sábado , 18 mayo 2024
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Homenaje póstumo a Beatriz Rodríguez Guillermo en el Gran Museo del Mundo Maya

Un homenaje póstumo a la memoria de la Maestra Beatriz Rodríguez Guillermo, se llevó a cabo anoche en el vestíbulo del Gran Museo del Mundo Maya, con un concierto de la Orquesta Sinfónica “Gustavo Río Escalante” de la Escuela Superior de Artes de Yucatán, de la que fue directora hasta su desaparición física, la que fuera fundada por la distinguida maestra.

Al homenaje asistieron representantes tanto de la comunidad artística como académica, para recordar a tan insigne persona, destacada en diversos ámbitos de la cultura, amén de una destacada trayectoria por los mismos.
Destacó la presencia de los padres de la homenajeada, Sres. Wílberth Rodríguez Carrillo y Arleny Guillermo Zapata, así como la de doña Ofelia Bello Paredes y Diana Elena Zapata Bello, madre y hermana dei Gobernador del Estado, respectivamente.

Con la lectura de un fragmento del libro “Crónica de ángeles y de ciudad”, de la maestra Rodríguez Guillermo, a cargo de la actriz Ligia Barahona, dio inicio el evento, luego de un minuto de aplausos en honor de la autora.
A continuación, la maestra Gladys Cervantes Alpizar, secretaria ejecutiva de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY), leyó un extracto de la obra “Como la huella de una rueda sobre la tierra”.

La maestra Cervantes Alpizar señaló que podría considerarse algo común que en un homenaje todo lo que se diga de la persona homenajeada sea positivo, magnificante de su quehacer, a lo largo de su vida. Es costumbre resaltar su trayectoria laboral, creativa, afectiva, cuidando cada palabra para que no quede duda de cada uno de los atributos y cualidades que llevaron a manifestar su partida con actos de reconocimiento y hasta de premiación.

“Después de todo –prosiguió la maestra Cervantes Alpizar–, hacer un homenaje es el recurso que tenemos quienes deseamos participar nuestro dolor por la pérdida física de alguien querido y admirado, para trocar nuestro pesar en un momento de júbilo que la devuelva simbólicamente a quienes la admiramos y quisimos”.

Gladys Cervantes expresó que Beatriz Rodríguez Guillermo, en tránsito vital por los caminos de la educación, del arte y la cultura, dejó inmensos testimonios y huellas profundas de su carrera pletórica de sensibilidad, palabras, actos, sueños y compromisos, marcando su andar con las ruedas del empuje, de la utopía, que parecía desvanecerse para convertirse en realidad concreta, en hecho palpable, en caricia abierta, en certeza que no teme exhibirse al sol, porque es de él quien se nutre.

La maestra Cervantes mencionó que Beatriz, desde la trinchera del salón de clase de una escuela primaria hasta el cuartel general de la dirección de una escuela superior de profesionalización de artistas, su actitud ante la vida y sus retos fueron siempre los mismos: abonar alegría, intención, fidelidad, congruencia, creyendo en la esperanza responsable y haciendo de ella su bandera de lucha y su lema “las circunstancias no son el destino”, apelando con estos emblemas a sumarnos cada uno al cambio de los tiempos tormentosos por días soleados y plagados de verdor y colores vivaces de nuestras raíces multiétnicas y ricas en historia y tiempo.

“Beatriz padecía un corazón agrandado por la fe en los demás; aun dándose la oscuridad aguardaba recelosa en los rincones del conformismo y la duda, dejaba caer su semilla de confianza, en espera de devolverle la luz a la oquedad y que de ella emergiera una espiga, un brote verde que gradualmente ocupara ese espacio desaprovechado hasta convertirse en árbol, cuyas ramas acogieran pájaros anidando polluelos prestos a levantar el vuelo y sumarse a las bandadas que alegran las mañanas y nos dan certidumbre del futuro.

“Beatriz nos deja físicamente rodeados de todo lo que ella construyó, con su mirada, con su paciencia, con su fe; Beatriz nos acompañará espiritualmente con todo aquello que el tiempo ya no le permitió consolidar, incluyendo su genio poético, su discurso, alentador y siempre comprometido.

“Nunca hubo en ella más que la responsabilidad hacia los otros; no por obligación, sino por convicción; no por demostrarlo a los demás, sino para ser como ella fue y como seguirá siendo para todos los que la conocimos y queremos más allá de la naturaleza, más allá de los recuerdos y homenajes”, mencionó Cervantes Alpizar.

“Hasta siempre Beatriz, aquí estamos todos siguiendo las huellas de las ruedas de tu carreta que sigue hacia delante, hasta donde nace el sol”.

El programa de la noche inició con la pieza “El idilio de Sigfrido” de Richard Wagner a cargo de los jóvenes de la Orquesta Sinfónica “Gustavo Río Escalante” de la ESAY y bajo la dirección de la maestra María Elena Mendiola.

Posteriormente el homenaje continuó con la lectura infantil de “La lechuza y el ratón”, a cargo de Xhaíl Espadas, y luego el primer movimiento del Concierto número dos para violín y orquesta de Henryk Wieniaswki, a cargo de la joven solista Amairani Guevara Díaz.

Alejandra Argoytia recitó el poema “Reinventarás la luna” y el estudiante Alberto Pelisier López interpretó el primer movimiento del Concierto para violonchelo y orquesta de Joseph Hayden.

El homenaje cerró con la lectura de otro fragmento de “Crónica de ángeles y de ciudad” y la ejecución del primer movimiento del Concierto en Mi menor de Felix Mendelssohn por el violinista Diego Coral Hernández.

El repertorio de la Gala de Solistas fue interpretado por más de 50 músicos, estudiantes, egresados y docentes de la Licenciatura en Artes Musicales de la ESAY, en el que destacaron los integrantes de la generación 2012-2016, quienes junto con Rodríguez Guillermo son fundadores de la Orquesta Sinfónica de la institución.

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