jueves , 28 marzo 2024

La resistencia del INE

Sergio Aguayo

Fuente: Diario de Yucatán

El Presidente no puede apropiarse del INE porque, como la Suprema Corte y el INAI, tiene un sólido sedimento democrático.

Desde que empezó este sexenio la Cámara de Diputados ha elegido ocho consejeros, cuatro en 2020 y cuatro en marzo pasado, de estos, solo cuatro de ellos votan consistentemente a favor de Morena. Es por ello que la nueva presidenta del Consejo General no ha podido reunir los ocho votos requeridos para renovar a los funcionarios clave: el secretario ejecutivo y los responsables de la capacitación, de la organización de las elecciones, de la fiscalización de los recursos, de sanciones, del Registro Federal de Electores y de la administración.

La presidenta propuso a varios candidatos que no obtuvieron los ocho votos porque llegaron con aroma cuatroteísta. Si los dejan pasar serán la quinta columna que apuntale la campaña de un presidente que quiere asegurarse victorias apabullantes en la elección de 2024 para que su partido se quede con la presidencia de la república y las mayorías calificadas en las dos Cámaras.

El INE ha resistido porque tiene apoyos muy sólidos. Según las encuestas, cuenta en promedio, con 58 por ciento de opiniones favorables. Dos manifestaciones multitudinarias muestran la determinación ciudadana de protegerlo.

Tanto apoyo tiene una historia que vale la pena recordar. En 1988, y pese al fraude cometido por el PRI y sus aliados para favorecer a Carlos Salinas, los partidos opositores ratificaron su confianza en la urna como la palanca de la transformación. Para ello se necesitaba un árbitro imparcial que no existía porque el presidente lo tenía controlado. En 1994 el neoliberal Salinas aceptó la independencia del árbitro electoral; lo convenció la insurrección del EZLN, la movilización nacional promovida por Alianza Cívica y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Treinta años después, podemos concluir que, con sus altas y bajas, el IFE/INE ha logrado consolidarse como una institución eficiente y autónoma que organiza bien las elecciones, vigila y sanciona a partidos marrulleros y entrega las indispensables credenciales de elector. En el trayecto ha contado con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Andrés Manuel López Obrador no acepta que la institución cómplice del fraude de 2006 se ha ido transformando y organizó los comicios en los cuales llegó a la presidencia. Ahora quiere desaparecerla para controlar las elecciones, a imagen y semejanza de los presidentes de la época dorada del autoritarismo.

Las batallas actuales por el INE son menos aparatosas pero son muy importantes. En el corto plazo, la Suprema Corte tendrá que decidir sobre la segunda parte del Plan B presidencial y sobre el código electoral que regirá las elecciones del próximo año. El Consejo General del INE tendrá que elegir pronto a los 17 funcionarios que sustituyan a quienes renunciaron con Lorenzo Córdova y el forcejeo será durísimo en los puestos clave que mencioné con anterioridad. Afortunadamente, la presidenta de la institución, Guadalupe Taddei, reconoce que la única manera de obtener los ocho votos preciados está en el diálogo.

Después vendrá el conflicto por el presupuesto para 2024. Es uno de los temas más delicados, pues una buena parte de la campaña de ataques desde la presidencia se montó sobre los salarios de los consejeros y el costo de las elecciones. El INE es una máquina eficientísima para organizar elecciones, pero es muy cara porque atiende una gran cantidad de asuntos. Por ejemplo, cada consejero tiene asignados 770 mil pesos mensuales para contratar asesores. Al parecer son indispensables, pues hasta el momento ninguno de los cuatro consejeros afines a la 4T ha anunciado que renunciará a esos millones anuales.

En el último de los casos estamos ante una realidad. El presidente parece ser omnipotente porque es un hábil controlador de imagen. Solo parece. Desde 1994 el presidencialismo ha perdido la capacidad y la fuerza para imponer su voluntad. El poder se ha fragmentado en mil pedazos. Los ministros de la Suprema Corte, los comisionados del INAI y los consejeros del INE cuentan con amplias reservas de capital democrático dispuestas a defenderlos. Si los acompañamos, el INE resistirá la ofensiva autoritaria de un presidente que terminó emulando a quienes antes denunciaba.— Boston, Massachusetts.

@sergioaguayo

Investigador y analista.

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