Franck Fernández Estrada (*)
Fuente: Diario de Yucatán
La Era Meiji, que duró oficialmente de 1868 a 1912, es uno de los períodos más cruciales y transformadores en la historia de Japón.
Durante estos años, Japón experimentó una transición espectacular de un sistema feudal y aislacionista a una nación moderna, industrializada y occidentalizada. Este proceso de transformación se conoce como la Restauración Meiji y marcó el fin del gobierno del shogunato Tokugawa y el regreso al poder del Emperador Meiji, quien encabezó los cambios sociales, políticos, económicos y culturales que remodelaron Japón para convertirlo en una potencia mundial.
La occidentalización de Japón durante esta era fue un fenómeno complejo que abarcó desde la política hasta la vestimenta y tuvo repercusiones profundas tanto dentro como fuera del país.
En 1853, Japón estaba bajo un sistema feudal dominado por el shogunato Tokugawa, que había gobernado durante más de 250 años. Japón estaba aislado del resto del mundo por políticas de sakoku, que significa nacional. Estas políticas impedían el comercio exterior y limitaban las relaciones con otros países. Sin embargo, la llegada del comandante estadounidense Matthew Perry en 1853 con una flota de barcos de guerra fue el catalizador de un cambio dramático. Su demanda de que Japón abriera sus puertos al comercio exterior con las potencias occidentales rompió el aislamiento y expuso la vulnerabilidad de Japón frente a las naciones tecnológicamente avanzadas.
En 1868, los líderes del movimiento sonno joi (honra al emperador y expulsa a los bárbaros) lograron restaurar al Emperador como líder del país. El joven Emperador Meiji ascendió al trono y bajo su reinado comenzó la era de reformas radicales conocidas como la Restauración Meiji.
Uno de los primeros actos importantes del nuevo gobierno Meiji fue abolir el sistema feudal y centralizar el poder en manos del Emperador. En 1869, el Emperador recuperó el control de los dominios que anteriormente pertenecían a los señores feudales, conocidos como daimyos, quienes fueron despojados de sus tierras y su poder. En su lugar, el gobierno Meiji introdujo un sistema de prefecturas y funcionarios nombrados por el estado para gobernar el país.
En el ámbito social, se promovió la igualdad ante la ley y la creación de una nueva clase media que sustituiría al sistema jerárquico tradicional de samuráis, campesinos, artesanos y comerciantes. Además, en 1871 se implementó una reforma agraria que redistribuyó la tierra entre los campesinos, lo que permitió la expansión de la producción agrícola.
En cuanto a la economía, la Restauración Meiji impulsó una modernización sin precedentes. El gobierno adoptó un modelo de industrialización rápida, basándose en la experiencia de las potencias occidentales. Japón construyó ferrocarriles, fábricas y una infraestructura moderna. También se impulsó la inversión en industrias clave, como el acero, la industria textil y la maquinaria. Se fundaron importantes empresas, conocidas como los zaibatsu, grandes conglomerados industriales que jugaron un papel central en el desarrollo económico de Japón.
La occidentalización de Japón fue un proceso multifacético que implicó la adopción de muchos aspectos de la cultura y las instituciones occidentales, especialmente de Europa y los Estados Unidos, para hacer de Japón una nación competitiva a nivel mundial. En la esfera política, el gobierno Meiji adoptó una nueva constitución en 1889, influenciada por los modelos europeos, especialmente el de Alemania. La Constitución Meiji estableció una monarquía constitucional, en la que el Emperador tenía un poder nominal, pero en la práctica el gobierno estaba dirigido por una élite de ministros y funcionarios. Se creó un sistema parlamentario con la formación de la Dieta Imperial, que consistía en una cámara baja y una cámara alta, aunque los derechos de voto estaban limitados.
Uno de los cambios más significativos de la occidentalización fue la reforma del sistema educativo. Japón adoptó un sistema escolar basado en el modelo occidental, promoviendo la educación universal para los niños, la enseñanza de ciencias y matemáticas y el estudio de idiomas extranjeros, especialmente el inglés y el alemán. Se enviaron estudiantes al extranjero para que se formaran en universidades de Europa y los Estados Unidos. Muchos de ellos regresaron con conocimientos y visiones occidentales que ayudaron a impulsar la modernización de Japón.
A lo largo de la Era Meiji, Japón absorbió y adaptó tecnologías occidentales en casi todos los aspectos de la vida. Se introdujeron tecnologías de comunicación, como el telégrafo y el transporte en general como los ferrocarriles y los barcos de vapor. Esto permitió a Japón no solo modernizar su infraestructura, sino también competir con las potencias industriales en términos de producción y comercio.
Uno de los cambios más visibles de la occidentalización de Japón fue en la vestimenta. Hasta el período Meiji, la vestimenta tradicional japonesa estaba regida por el uso del kimono, que era parte integral de la identidad cultural del país. Sin embargo, durante la Restauración Meiji la influencia de las potencias occidentales llevó a una gradual transformación en los hábitos de vestir tanto para la nobleza como para el pueblo.
El emperador Meiji y su familia fueron los primeros en adoptar la vestimenta occidental, siguiendo el ejemplo de las monarquías europeas. En 1870, el Emperador comenzó a usar traje occidental en lugar de las ropas tradicionales japonesas. La corte imperial también adoptó los trajes de estilo europeo, lo que marcó un cambio importante en la imagen del emperador y su relación con el resto del mundo. Este cambio simbólico mostró el deseo del gobierno Meiji de que Japón se presentara como una nación moderna y de iguales en el escenario mundial.
Para la población general, la transición hacia la vestimenta occidental fue más gradual. A partir de la década de 1870, los hombres comenzaron a adoptar el traje occidental con chaquetas, camisas y pantalones, especialmente en las áreas urbanas como Tokio y Osaka. Los funcionarios del gobierno y los estudiantes también empezaron a usar trajes de estilo europeo como símbolo de modernidad y progreso. No obstante, el kimono no desapareció por completo. Muchas personas siguieron usándolo en ciertas ocasiones, especialmente en festividades.
Por otro lado, las mujeres japonesas experimentaron una transformación aún más compleja. La ropa tradicional femenina, como el kimono y el obi, lo que es el cinturón, siguió siendo popular, pero a medida que la influencia occidental aumentaba las mujeres comenzaron a adoptar prendas como blusas y falda larga, aunque el kimono siguió siendo el traje habitual para muchas japonesas hasta bien entrado el siglo XX.
La introducción de la moda occidental también cambió la forma en que los japoneses se veían a sí mismos y a los demás. Las relaciones entre Japón y las potencias occidentales llevaron a la introducción de conceptos como la estética occidental y los valores de la belleza vinculados a la ropa. Las influencias de París, Londres y Nueva York se hicieron notar y, con ellas, la creciente importancia de la ropa como un símbolo de estatus y modernidad.
La Era Meiji representa un cambio fundamental en la historia de Japón. La transformación de una sociedad feudal y aislacionista a una nación moderna y occidentalizada es uno de los logros más impresionantes de la historia contemporánea. Durante este período, Japón no solo adoptó modelos políticos, económicos y culturales occidentales, sino que también creó una nueva identidad nacional que combinaba lo mejor de la tradición japonesa con los avances del mundo moderno. A través de la Reforma Meiji, Japón emergió como una nación que, en pocas décadas, se transformó en una potencia mundial, capaz de competir con las grandes naciones industriales del mundo.
Pronto veríamos la posición imperialista de Japón queriendo conquistar las tierras de sus vecinos en busca de las tan necesarias materias primas que no encontraban en las propias. La victoria del ejército japonés contra el ruso en la famosa guerra de 1906 fue un exponente de lo que vendría más adelante en la expansión de Japón.
(*) Traductor, intérprete, filólogo.