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La gran ola de Hokusai

  • “La Gran Ola”, del pintor japonés Katsushika Hokusai, sirvió de inspiración para artistas como Claude Monet, Vincent van Gogh y Claude Debussy

La gran ola de Hokusai

Franck Fernández Estrada (*)

Fuente: Diario de Yucarán

Todos somos influenciables. Todos estamos influenciados. Basta que dos personas con culturas, tendencias de moda, arte, modo de vida u otro diferentes tengan contacto para que forzosamente haya influencia y ello incluso involuntariamente. Y hablando de influencia, en Japón existió un tipo de pintura, más bien de dibujos, que cuando llegaron a Francia trastornaron el panorama pictórico que existía en ese momento.

De la pintura, el movimiento pasó a otros movimientos culturales. Estoy hablando de las famosas estampas que se desarrollaron durante el período Edo en Japón. Estas estampas eran muy del gusto de toda la población, en particular de la naciente clase burguesa japonesa, a la que le gustaban estos dibujos en los que se representaban geishas, actores del teatro kabuki, cortesanas, luchadores sumos y paisajes de su Japón natal.

El período Edo fue marcado por una paz duradera entre los diferentes señores feudales del antiguo Japón gracias a los shogunes.

Los dibujos de los que les hablo eran estampas de pequeños tamaños. Su realización se hacía mediante la xilografía, es decir, grabado sobre madera. El proceso era trabajoso, pero sencillo.

Un dibujante diseñaba sobre un papel fino la estampa que llegaba después a los artesanos. Sobre una plancha de madera de cerezo representaban al revés los trazos de los dibujos realizados por el dibujante. Su trabajo era hacer tantos trazos como colores fueron necesarios para la estampa. El proceso comenzaba por los colores más oscuros pasando a los más claros, esto implicaba varias planchas para el mismo dibujo, como es el proceso del “offset” de nuestros días para la impresión a color. Con estos moldes de madera se lograban imprimir hasta 300 estampas. En caso de querer tener un mayor tiraje, se volvía a hacer otro dibujo y se repetirá la operación.

Hoy les quiero hablar de un famoso dibujante que dedicó toda su vida a su arte. De niño fue adoptado por una familia de carpinteros y pronto mostró su talento para el dibujo. Consideraba que para llegar a la perfección en su arte tenía que vivir 150 años.

Para comienzos de los años 1800, Japón muy tímidamente se abría al comercio con las naciones europeas que insistentemente tocaban a las puertas del mercado japonés, que hasta esa época vivía en autarquía.

Las estampas eran dibujos muy baratos, al alcance de prácticamente todo el mundo, aunque a las personas de los niveles inferiores de la sociedad lo que más les gustaba era la descripción de las actividades diarias y la reproducción de los paisajes.

Dentro de este marco, el pintor Katsushika Hokusai decidió hacer una serie de 36 estampas que representaran el famoso Monte Fuji, la montaña más alta de Japón y ello desde distintos puntos de vista y distintas estaciones del año.

El Monte Fuji es un volcán, aparentemente dormido, que siempre vemos en las fotografías e imágenes de Japón, siempre nevado.

Dentro de estas 36 estampas, posiblemente la más conocida en el mundo es la que tiene tendencia a llamarse “La Gran Ola”.

Las estampas de Hokusai están dentro de un estilo llamado Ukiyo-e, lo que literalmente significa “imágenes de un mundo efímero y flotante”.

Esta serie con 36 estampas fue la primera de muchas que vinieron más adelante entre los dibujantes de estampas Ukiyo-e de Japón.

La estampa que nos ocupa hoy tiene pequeñas dimensiones, de tan solo 16 por 26 centímetros. Representa una enorme ola, acompañada por otras dos menores a las que afrontan tres pequeñas barcazas en las que podemos ver 10 personajes en cada una de ellas. En cada una de las barcas hay ocho remeros y dos otros personajes dirigen el movimiento de la barcaza.

Cualquiera pudiera decir que esta ola es un tsunami, pero no es el caso. Es una ola de tan solo unos 12 metros, quizá ocasionada por un tifón. Si llevamos el esquema del dibujo a su más mínima expresión podemos ver la famosa imagen del yin y yang, esto en franca alusión al budismo y al sintoísmo que son las religiones más profesadas en Japón.

La gran ola, el dibujante Katsushika Hokusai la representa con su cresta y la espuma que generan como garras que quieren tragarse las tres barcazas. El Monte Fuji, imperturbable, se encuentra distante en el centro.

Cuando comienzan a llegar estas estampas a Francia, de inmediato los pintores se dejan influenciar por las mismas.

Claude Monet pinta el primer cuadro de un nuevo movimiento que nacía: “Impresiones del sol naciente”. El nombre del cuadro le dio nombre al movimiento: impresionismo.

De Monet la inspiración pasó al resto de los pintores de la época y ello no solo a los franceses. Si nos fijamos atentamente en los cuadros de Van Gogh, específicamente el cuadro “Cielo Estrellado”, podemos ver los movimientos de la gran ola de Okusai.

También el impresionismo pasó a la música, siendo quizá el mejor de sus representantes Claude Debussy con su poema sinfónico “La Mer”, que también es un guiño a la famosa estampa de Hokusai.

Pero volvamos a nuestra estampa de la gran ola. Debemos recordar que el japonés forma parte de los idiomas que, a diferencia del nuestro, se escribe de derecha a izquierda.

Para un espectador japonés, la lectura del cuadro es bien diferente a la nuestra, occidentales. Realmente deberíamos darle la vuelta a la estampa para poderla entender en toda su magnitud y fortaleza.

Las barcas eran utilizadas por los pescadores y agricultores de las pequeñas aldeas situadas alrededor de la gran bahía de Tokio. Llevaban mercancía a Edo, que es como se llamaba Tokio en aquella época. Debemos entender que ya ellos están de regreso a sus aldeas una vez que vendieron en los mercados sus productos. Para un japonés, los pescadores no están huyendo de las olas. Todo lo contrario, se están enfrentando a ellas. Las garras que representan las crestas que se rompen y todas las gotitas que de ella emanan aportan credulidad y tragedia a la estampa.

El arte del Ukiyo-e no ha muerto realmente. Sus personajes y tratamiento lo podemos ver muy bien representado en los cómics conocidos como mangas que nos llegan de Japón.

A pesar de que conserva la mayoría de sus tradiciones y peculiaridades, tanto en su forma de vivir como en su forma de actuar, Japón hoy en día es un país occidental que nos aporta mucho en tecnología en la industria automóvil y la electrónica, entre otros sectores. Sin embargo, en el pasado, cuando no era el caso y era un país exótico y lejano, con su arte también nos supo influenciar y ayudar a que surgieran nuevos movimientos artísticos en occidente.

Ahora solo le queda al amable lector buscar en Google una de las múltiples fotografías de esta hermosa estampa japonesa para deleitarse con tan bello dibujo.

(*) Traductor, intérprete y filólogo.

altus@sureste.com

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