sábado , 20 abril 2024
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Los cómplices de la 4T

Impunidad

Denise Dresser (*)

Fuente: Diario de Yucatán

“No te preocupes, Carlos”, le dice López Obrador al ingeniero Slim. “Capítulo cerrado”, es el mensaje reconfortante que el Presidente le manda al multimillonario dueño de la empresa involucrada en el colapso de la Línea 12. Como antes, como ahora, como en el futuro: la cuatitud por encima de la responsabilidad, la protección por arriba de la investigación, la complicidad entre el poder político y el poder económico que la “4T” prometió erradicar pero tan solo mimetiza. Los políticos sexenales se rotan, pero los oligarcas permanentes se mantienen ahí. Impunes, fuera del escrutinio y al margen de la legalidad. Por eso, a pesar de las promesas de cambio, México sigue siendo un país de empresarios expoliadores y funcionarios que les permiten serlo. La alianza entre el plutócrata y el Presidente lo confirma; 26 muertos no la romperán.

A lo largo del gobierno que se jacta como el más transformador de la historia, sigue habiendo intocables. Y Carlos Slim es uno de ellos; apapachado, admirado, requerido. Perdió el aeropuerto de Texcoco, pero rápidamente fue recompensado con otras obras. Se le cayó un negocio pero inmediatamente fue el beneficiario de otros. Es un invitado regular a Palacio Nacional, y tiene el oído y la chequera de quien despacha ahí. En ningún momento se ha buscado regularlo mejor, contenerlo más, obligarlo a competir en múltiples mercados que domina, para así bajar precios y beneficiar a los consumidores. Es el Primer Plutócrata, aunque cobre de más y construya mal. Para los enemigos, está el SAT, la Unidad de Inteligencia Financiera, la Fiscalía General de la República y el “quién es quién en la mentira de la semana”. Para el ingeniero están las adjudicaciones directas y las exoneraciones palaciegas.

AMLO lo consiente, lo cuida. Tan es así que anuncia lo acordado a puerta cerrada entre él y Claudia Sheinbaum, juntitos los dos, muy cerca de Dios y recibiendo su perdón. Slim reparará la Línea 12 con su propio dinero, y así, colorín colorado, este cuento se ha acabado. Cuando no debería ser así. Cuando en cualquier país con Estado de Derecho, Slim enfrentaría un “class action” multimillonario —una acción colectiva— iniciada por el propio gobierno de la ciudad, para resarcir el daño a las familias afectadas. Para obligarlo a asumir responsabilidades y pagar errores. Para limitar su capacidad de seguir participando en otros proyectos de obra pública como el Tren Maya. Pero en el México de hoy, igual que ayer, a uno de los hombres más ricos del país el gobierno le da una palmada a la espalda, mientras los pobres reciben otra patada. Unos cuantos pesos, en contraste con todo lo que Slim obtendrá: impunidad asegurada y ganancias garantizadas.

A pesar de lo constatado por el dictamen técnico sobre la Línea 12, anterior al chivo expiatorio de Florencia Serranía, y que apunta a CICSA/Grupo Carso. Prácticas cuestionables de construcción. Pernos mal puestos, mal colocados y mal soldados. Deficiencias en las trabes, las conexiones, la colocación del cemento y los componentes de acero. Cálculos originales que fueron cambiados para reducir costos. 6 kilómetros edificados al aventón. Oficios ignorados y reportes archivados y controles de calidad desatendidos y riesgos minimizados por Ebrard, Mancera y Sheinbaum porque a Slim no se le reclama. Se le rinde pleitesía. Se le perdona. Se le convoca para llegar a un buen arreglo.

Aun sabiendo que la empresa encargada de supervisar la construcción de la Línea 12 es la misma que supervisa la construcción del Tren Maya. Aun conociendo las prácticas cuestionables del Grupo Carso, y su falta de experiencia en el negocio lucrativo de los rieles cuando incursionó en la capital. Aun escuchando las quejas de ingenieros que trabajan en la “magna obra de revitalización del sureste”, donde encuentran problemas similares a los evidenciados en el Metro. Problemas que serán exacerbados por la prisa, la improvisación, la construcción que comienza sin un plan maestro terminado.

Problemas que podrían reproducir lo padecido en Tláhuac: desplomes y defunciones, seguidos de manos manchadas y caras duras.

Los mercados castigaron las acciones del Grupo Carso, sin embargo el gobierno de izquierda que lo contrató no lo hará. El Presidente ya explicó que el pueblo humilde, trabajador y bueno entiende que “estas cosas pasan”. A los cómplices se les protege, y los demás que se jodan.— Ciudad de México.

denise.dresser@mexicofirme.com

Periodista

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