de la moda.

(*) Traductor, intérprete y filólogo, correo electrónico: altus@sureste.com

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