viernes , 19 abril 2024
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No solo el Metro

Denise Dresser*

Fuente: Diario de Yucatán

Fracaso sistémico de la 4T

En la tragedia de la Línea 12 murieron 26 personas. Muchas más resultaron heridas, y dejan atrás ausencias, vidas truncas y preguntas que el gobierno aún no puede o no quiere responder.

Ante el dolor colectivo, presenciamos un Presidente desafanado, desentendido, más empeñado en recibir aplausos que en expresar condolencias. Esperábamos empatía y recibimos desidia; exigíamos responsabilidad y recibimos opacidad. Un gobierno que ha buscado culpables afuera, antes que admitirlos adentro. Un estilo de ejercer el poder con fallas tan sistémicas como las que evidenció el Metro.

Y lamentablemente condensado en la respuesta de Claudia Sheinbaum a la investigación realizada por “The New York Times”, sobre lo que produjo el colapso de la Línea Dorada: la culpa es de “un medio que ha buscado confrontar a la Cuarta Transformación”, detrás del cual hay “intereses no esclarecidos”.

He ahí el estilo paranoide de hacer política. El cuento de la conspiración que López Obrador disemina a diario, y Sheinbaum calca en demérito a su inteligencia. En la narrativa del naufragio producido por otros, la culpa nunca la tiene el capitán ni los miembros de su tripulación. El error siempre es de los “conservadores” o los “aspiracionistas” o las “clases medias” o los “pasquines inmundos” o los que leen “The Economist” o “Reforma”.

Los vagones del Metro cayeron 40 metros, provocando las heridas de Tania y la muerte de su hermana Nancy porque el mundo está contra Andrés Manuel. La víctima indefensa e imberbe. El hombre más poderoso del país, enfadado porque ya no está haciendo historia. Ya no mantiene y ensancha la coalición que lo llevó a la Presidencia. Ahora aliena incluso a quienes votaron por él en CDMX.

Golpe a golpe, descalificación tras descalificación, AMLO presume lo que ganó, pero es mucho más lo que perdió.

La imagen presidencial, “tocada”

Perdió la aureola de invencibilidad que lo rodeaba, en la parte poniente de la capital, y en el Congreso. Perdió la épica de superioridad moral con la cual se regodeaba, despedazada por su alianza con el Partido Verde, y su acercamiento con el PRI. Ahora solo queda un político pragmático, como tantos. Un político carismático como algunos. Alguien que gana y pierde elecciones, recibe votos de castigo, enfrenta límites al poder que quería ejercer sin cortapisas, y es fustigado por la prensa cuando hace las cosas mal. Ya no es trascendental; ya no es sobrenatural.

Al Tlatoani le recortaron las plumas, en las casillas del INE donde la ciudadanía refrendó su apoyo al órgano electoral por encima de la voluntad presidencial. López Obrador lo sabe y por eso se le percibe tan enfurruñado, tan enojado. Por eso probablemente los veremos radicalizarse, y el anuncio de tres reformas legislativas que tiene en mente lo confirman: obstaculizar la competencia en el sector eléctrico, debilitar a la oposición en el Congreso y militarizar aún más a la Guardia Nacional, entregándosela a la Sedena. AMLO acorralado regresa como AMLO enfurecido. Más confrontacional, más pugilista, más obligado a negociar pero odiando hacerlo.

Quizás nunca entienda por qué va perdiendo apoyo electoral, social y moral. No solo es un tema de personalidad o promesas incumplidas y agendas traicionadas. Gran parte del rechazo tiene que ver con la ineficacia de su gestión, con la incapacidad para tomar decisiones racionales de política pública, con la propensión a culpar a otros en vez de examinarse a sí mismos. AMLO sigue siendo un Presidente querido, pero al frente de un gobierno mal calificado. Encuesta tras encuesta revela la realidad que el Presidente se niega a reconocer. Es un buen político y un pésimo gobernante. Encabeza lo que fue un gran movimiento de oposición pero, ya en el poder, ha resultado una desilusión.

Y no es la falla de un solo hombre; es un fracaso sistémico de la 4T. El colapso del Metro solo exhibe las penurias que la dizque izquierda viene arrastrando desde que se instaló en la capital. Corrupción y mala planeación, cuatitud que le permite a Carlos Slim recortar costos y usar malos materiales, presiones políticas y las prisas por presumir obras, críticas desestimadas y advertencias politizadas, con efectos letales. Así la Línea 12, así el Tren Maya, así Santa Lucía, así Dos Bocas, así los vicios mimetizados y arraigados. No solo es el Metro. Es el problema de seguir siendo oposición en el gobierno. No solo pierdes; también matas.

Ático

AMLO enfurruñado, enfadado por lo que perdió. Acorralado, enfurecido, obligado a negociar.— Ciudad de México Correo: denise.dresser@mexicofirme.com

*) Periodista

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