miércoles , 24 abril 2024
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El surgimiento del MeToo Mérida

Oportunidades y retos

Antonio Salgado Borge (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Que las mujeres yucatecas son constantemente violentadas por el hecho de ser mujeres es un hecho bien conocido.

Los casos de agresiones denunciados por víctimas y organizaciones defensoras de derechos humanos dan cuenta de ello. Lo que no había sido posible apreciar hasta ahora es la profundidad y amplitud de esta tragedia, que afecta al menos a la mitad de la población del estado. Una cuenta de Twitter comenzó a arrojar luz al respecto esta semana.

Esta cuenta es @metoomerida2, y ha venido publicando desde hace algunos días decenas de denuncias de mujeres que han sido víctimas de agresiones.

El surgimiento de @metoomerida2, claro está, se inserta dentro del fenómeno #metoo, un movimiento de alcance global contra el hostigamiento y agresiones sexuales. Si bien esta cuenta apenas tiene pocas horas de haber sido creada, de acuerdo con quienes la administran su buzón ya acumula cientos de mensajes que esperan ser publicados. Entre las agresiones a yucatecas publicadas hasta ahora se incluyen, entre otras, amenazas, pornovenganza, violencia psicológica, acoso o violaciones.

De acuerdo con las denun cias disponibles, algunos hombres piensan que mandar una foto no solicitada de sus genitales o “dickpic” a una mujer “no tiene nada de malo” —mostrando así un falocentrismo deprimente—. Hay quienes piensan que a base de insistencia la mujer cederá porque “en el fondo sí quiere”, no aceptando un “no” como respuesta y silenciando así a las mujeres. Otros buscan embriagar o drogar a una mujer para abusar de ella cuando está inconsciente, con la confianza de que el estigma social hará que pocos crean a la abusada o que incluso la revictimicen. Toda esta basura, es necesario aceptar, es común y hasta hace poco estaba normalizada. Algunos agresores acumulan ya varias denuncias.

Tres aspectos complementarios ayudan a explicar la respuesta masiva de mujeres yucatecas a @metoomerida2.

(1) El primero es la mayor conciencia de lo que constituye una agresión y el empoderamiento de las mujeres. Que las mujeres demanden ahora que al decir “no” los hombres se retiren o que no haya actitudes de acoso no significa que se hayan vuelto más “sensibles”, como algunos machistas proponen. Lo que significa es que las mujeres ahora tienen la voz y peso político necesarios para modificar las estructuras sociales que normalizaron durante mucho tiempo los ataques en su contra.

(2) El segundo es la impunidad. En México apenas 4% de las denuncias tiene algún resultado. En este escenario, Yucatán se encuentra entre los estados con un grado de impunidad “muy alto” (Animal Político, 13/03/2018). Si nuestras autoridades no son confiables para resolver casos de homicidio —cuya impunidad llega a ¡99%! en algunos estados—, sería ingenuo esperar que lo serán para castigar asuntos graves que no implican la pérdida de vidas humanas. Denunciar es, entonces, un camino sin salida.

(3) El tercero es la incredulidad y revictimización machista. Cuando denuncian ante las autoridades o cuando reportan las agresiones sufridas a conocidos, muchas mujeres obtienen como respuesta el ninguneo o desestimación de sus acusaciones o, incluso, son revictimizadas mediante estigmas negativos o agresiones posteriores –“es su culpa por llevar la falda tan corta”.

El recurso a denuncias anónimas a través de una red social no se explica sin los dos últimos factores. Esto es, si las autoridades hicieran su trabajo y en un entorno genuinamente igualitario, las denuncias serían presentadas lo mismo en las instituciones correspondientes que abiertamente ante amistades y público.

Reacción

El repudio hacia @metoomerida2 entre algunos sectores machistas no se ha hecho esperar. Esta indignación es sintomática.

Mucho se ha comentado que algunas páginas que venden acceso a fotos de mujeres yucatecas desnudas —cuyo único error fue confiar en alguien— se mantienen estables y no parecen indignar a muchos hombres. Sin embargo, cuando se trata de exhibir a hombres, muchos de quienes han comentado actos ilegales o reprobables, entonces la indignación masculina es masiva.

Los intentos de destruir este fenómeno han sido proporcionales a la magnitud de sus alcances, @metoomerida2 sustituyó a una cuenta anterior, que fue dejada fuera de circulación por dos vías. La primera fue mediante amenazas a quienes fueron señaladas como sus administradoras. Aunque sus nombres no fueron revelados, mensajes intimidatorios llegaron a feministas locales a quienes se vinculó con la cuenta. La segunda forma en que se intentó cerrar este perfil de Twitter fue “hackeandolo”, es decir, robando sus credenciales de acceso.

Pero los agresores no contaban con la fuerza y dedicación del feminismo local. La cuenta original fue sustituida por @metoomerida2 —de ahí el “2” en el nombre— y las administradoras de la cuenta actual se encuentran en tres continentes distintos. La reacción de quienes quieren desarticular este fenómeno ha sido crear cuentas falsas con nombres similares.

La apuesta de estas estrategias se basa en la anonimidad de quienes administran las cuentas y de las personas que denuncian.

Esta anonimidad ha generado críticas, en especial entre los hombres, porque abre la puerta a “falsos positivos”; es decir, a la posibilidad de acusaciones falsas o la violación de la presunción de inocencia. El argumento en contra de estas críticas es poderoso: si el fin de un entorno de injusticia generalizada contra las mujeres requiere de injusticia contra algunos hombres, que así sea.

Desde un enfoque utilitario, el problema más importante de la anonimidad está en otra parte. Aunque la herramienta de denuncias anónimas cumple una función importante en estos momentos, me parece que la estrategia que se anuncia contra @metoomerida2 muestra que su trivialización e insostenibilidad a largo plazo son un riesgo real. Y es que esta estrategia machista parece tener al menos dos fines. Uno es confundir a las denunciantes. Algunas personas pueden mandar testimonios a perfiles que no garantizarán su anonimidad, lo que a largo plazo inhibiría las denuncias.

El otro es saturar y empantanar al público, que, ante la confusión, podría tomar denuncias inventadas como reales y, a largo plazo dudar incluso de las verdaderas. La herramienta también podría ser trivializada por personas persiguiendo fines políticos, especialmente en tiempos electorales. En este sentido, el reto no es, como se ha comentado, verificar que las denuncias que llegan sean “reales” —me parece que creer por default es la actitud correcta—. El reto tiene más que ver con la dinámica del contenido chatarra en internet; esto es, verificar que estas denuncias provengan de personas reales, identificar cuentas “pirata”, lidiar con screenshots o capturas de pantalla fabricados, etc.

Impacto

La presencia de fenómenos como @metoomerida2 debe ser bienvenida, pues contribuye a presentar como inaceptable aquello que tiene que ser considerado inaceptable. También es una forma de unir y politizar a muchas mujeres y, con ello, a dar un mayor peso político a las causas que les unen.

Dado que en Yucatán y en México las autoridades no suelen reaccionar si no hay un costo político que pagar, el fortalecimiento del discurso feminista es el único camino viable para generar la igualdad pendiente.— Edimburgo, Reino Unido

asalgadoborge@gmail.com

@asalgadoborge

Antonio Salgado Borge

Candidato a doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Maestro en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y maestro en Estudios Humanísticos (Itesm)

… El fortalecimiento del discurso feminista es el único camino viable para generar la igualdad pendiente

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