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Llevamos cordones de colores, toallas sanitarias y leche en polvo que necesitaban las zapatistas: crónica de una plática

Por:SemMéxico

  • Rosario Robles pionera de los permisos paternos, ampliación de excepciones para el aborto y casas de salud a las campesinas
  • Pionera de las cuotas de participación política, en el Partido de la Revolución Democrática  hace 30 años; de recuerdos y luchas en el Podcast de La Lovera
  • Una charla, entre protagonistas de la lucha feminista, eso fue

Sara Lovera

SemMéxico, Ciudad de México, 17 de abril, 2024.-Un podcast no es una entrevista, aunque quien conduce pregunta, afirma, rechaza, discute. Es una charla,  una conversación, a veces teñida de memoria.

El podcast de La Lovera, feminismo desde cero,  busca que la gente conozca ampliamente a muchas mujeres que pusieron la base de las cuestiones y discusiones actuales. Es un medio donde se  puede escuchar en cualquier momento, a cualquier hora y desde cualquier lugar feminismo desde cero o feminismo cotidiano.

Con  Rosario Robles Berlanga, que no la veía físicamente desde que fue recluida, tuvimos  una plática extensa, pero insuficiente. Cara a cara dos mujeres que se encontraron hace más de 30 años, en el momento más apasionante y vibrante de nuestra vida, de nuestras ansias políticas, del apasionado momento de la juventud y el entusiasmo: nos queríamos comer al mundo, entonces creíamos que era posible la transición a la democracia, la pluralidad y el diálogo.

Todo fue fluyendo. La conocí cuando mi hijo tía 3 años. Ambas activistas; compartimos acciones feministas, como tomar el campus universitario y pedir guarderías. Nos topamos en un encuentro de trabajadoras en las instalaciones del Club de Periodistas. Compartimos por varios lustros una querida amiga, Georgina Rangel.

Estuvimos disciplinadas en el nacimiento y desarrollo del Partido de la Revolución Democrática, ella en una organización maoísta y yo desde el espartaquismo.  Compartimos la amistad y las cuitas con Amalia García; con las feministas de los años 70. Hicimos cosas juntas, con otras compañeras, empujamos la iniciativa para la creación de la primera comisión de igualdad en la Cámara de Diputados.

De eso estuvimos hablando.

Nos vimos, infinidad de ocasiones en las asambleas partidarias. Ella y compañeras como Laura Itzel Castillo, Amalia, Georgina, Rosa María Cabrera y tantas más, irrumpimos para que se enlistara a mujeres en las listas electorales, cuotas para el Comité Ejecutivo. Yo siempre parte y testigo desde mi manera de hacer feminismo y periodismo.

De eso fuimos charlando en el podcast. Recordamos cómo fue toda la tensión para la Ley Robles, que amplio las causales de aborto en la Ciudad de México. Recordamos cuando  ella  era Jefa de Gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas,  que yo entre las feministas, llegamos a su despacho a exigirle una postura, un cambio, cómo le hablamos de tú a tú, aunque fuera alta funcionaria. Dejamos ver cómo entre mujeres las cosas siempre son distintas a las prácticas patriarcales.

También evocamos  esos años de  marchas y manifestaciones; bailes y  comidas; y no dijimos, pero sabíamos, cómo compartimos temores, miedos y locuras amorosas,  alegrías. Ni se nos ocurrió, ni nos acordamos, de las fiestas infantiles, creo que ninguna. Pero, y de eso no hablamos en el podcast, también escenificamos diferencias políticas, estrategias electorales o visiones de coyuntura en que no coincidimos. Y sí estuvimos en lo esencial, cuando se trataba de dar un paso adelante, para la vindicación de los derechos de las mujeres. Ufff que asuntos.

La charla recordó otras donde coincidimos o hicimos  cosas juntas. De esas que la gente no sabe, no se acuerda, no quiere saber. Rosario Robles llamó, apenas asomó la rebelión zapatista, en enero de 1994, a una reunión de mujeres. Ella que conocía bien la condición de los pueblos originarios, sabía o intuía las consecuencias de la guerra, esa guerra,  y qué podría estar pasando a las mujeres.

Y no era un recuerdo “romántico”, era político feminista. Llamó y fuimos, muchas, a un auditorio de una librería, nació un grupo de mujeres que nos fuimos a Chiapas, a llevar listones para las mujeres chiapanecas, toallas sanitarias, agua y leche en polvo, cordones para trenzar sus cabellos, hilo, agujas para  coser, utensilios para la cocina, cosas. Y allá fuimos, éramos distintas e iguales,  todas temerosas y  entusiasmadas, a un tiempo. En la plática recordamos a  Adriana Luna Parra, a  Carlota Botey, a Yolanda Castro, a Josefina Chávez, a Georgina Rangel, porque  estuvimos en múltiples reuniones en San Cristóbal de las Casas. Y en los diálogos para la paz.

También hablamos, a retazos, comiéndonos mil cosas, de otros asuntos, como  de las agendas de demandas, cómo ese conjunto de mujeres entre políticas y feministas -nos criticaban-  “luchamos”, por asuntos que todavía no sólo son vigentes, sino que están en la mesa de las discusiones feministas.

Cuestiones como  las mujeres y los sindicatos. Desde que anduvimos por ahí, ya teníamos claro que era necesario que se compartiera con los hombres la atención y el cuidado de las y los niños. Fue en el contrato colectivo de la UNAM, cuando Rosario presidió la secretaría de la mujer, que se consiguieron permisos para que los hombres cuidaran llamados cuidados paternos. Se consiguió en el Contrato. ¿Saben? Desde hace 30 años.

Eran los permisos para los trabajadores, para estar y cuidar a sus hijos e hijas  que ahora resultan “sorprendentes”. Yo lo emulé en el sindicato de La Jornada, años después, cuando  fui secretaria general;  teníamos muy claro que en las direcciones sindicales había, hay, una gran resistencia. También hablamos de eso.

Rosario anduvo en el grupo de la A a la Z, antecedente de todas las conformaciones recientes,  que durante más de dos décadas, buscaron formas de participación política de las mujeres – ahora paridad-  y por ello  volvimos a acordarnos de mujeres como Amalia García, de las discusiones, de la pelea por la representación de  las mujeres en el Comité Ejecutivo del PRD, el partido que entonces logró – logramos-  que la representación femenina fuera de 20 por ciento, de ahí surgió la lucha por las cuotas de representación y la paridad. Luego lo vimos en la Ley de las Mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, las primeras en plantearlo claramente.

Por eso nos acordamos de que el número 4 de la revista Cuadernos Feministas tenía en la  portada una foto de Rosario Robles, la revista ya cumplió 27 años. Y nació, precisamente, para analizar que pasó en Chiapas.                                                                                                                                                                                                                                          

Fue un encuentro muy agradable. Queda grabada esta historia de luchas,  avances y malos sabores de boca. ¿Cómo es que esta mujer ha tenido que vivir la cárcel? Una alcantarilla humillante, sin haber cometido el crimen de lo que se le ha acusado, más en los medios, que en los tribunales. Cómo ahora su rostro no está en una revista feminista, sino en la memoria popular de la Estafa Maestra, sólo por ser mujer, por haber tenido poder real, por ser guerrera y no callarse la boca.  No hubo más tiempo. Pero sí, también, hablamos del momento actual, de cómo se ha desbarrancado la política de género, cómo a pesar del fuerte y macizo andamiaje jurídico, ahora las mujeres no son vistas en sus necesidades específicas, en sus reivindicaciones, en el sentido que tiene la emancipación femenina, de cómo las mujeres del oficialismo se han callado todo sobre el retroceso, mientras aumenta la violencia, el feminicidio, el acoso, la displicencia  contra las mujeres en todas partes, y en  la presidencia de la República  se las acusa de conservadoras.

Ella y yo bien contentas. Quedamos en hacer otro podcast para hablar  de las elecciones, cuerpo de mujer no garantiza, como sostuvieron las italianas.

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