EL GOBIERNO EN LA ISLA
- Pocos machadistas lograron escapar de los deseos de venganza del pueblo
Por: Franck Fernández Estrada (*):
Afortunadamente vivo en la yucateca ciudad de Mérida. Hasta finales de la década de los años 50 del siglo pasado, a pesar de todas las imperfecciones que arrastraba Cuba, para los yucatecos La Habana era el ejemplo que se debía seguir. Aquellos que tenían posibilidades solían ir a La Habana para realizar sus estudios, incluso los universitarios. De aquella época casi todos los médicos yucatecos solían graduarse en la prestigiosa Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana. La guayabera yucateca procede de la elegante tienda por departamentos Fin de Siglo ya hoy en ruinas. Y es que Cuba no dejaba de seguir las tendencias y los movimientos que llegaban de los cuatro puntos cardinales.
Esto me lleva a los años 1920 y 1930. A consecuencia de la Primera Guerra Mundial, los primeros años que la siguieron fueron testigos de un gran auge económico en el caribeño país debido a que los precios del azúcar, su principal fuente de ingresos, habían subido. Abruptamente, en 1921, estos precios bajaron y ya, con el año 1929, para no ser excepción, Cuba también fue duramente castigada por la crisis bancaria del 24 de noviembre de ese año, el famoso crack bancario de la Bolsa de Nueva York o “Black Friday”.
Es obvio entender que en Cuba existieran corrientes políticas ya no muy nativas, como eran el fascismo y el comunismo. El partido ABC, con marcadas tendencias fascistas y teniendo como principal modelo en Benito Mussolini, hacía de las suyas, mientras que los comunistas, cuyo partido se creó en 1925 también hacía lo que le correspondía. Los sindicatos trataban de no ser penetrados ni por los abecedarios, como se les llamaba a los partidarios del partido ABC ni por los comunistas. No obstante, sí eran víctimas de mafias que lograban dominarlos.
Por esas fechas, en 1925, y aun disfrutando con una economía bastante estable debido a que la mayor parte del azúcar cubano se colocaba a muy buenos precios en el cercano mercado norteamericano, entra a gobernar el país el que fuera su quinto presidente. Último presidente cubano que participara en las guerras de independencia de Cuba, Gerardo Machado. Era oriundo de la ciudad de Camajuaní, en la provincia de Las Villas. Su padre ya había participado en el primer intento de independencia en la guerra de 1868 a 1878. Posteriormente Machado se incorporó a la segunda guerra de independencia, que comenzó en 1892.
Machado estaba casado con su prima Elvira. De esa unión nacieron tres hijos. Una vez instaurada la República, nuestro personaje de hoy entró en política ocupando desde 1902 diferentes cargos en los gobiernos que se sucedieron. En 1925 es elegido con el beneplácito de casi todos los partidos y de casi todos los cubanos. Mis mayores me hablaban de los dos periodos de Machado. El primero bueno y el segundo malo.
Y es que dicen que el poder corrompe, el poder es una droga y hay muchos que disfrutan del hecho de tener la última palabra, que los demás tengan que obedecer sus caprichos, por eso les gusta quedarse en la silla por mucho tiempo, de preferencia para siempre. A pesar de que había prometido en 1925 antes de ser presidente no reelegirse, desde 1927 Machado intentaba reelegirse en las siguientes elecciones modificando la Constitución cubana con el fin de lograr un segundo periodo presidencial. Evidentemente, esto no era del agrado de la mayoría de los cubanos. No pocos se rebelaron contra él y, como suelen hacer los dictadores, sobre todo los que idolatran ideas como las de Benito Mussolini, le fue fácil encontrar solución al problema asesinando, reprimiendo, golpeando y torturando a todo aquel que no siguiera sus mandatos o se le opusiera.
Durante el primer periodo de Machado se realizaron muchas obras públicas. Las perlas en la corona de este frenesí de construcción fueron la Carretera Central que, con sus 1435 km, unía casi en su integralidad la isla de Cuba de este a oeste, el hermoso Capitolio Nacional, la nueva sede de la Universidad de La Habana, la construcción y reconstrucción de grandes hospitales. Ello sin contar con muchas otras carreteras en el país y muchas escuelas. El precio de todo eso fue también endeudar el país.
Cuando llegó a la presidencia el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt con su nueva política de New Deal, una de las primeras cosas que hizo fue cambiar al embajador que se encontraba en Cuba, Harry Guggenheim, que obedecía a todo lo que Machado le ordenaba. El reemplazo fue un hombre más pragmático, egresado de la respectada Universidad de Harvard, James Somerville. A los Estados Unidos no les interesaba tener a una Cuba, cercana y protegida por la enmienda Platt, envuelta en revueltas y revoluciones. La enmienda Platt se había agregado a la constitución cubana y era una verdadera mancha en ella y a la soberanía de la joven república. Gracias a esta enmienda, los Estados Unidos tenían el derecho de invadir a Cuba cuando considerare que los intereses de las vidas y de la propiedad privada, tanto de los cubanos, como de los norteamericanos, estuviera en peligro.
Urgía un cambio. Como Somerville no obedecía a Machado, pronto comenzó a criticar a los yanquis. El Partido Comunista, que hasta ese momento había sido enemigo de Gerardo Machado, comenzó a ver con buenos ojos el hecho de que Machado criticara al “imperio del Norte” haciendo con él una alianza contra natura. Por su parte, el partido ABC trataba de eliminar físicamente a Machado. Uno de los casos más sonados para lograr este objetivo fue asesinar primero al Dr. Clemente Vázquez Bello, cercano a Machado, en el supuesto de que el dictador asistiera a su sepelio. Para ello construyeron un túnel que llegara justo debajo del mausoleo que tenía la familia Vásquez en el Cementerio de Colón y allí colocar una gran carga de dinamita. Todo el plan cayó cuando la familia Vázquez decidió enterrar a su asesinado pariente en Santa Clara, su ciudad natal.
También mis mayores me hablaban de un intento de asesinato, siempre organizado por el ABC, al jefe de la policía. Se había dado la falsa noticia de que en esa casa había revolucionarios para que llegara el enjambre de policías. El aparato telefónico de dicha casa estaba conectado a una gran carga de dinamita. Al levantar el auricular explotaría la casa con todos adentro. Por minutos falló el plan al salir pocos instantes antes el jefe de la policía de la casa antes de que sonara el teléfono.
El descontento era grande. No solo entre los partidos políticos y el pueblo. La situación económica se deterioraba con la crisis económica mundial y los cubanos tenían poco dinero para comprar algo que llevarse a la boca. Los Estados Unidos también dejaron de apoyar a Machado. El lunes 7 de agosto de 1933 una estación de radio ilegal del partido ABC dio la noticia al pueblo de Cuba de que Machado había huido del país. El pueblo de La Habana se lanzó a las calles para celebrar la buena nueva. Mi madre y mi tía, con solo ocho y nueve años en ese momento, acompañadas por sus tías fueron a ver la fiesta. Ese día lograron salvarse de una muerte segura gracias a una majadería de mi madre aún pequeña. Se retrasaron a llegar al lugar de la algarabía general. Ellas venían caminando por la calle Cárdenas con la intención de doblar en la calle Monte y, a solo 30 m de esa esquina, pasó un coche con los esbirros de Machado ametrallando al pueblo a mansalva. De no haberse demorado mi madre por su majadería yo no estuviera aquí contándoles esta historia.
El hecho es que el sábado 12 de enero de 1933 la presión ya era muy grande. La huelga general que se había decretado desde hacía varios días ya hacía insostenible la estabilidad del gobierno. Desde las afueras de la ciudad de Santiago de Las Vegas, cerca del aeropuerto de Rancho Boyeros, donde residía en su rancho La Nenita, salió Machado con su familia en su Lincoln blindado al cercano aeropuerto para abandonar el país. El único avión disponible en la pista era un pequeño avión de la compañía PanAm. Solo seis personas pudieron subir a bordo rumbo a Nassau en las Bahamas y de allí a Miami.
Cuando esta vez se volvió a dar por segunda vez la noticia de la huida del tirano asesino, una vez más el pueblo se votó a la calle. Fue el momento en que el pueblo comenzó a linchar a connotados machadistas mientras desde los balcones y ventanas de sus casas se tiraban sus pertenencias a la calle para luego ser quemadas. Pocos machadistas lograron escapar de los deseos de venganza del pueblo. Uno de ellos fue Desiderio Arnáz con su familia. Desiderio Arnáz más tarde fue el esposo de la conocida y querida Lucille Ball.
Todo esto me lleva a pedir al lector hacer una reflexión, un parangón de la situación que vivía el pueblo cubano en 1933 con la que está viviendo en estos momentos, 90 años más tarde. Comparemos la posibilidad de comprar alimentos, aunque se contara con poco, el uso dado por Machado al dinero producto de una deuda externa y el uso que se le ha dado a la inmensa deuda que arrastra Cuba, la de existencia legal de partidos de todo credo político, el poder de movilización de los sindicatos para llamar a una huelga general, la ropa con la que el cubano salió alegre y revanchista a las calles en 1933, la represión que mantenía Machado con la que se vive 90 años después, el ansia de Machado de perdurar en el poder con respecto a la dictadura de un partido único establecido desde ya hace 64 años… todo esto seguido de un largo etcétera. Reflexione por favor.
(*) Traductor, intérprete y filólogo; correo electrónico: altus@sureste.com