martes , 10 diciembre 2024
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“El entierro del conde de Orgaz”, una obra hecha por El Greco

Franck Fernández Estrada*

Fuente: Diario de Yucatán

Aquellos que han tenido la posibilidad de visitar España sabrán que es un país que tiene una gran cantidad de exponentes de su historia y cultura a mostrar a propios y a extranjeros.

A 73 kilómetros de Madrid se encuentra una importante ciudad: Toledo. Toledo es importante desde muchos puntos de vista. Podemos decir que es una ciudad que se destacó por la tolerancia y la coexistencia con que vivieron en ella en el pasado personas de diferentes religiones. Ello antes de que los Reyes Católicos decidieran expulsar a los judíos, y con posterioridad de los moros, que no se convirtieran al cristianismo y, consecuentemente, se convirtieran en súbditos de sus reinos de Castilla y Aragón. En Toledo vivían en perfecta armonía católicos, judíos y musulmanes. Cada uno de ellos dejó una impronta imperecedera de su paso por esta hermosa ciudad.

Toledo también es famosa por sus trabajos de orfebrería. Lleva el nombre de “damasquinado”, que es repujar oro sobre el hierro. Con ello se crean hermosas joyas, armas blancas, vajillas… Este damasquinado es muy apreciado por los turistas que vienen a Toledo como un souvenir genuino y de gran calidad.

Quizás el tema que más influyó para que Toledo fuera una ciudad de importancia es que la Corte, que en aquel momento era itinerante, con bastante frecuencia se establecía en esta ciudad.

Huelga decir que, como ciudad donde convivían tres religiones distintas, podemos encontrar hermosas mezquitas, sinagogas e iglesias.

Y es precisamente de una iglesia de lo que les quiero hablar hoy, de la parroquia de Santo Tomé. Esta vieja iglesia toledana es famosa porque en ella se encuentra un famoso cuadro, quizás la obra cumbre de un gran pintor de origen griego, específicamente de la isla de Creta, Doménikos Theotokópoulo, más conocido por la gente de su época y por la de nuestros días como El Greco.

El Greco nació en 1541 en la isla de Creta. En aquella época su tierra pertenecía a la República de Venecia. En sus inicios como pintor inspiraba su arte en el estilo propio de Bizancio. Con posterioridad se trasladó a Venecia, trabajó en el taller del gran Tiziano, de quien llegó a hacerse amigo y de quien aprendió mucho en cuanto a la técnica pictórica se refiere. Fue Tiziano quien lo introdujo en las artes del Renacimiento. Después, con una larga estancia en Roma, logró modificar su estilo inspirándose en la obra de Miguel Ángel que conoció en la Ciudad Eterna.

La realización del cuadro “El entierro del conde de Orgaz” le tomó dos años, de 1586 a 1588. Fue un encargo del párroco Andrés Núñez de Madrid. Es en el lugar donde se instaló este hermoso cuadro desde un inicio que lo podemos contemplar hoy aún en nuestros días, el lugar que escogiera en vida su autor. Sin embargo, existe una inexactitud en cuanto al nombre real del cuadro, que conocemos como “El Entierro del Conde de Orgaz”. Para 1323, año en que falleció Don Gonzalo Ruiz de Toledo (mal llamado Conde de Orgaz), Orgaz aún no era un condado. Don Gonzalo Ruiz de Toledo en su época era conocido como “Señor de Orgaz” y así debería llamarse el cuadro: “El Entierro del Señor de Orgaz”. Orgaz tuvo su título de condado solo en 1560.

El cuadro representa el momento en que Don Gonzalo Ruiz de Toledo, Señor de la Villa de Orgaz, es depositado en su tumba. Para este acto se personaron de forma milagrosa San Esteban y San Agustín. Si se produjo tal milagro fue como premio a una vida dedicada a la caridad, a hacer el bien al prójimo, por llevar una vida ejemplar, basada en la humildad y en la promoción de los santos. También fue un generoso mecenas para la reconstrucción y ampliación de la parroquia de Santo Tomé que acogería más tarde sus restos y el cuadro de El Greco.

En el extremo izquierdo podemos ver al hijo de El Greco, Jorge Manuel, indicando con su índice al cuerpo del Señor de Orgaz. Detrás del cadáver del Señor de Orgaz y de los santos hay un hilera de caballeros, todos vestidos de negro. Estos caballeros delimitan el cuadro en parte superior e inferior. La parte inferior representa el mundo terrenal. La superior, el mundo celestial. Entre los caballeros representados, podemos apreciar al propio Greco, amigos del pintor, dos caballeros de la orden de Santiago (que los podemos identificar por sus cruces) y otros personajes que hasta ahora no han podido ser identificados.

En la zona celestial, El Greco nos muestra cómo un ángel, con una toga amarilla y cabellera rubia, recibe al alma del Señor de Orgaz. El alma es representada como si fuera un nonato que pasa por una especie de túnel, lo que no deja de recordar el útero de una mujer. Así representa El Greco el nuevo nacimiento a una nueva vida. En la parte superior del cuadro, rodeado todo por ángeles y en colores claros, se encuentra la imagen del Redentor, aprobando con su mano derecha la entrada del alma del Señor de Orgaz a este mundo celestial. También encontramos a la Santa Madre de Dios, vestida de azul y rojo, recibiendo al alma del Conde. Detrás de la Virgen, con una toga amarilla, la representación de San Pedro con las llaves del cielo. A la derecha encontramos a San Juan Bautista que se puede reconocer por su ligera ropa de piel de camello, San Pedro, San Jaime, Santo Tomé, el Cardenal Talavera y la imagen del propio rey Felipe II.

Más a la izquierda, detrás de San Pedro, podemos ver elementos del Viejo Testamento. El Greco nos presenta a Noé con su arca, a Moisés con su vara y a Salomón con su arpa. Los colores de la parte inferior que representa la vida terrenal son colores oscuros, aunque también encontramos amarillo y un poco de rojo, con pinceladas precisas. En la parte celestial encontramos fundamentalmente el uso de colores claros y pinceladas más gruesas.

No hace muchos años fue descubierta la tumba de Don Gonzalo Ruiz de Toledo, directamente a los pies de este maravilloso cuadro de Doménikos Theotokópoulo, más conocido por todos como El Greco, gran pintor reconocido como español a pesar de sus orígenes cretenses.

*Traductor, intérprete y filólogo

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