viernes , 29 marzo 2024
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Sergio Aguayo: Fractura entre la 4T y las víctimas

Sergio Aguayo

Fuente: Diario de Yucatán

Existe una grieta entre la 4T y las víctimas. La fractura se profundiza y agranda por las tempestades que azotan a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

Las organizaciones de la sociedad civil (OSC) tienen décadas alentando, acompañando y nutriendo a los movimientos de familiares de desaparecidos, feministas, migrantes, indígenas, ambientalistas y un largo etcétera. La constancia de su trabajo erosionó la legitimidad del autoritarismo priista e iluminó los desatinos panistas.

El Estado reaccionó a su aparición creando instituciones federales, estatales y municipales. La administración pública se fue llenando de organismos, teóricamente autónomos, pero en realidad sometidos al presidente o al gobernador. Un defecto adicional ha sido su incapacidad para coordinarse y crear una respuesta integral y adecuada a la magnitud de la crisis humanitaria. Cada dependencia se mueve como quiere y puede.

Andrés Manuel López Obrador niega el papel jugado por el trío mencionado. Le estorban. A las OSC las ha descalificado y prohibió que su gobierno les diera financiamiento (luego agredió a las fundaciones extranjeras que las apoyan); ha menospreciado y se ha ido confrontando con los movimientos y ha ido poniendo a sus leales en los organismos públicos. Hay excepciones. Ha concedido una atención personal a los 49 niños muertos en la Guardería ABC, a los 65 mineros de Pasta de Conchos y a los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Encomiable, pero insuficiente.

En este marco, ubiquemos el relevo en la CNDH. El Presidente y su partido tenían la oportunidad de fortalecer la autonomía de la institución. En noviembre de 2019 optaron por imponer a Rosario Piedra Ibarra, pese a que formaba parte de los cuerpos de dirección de Morena. Fue una elección turbia, que derivó en una trifulca memorable el día de su toma de posesión.

Algunos pronosticamos —sin desearlo— que la CNDH se sometería al Presidente. En los diez meses que lleva en el cargo, se ha evidenciado la pérdida de autonomía de la CNDH (demostrable con lo acontecido en los últimos días).

La presidenta de la CNDH tiene oficinas en cinco lugares diferentes (Picacho, Luis Cabrera, Periférico Sur, Oklahoma y el Centro Histórico). Hace un par de semanas, víctimas y feministas ocuparon el edificio localizado en la céntrica calle de República Cuba. Es una zona cargada de simbolismo.

Cuando doña Rosario Ibarra de Piedra encabezaba una OSC formada por familiares de los desaparecidos durante la Guerra Sucia se encadenó —en dos incidentes separados— a las rejas de Catedral y a las de la Secretaría de Gobernación en Bucareli. En 2020, dos madres de víctimas de la violencia se amarraron a las sillas del salón donde estaban reunidas con su hija, Rosario Piedra. Lo hicieron por desesperación y por sentirse traicionadas por un Presidente que creían diferente. Acontecimientos posteriores demostraron la pérdida de autonomía.

En busca de un arreglo, intervino la titular de Gobernación. Para mediar entre las partes, citó a las inconformes a una reunión en Bucareli. ¡Lo notable del encuentro fue la ausencia de la titular de la CNDH! ¿Y la autonomía del organismo autónomo?

Luego vino la reveladora comparecencia de la señora Piedra en el Senado. Fue privada y no ha salido la versión estenográfica para saber qué se dijeron. La presidenta de la CNDH —declararon asistentes al encuentro— habló primero, escuchó docenas de preguntas y respondió lo que quiso. Como el encuentro se dio en las oficinas de la Junta de Coordinación Política, entró y salió por la oficina de Ricardo Monreal, para evitar a la prensa. Una senadora de Morena la arropó con una frase reveladora: “no te preocupes Rosario”.

La presidenta de la CNDH se siente firme en el cargo por el respaldo del Presidente y de los senadores de Morena. La CNDH es una herida abierta que seguirá supurando, por su escasa autonomía, la ausencia de una estrategia integral y el hartazgo de las víctimas.

Me entristece profundamente este relato. Ni las víctimas, ni Rosario Piedra, ni la 4T se lo merecen. Se requiere más, mucho más, que haber padecido y afrontado la represión y la violencia. En este tema, la 4T se va quedando sola. ¡Cuando se olvidaron de su historia, perdieron la brújula! (Colaboraron: Alfonso David Aparicio Bolaños y Anuar I. Ortega Galindo).— Boston, Massachusetts.

@sergioaguayo

Investigador y analista

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