lunes , 13 mayo 2024
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Salvador Alvarado y la revolución en Yucatán

VOZ DE LA PENÍNSULA

Carlos E. Gómez Sosa

Fuente: Informe Fracto

Este mes de junio se conmemora un año más de la muerte del general Salvador Alvarado, acaecida durante una emboscada el día 10 de junio del año de 1924 en el rancho “El hormiguero,” localizado entre Tenosique, Tabasco y Palenque, Chiapas, por Diego Zubiaur, ex escolta que traicionó al general. Por su relevancia en la Revolución Mexicana, es importante analizar la trascendencia económica, política, social y educativa que heredó este movimiento armado en nuestro Estado, con el arribo de las tropas revolucionarias comandadas por Alvarado.

En el caso de Yucatán, al iniciarse la segunda mitad del siglo XIX, la sociedad vivía un intenso reordenamiento de su economía, difundiéndose el modelo de la hacienda henequenera como eje del desarrollo peninsular.  Los comerciantes y hacendados yucatecos de esa época constituirían, en unos cuantos años, una de las más poderosas oligarquías de México, denominada “casta divina”, responsable del desmesurado proceso de explotación al que estaba sujeta la población maya.  El proceso de reordenamiento de la economía y la sociedad yucateca, tuvo en el Estado-Gobierno su palanca fundamental. De 1850 a 1910, se gesta y consolida una economía estatal oligárquico-burguesa, en consonancia con las tendencias del porfirismo en el resto de la república.

En Yucatán, igual que en otros estados del país, el control de la economía y la política se concentró en manos de un reducido número de comerciantes y hacendados, con la ayuda del capital extranjero y de la política latifundista, cuyo fin era industrializar al país en base a un capitalismo agrario, preñado de rasgos feudales. Durante las luchas de la Revolución Mexicana de 1910, tanto las movilizaciones campesinas como las demandas por la tierra, no se habían extendido al sur del país, debido a su lejanía.

Para estos años, Yucatán se caracterizaba por una economía regional centrada en el monocultivo y la agroexportación del henequén, sobre la base de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, posibilitada por las variantes esclavistas del endeudamiento y el encasillamiento. Por el contrario, los acontecimientos en el resto del mundo habían propiciado que la llamada “casta divina” buscara reforzar su dominio, toda vez que, a su necesidad de sujeción de la fuerza de trabajo, se sumaba demanda del mercado internacional.

Si en el centro y norte del país el naciente Estado Mexicano enfrentaba la tarea de reorganizar la vida económica y social con el conjunto de fuerzas expresadas a lo largo de los acontecimientos revolucionarios, en el sureste se enfrentaba al grupo oligárquico en pleno auge económico y social, posicionado en el comercio exterior, hasta llegar a ser uno de los principales exportadores del país, con un margen de ganancias que garantizaban sus niveles de opulencia y derroche, y fortalecía su dominio político.

De esta manera la política del Estado-Gobierno en vías de consolidación fue muy clara: en el norte y centro del país, una intensa estrategia de pacificación, la cual requería de canales de tránsito de las formas armadas de lucha, a las formas políticas institucionales. En el sur, en cambio, las fuerzas revolucionarias enviadas promovieron el desplazamiento de la oligarquía local, pero sin destruir los mecanismos de producción capitalista, al tiempo de impulsar la liberación de la mano de obra encasillada, y promover formas variadas de organización para impedir el regreso de la “casta divina”, y consolidar las reformas planteadas.

De hecho, entre 1910 y 1915, hubo una fracción que logró hacerse del mando político en el estado, los primeros enviados carrancistas, quienes fracasaron ante la incomprensión de las características regionales, y la carencia de fuerzas propias para imponer el proceso político del constitucionalismo.  El fracaso de sus enviados a Yucatán, y la importancia desempañada por  la producción henequenera como fuente inmediata de divisas, decidieron a Venustiano Carranza a enviar a uno de sus mejores hombres, brillante estratega militar y mejor planificador económico, el General Salvador Alvarado Rubio, para reformar Yucatán.

La entrada del General Salvador Alvarado a Yucatán el 19 de marzo de 1915, fue indudablemente un acontecimiento político y militar de gran trascendencia. Quienes creyeron que el movimiento revolucionario no volvería a Yucatán con sus banderas de reforma social, se equivocaron.

Los hechos que se dieron en Yucatán nos permiten entender los procesos que se suscitaron de manera local en un periodo muy importante en la vida política, social y educativa; asimismo, nos lleva a reflexionar que en la conformación del Estado-Nación, se impuso la visión occidental de la política educativa, sin considerar el contexto cultural propio de la cultura maya.  

Otro elemento importante fueron las condiciones políticas de la sociedad yucateca con la llegada de Salvador Alvarado, pues entre las recomendaciones recibidas estaba generar cambios en las relaciones de servidumbre imperantes para propiciar las condiciones necesarias para incorporar a Yucatán al incipiente Estado-Nación.

Uno de los elementos importantes de la política de Salvador Alvarado, fue la educación, materializada en la Educación Racionalista. A finales del régimen de su periodo, la corriente de la escuela del trabajo (racionalista) se encontraba firmemente presente en los principales componentes de la política educativa en la entidad. Esta visión educativa buscaba generar una educación amplia en todos los sectores desprotegidos, como fundamento principal para generar una fuerza de trabajo capaz de incorporar a Yucatán al incipiente Estado-Nación.

Es necesario entender las acciones desarrolladas por Salvador Alvarado, en el ámbito de la educación, a partir de la implementación de leyes que permitieran actuar de forma contundente, pues mediante éstas se obligaba a los hacendados a construir escuelas públicas, así como a los padres de familia a enviar a sus hijos a clases; de lo contrario, eran multados o encarcelados.

Son muchos los resultados obtenidos durante la implementación de la política activa del periodo de Salvador Alvarado, pues fueron adecuadas en su momento, generando beneficios significativos en los sectores excluidos de la sociedad yucateca: fundamentalmente la población maya mayoritaria.

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