sábado , 18 mayo 2024
Ultimas Noticias

Seis golpes y una inesperada despedida

Abril Barrón Boeta (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Hace varias semanas leí en “El Universal” un artículo en el que unos paramédicos relataban su experiencia ante el Covid-19. Recuerdo que me estremeció la historia de una señora que, al ya no poder respirar, le preguntó al paramédico qué era lo que le pasaba, que no podía morir, que tiene hijos.

“¡Qué difícil es para la gente que está viviendo esto! ¿Por qué no se cuidan si saben que esto puede pasar? ¿Por qué siguen saliendo?”, me pregunté.

Pensé compartir en mis redes sociales el artículo, pero no lo hice.

Han pasado las semanas y todos andamos desesperados por salir. He escuchado que mis amigos se reúnen con otros amigos.

“¿Ya se puede?”, preguntaba, y la respuesta era contundente: “Todos nos estamos súper cuidando”.

Así empezaron las pequeñas reuniones de carnes asadas, entre otras ocasiones de encuentro, durante el fin de semana. Veías a una pareja, al otro fin de semana veías a otra que igual se está “súper cuidando”.

Reconozco que yo misma he hecho comentarios como “ya deben abrir”, “al final, todos nos vamos a contagiar”, “ya tienen que quitar la ley seca”.

Por motivos de Dios, para el momento de la pandemia mi madre empezó a tener malestares físicos, por lo que traté de evitar reuniones con los “grupos Covid” que se “súper cuidan”.

¿Quién te asegura que tu gente y tus amigos se están cuidando al cien por ciento? No se puede, para eso tendrías que estar totalmente aislado, cosa que no pasa y, ciertamente, no va a pasar.

Así ha transcurrido esta nueva realidad, cuando de pronto…

Golpe 1: Tu mamá tiene cáncer.

Golpe 2: También tiene Covid-19.

Ahí es donde te preguntas: “¿Pero… cómo? ¿Quién la contagió? ¡Si ella nunca ha salido! Si el chofer traslada al personal de servicio o se les pide Uber. ¿Cómo pudo ser posible?”.

Golpe 3: Tu mamá fallece en el lapso de una semana. ¿Cómo puede ser? Si apenas hace cuatro meses estaba cantando en un escenario en una velada que nunca olvidarán los que estuvieron.

Golpe 4: Para tu buena suerte, diste positivo al virus. Eso te da la posibilidad de pasar a la funeraria para ver que tu mamá es trasladada a cremación. No hay un adiós de cerca, no la puedes ver ni tocar, no puedes más que ir al cementerio y ver una bolsa negra y ahí, en la noche más obscura de tu vida, pides perdón por todo lo que hiciste o no por quien te dio la vida y siempre estuvo para ti.

Golpe 5: Está sin gente la misa que esperabas que fuera el adiós más emotivo. Ni la voz más angelical puede compensar esa soledad.

Golpe 6: Tienes que estar en total confinamiento sin poder abrazar a nadie en tu dolor, sin ver ni tocar a tus hijos y explicarles que su “Abu” ya murió. Tratas de dormir lo más que se pueda para que el tiempo pase y el virus se vaya de ti.

Siempre he pensado que el ser humano tiene que vivir la tragedia de cerca para captar, para entender que toda vida importa y que en la estadística de más de 26,000 familias que han perdido a un ser querido, ahora estas tú.

Todos estos golpes que enumeré son mi nueva realidad. Para quien no ha vivido lo anterior, la angustia de esta “nueva normalidad” es el uso obligatorio de tapabocas, la escuela por Zoom, reuniones en casa y no en un restaurante… tu nueva realidad también puede ser la mía.

Si no quieres ser parte de ella, aguanta y quédate en casa, porque nadie te puede asegurar que tú o tu ayuda doméstica o tu amigo Covid están cuidándose al cien por ciento. No formes parte de esa estadística.

Gracias a toda la gente de la Clínica de Mérida, a todos los doctores, enfermeros, y demás personas que hicieron todo lo posible por mantener a mi madre viva. Son unos guerreros, tal como mi madre lo fue.

Abogada.

Deja un comentario

Ver también

Palabra de Antígona | Mayo, madres, maestras, enfermeras

Por: SemMéxico Sara Lovera* Mayo me duele. No puedo olvidarme de las movilizaciones de las …

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *