viernes , 19 abril 2024
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El Tren Maya y el “paso deprimido”

Lecciones que no se deben olvidar

Héctor Ruiz Rosas (*)

Fuente: Diario de Yucatán

A dos meses y medio del impacto de la tormenta tropical “Cristóbal” en la Península de Yucatán, no se ha podido abrir totalmente a la circulación el llamado “paso deprimido”; el emblemático, polémico y neurálgico paso a desnivel situado en el corazón de Mérida, que es cruce de las dos avenidas que registran quizá el mayor aforo vehicular en la ciudad: el Paseo Montejo y el Circuito Colonias.

¿El motivo? Las inundaciones, y los daños por la acumulación del agua.

Podría pensarse en primera instancia que se trata de una enorme negligencia; primero, por no haber previsto en su oportunidad un adecuado sistema de absorción. En segundo lugar, se podría pensar que si los pozos no fueron capaces de absorber toda la lluvia que cayó, pues simplemente se desagua con bombas y el problema queda resuelto.

Pero los dos supuestos son incorrectos: sí existe un enorme pozo de absorción diseñado para esta contingencia, pero no funcionó, y por otra parte se hizo un amplio esfuerzo para desaguar con bombas y pipas, pero el nivel del agua no disminuía.

¿Qué ocurrió, entonces? Simplemente que el nivel de rodamiento del paso a desnivel está por debajo del manto freático, y las fisuras formadas por la presión del líquido hizo que toda el agua en esta capa se filtrara, por el principio de vasos comunicantes.

El problema es de tal magnitud que se encargó al Colegio de Ingenieros un estudio a fondo, y se llegó a considerar el cierre definitivo de este paso.

Parece que ya las autoridades municipales encontraron cómo remediar el asunto, pero sería lamentable que esta dura lección no deje algún aprendizaje. Al menos ya se abrió un carril (Diario de Yucatán, 13 de agosto, Sección Local, página 1).

Túnel para el Tren Maya

Este problema debe encender una llamada de alerta, en su mayor nivel de visibilidad y sonido, para hacernos reflexionar en la impertinencia de construir un túnel de más de 4 km de extensión para la terminal en Mérida del Tren Maya.

Es bien sabido que el subsuelo en Mérida es roca compacta, de tal dureza que todos los proyectos que se han elaborado para dotar a la ciudad de un sistema de drenaje han tenido que descartarse.

Independientemente del colosal costo que tendría construir un túnel de 4 km en la ciudad, ya estamos viendo lo que sucede con el manto freático, cuya primera capa se encuentra entre los 6 y 8 metros de profundidad.

No es hipotético

Lo que presenciamos con el “paso deprimido” no es un caso hipotético ni una eventualidad irrepetible, es una situación real susceptible de ocurrir en cualquier momento. Si un paso a desnivel que tiene apenas 200 m de longitud colapsa, al grado de quedar inutilizable, se puede uno preguntar lo que sucedería a lo largo de una construcción de más de 4 kilómetros y por debajo del nivel del manto freático.

Ojalá que las autoridades encargadas del proyecto del anunciado túnel analicen con objetividad el tema y no sean dilapidados recursos económicos —que de hecho no tenemos— en una obra faraónica que se antoja inútil, totalmente desproporcionada en la relación costo-beneficio y que, encima, corre el riesgo de quedar inutilizable, como el paso a desnivel en la Glorieta de la Paz.

El “paso deprimido” fue construido por una administración municipal priista y una gobernadora priista, en medio de las mayores muestras de inconformidad contra una obra en el pasado reciente. Se dieron incontables muestras de rechazo, tanto de la sociedad, como de organizaciones de profesionales; se desecharon voces expertas y descartaron varios dictámenes técnicos que desaconsejaban la realización de esta obra.

Ningún argumento fue tomado en cuenta, ninguna voz discordante fue escuchada: el autoritarismo, la necedad y obstinación de los gobernantes, y su desprecio por la opinión ciudadana fue lo único que prevaleció llegando al grado que tuvieron que contratar esbirros para reprimir a la población y desalojar con lujo de violencia a cientos de ciudadanos que se plantaron pacíficamente para evitar su construcción.

Ojalá no suceda exactamente lo mismo con esta presidencia morenista. El pueblo mexicano no merece esto.— Mérida, Yucatán.

Ingeniero

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