Vigilando a quienes vigilan nuestra democracia
Antonio Salgado Borge (*)
Previo al primer debate entre los candidatos a la gubernatura del Yucatán, lo normal sería que los reflectores estuvieran colocados sobre lo que ahí podría decirse. Éste no ha sido el caso. La nota de Diario de Yucatán sobre un pronunciamiento de diversas organizaciones y personas que rechazan la inclusión de la Red Pro Yucatán en el comité seleccionador de las preguntas del debate probablemente se ha compartido más que cualquier noticia sobre el contenido del debate.
Para algunos, protestar contra el Iepac justo cuando éste se ha decidido, por primera vez, a abrirse al diálogo con la sociedad podría parecer ingrato o exagerado. Ninguno de los dos cargos es cierto. Por principio de cuentas, quienes firmamos este pronunciamiento aplaudimos, sin reservas, que el Iepac se hubiera propuesto “ciudadanizar” los debates escuchando a una pluralidad de actores del estado. Si tantas personas y organizaciones nos hemos opuesto a que el Iepac hubiera invitado a la Red Pro Yucatán es porque consideramos que hay razones para afirmar que esta decisión no es trivial y que sus alcances no se limitan a un simple proceso de selección de preguntas.
Considero que el argumento principal contenido en el pronunciamiento puede ser dividido en dos partes. Parte A: (1) Dos principios fundacionales de la democracia son la libertad y la pluralidad. (2) Quien se opone activamente a los principios fundacionales de la democracia respalda la antidemocracia. (3) Una organización que se ha caracterizado por su agenda antipluralidad y antiderechos se opone a la libertad y la pluralidad; es decir, a los principios fundacionales de la democracia. (4) la Red Pro Yucatán se ha caracterizado por su agenda antipluralidad y antiderechos LGBTTTI. Conclusión: la Red Pro Yucatán se opone activamente a los principios fundacionales de la democracia y es, por ende, antidemocrática.
Parte B: (1) Si el primer fin o razón de ser del Iepac es “contribuir al desarrollo de la vida democrática”, entonces el Iepac debe salvaguardar los principios fundacionales de la democracia. (2) Los principios fundacionales de la democracia no pueden ser decididos, vigilados o gestionados por personas u organizaciones antidemocráticas. (3) El Iepac ha invitado a la Red Pro Yucatán, una organización antidemocrática. Conclusión: al incluir a la Red Pro Yucatán o a cualquier organización antidemocrática en sus procesos, el Iepac no salvaguarda los principios fundacionales de la democracia y traiciona su razón de ser.
Una primera forma en que se puede cuestionar nuestro pronunciamiento es apelando a que éste se trata de un ataque contra la Red Pro Yucatán motivado por diferencias ideológicas. Si bien ningún argumento es incuestionable, para desarticular un argumento se debe mostrar la falsedad de una premisa o su invalidez; apelar a su motivación no es suficiente. Pero es un error suponer que el argumento planteado no está manufacturado para aplicar sólo a una organización o persona; uno podría sustituir el nombre “Red Pro Yucatán” por el de cualquier otra organización antidemocrática —como el Frente Nacional por la Familia— y el argumento seguiría siendo igualmente sólido y válido.
Lo que ha generado alarma entre las personas que hemos suscrito el pronunciamiento no es la existencia de la Red Pro Yucatán o su pertenencia al FNF; finalmente, las posiciones de estas organizaciones son ampliamente conocidas. Esto es evidente si se considera que el pronunciamiento está dirigido al Iepac, una institución pública que probablemente de manera inadvertida, ha cometido un error cuyas graves consecuencias no ha podido o no ha sabido dimensionar. Prueba de ello es que en su réplica al pronunciamiento este instituto se enfocó en subrayar lo plural del proceso que llevó a la selección de quienes elegirán las preguntas, evadiendo por completo enfrentar el argumento de fondo.
La respuesta del Iepac no es satisfactoria porque la inclusión de una, cien o el número que uno quiera de organizaciones democráticas no elimina que al incluir a cualquier organización antidemocrática el Iepac traiciona su razón de ser.
Pero esta traición no ocurre por un evento limitado como la participación en un comité que seleccionará preguntas. La traición de fondo ocurre porque cuando invita a organizaciones antidemocráticas, el Iepac las legitima implicando que no hay nada antidemocrático en lo que éstas promueven.
Pero esto es falso. Tal como Jorge Fernández Mendiburu y Carlos Escoffié Duarte señalaron esta semana en una entrevista radiofónica dedicada al tema, hay evidencias de que el discurso antiderechos legitima la promoción del odio y la intolerancia (“Cadena Rasa”, 24/04/2018), dos elementos que han puesto a las democracias occidentales contemporáneas en jaque.
A lo anterior se podría agregar lo planteado por Luis Roberto Castrillón en un artículo sobre el desacierto del Iepac: aquellas organizaciones que se oponen al matrimonio del mismo sexo violan el mandato al derecho a la no discriminación establecido en la Constitución y, por ende, incurren en apología del delito. Esto es delicado y amerita una discusión independiente (“Medium”, 24/04/2018).
Desde luego, los amigos de grupos antidemocráticos podrían intentar mermar la posición de quienes firmamos el pronunciamiento argumentando que quien se dice plural debe aceptar todas las posiciones y que, por ende, las organizaciones y ciudadanxs que suscribieron el pronunciamiento no pueden oponerse a la inclusión de una organización en el comité del Iepac sin contradecirse. Este argumento no es sólido, pues una de sus premisas es falsa: defender la pluralidad no implica aceptar todas las posiciones porque en nombre de la pluralidad o de los derechos uno podría socavar, desde adentro, la democracia, la pluralidad o los derechos mismos. En consecuencia, defender la pluralidad significa, antes que cualquier cosa, no aceptar posiciones que atenten contra los principios fundacionales de la pluralidad.
El pronunciamiento también puede ser atacado aludiendo a que el Iepac ha incluido a otras organizaciones que no practican la democracia internamente. Pero esto implicaría una incapacidad de distinguir entre organizaciones antidemocráticas —aquellas que se oponen a los principios fundamentales de la democracia— y organizaciones no democráticas —aquellas que no practican la democracia hacia sus adentros—. Por ejemplo, normalmente la familia no es una institución democrática; los padres deciden y mandan sobre sus hijos cuando éstos son menores de edad. Sin embargo, por poco democráticas que puedan ser, la mayoría de las familias no son antidemocráticas.
Además, recordemos que el Iepac buscaba formar un comité de expertos. En este sentido, una distinción sugerida por el doctor Rodrigo Llanes Salazar en conversación personal (25/04/2018), es aquella entre organizaciones “expertas” y organizaciones “no expertas”. A mi entender, un experto —como una universidad o una investigadora— conoce con la mayor profundidad posible un tema o grupo de temas, investiga científicamente sobre ellos y gestiona conocimiento.
Organizaciones como la Red Pro Yucatán y el FNF no sólo no son expertas, sino que sus discursos se suelen sustentar en ideologías anticiencia y están repletos de elementos considerados falsos por expertos en otras áreas —por ejemplo, que la homosexualidad es una enfermedad o que el género es una clase natural—.
El error del Iepac no es anecdótico y rebasa un evento particular, pues legitimar a organizaciones antidemocráticas y hacerlas pasar por expertas implica un grave riesgo para nuestra democracia. Entender nuestro contexto es fundamental para ver por qué. En años recientes, el mundo ha sido testigo del empoderamiento de organizaciones antidemocráticas, muchas de las cuales operan en red y son financiadas y asesoradas desde el extranjero. “The New York Times” ha dado cuenta de que dinero y equipos de asesores legales han fluido desde Estados Unidos a Latinoamérica con el fin de hacer influyentes políticamente a organizaciones con agendas antiderechos poco representativas aprovechando la debilidad institucional o la corrupción en la región.
De acuerdo con “The Economist”, con su discurso y sus acciones estas organizaciones buscan no sólo modificar el marco legal para privar a personas del reconocimiento de sus derechos, sino que promueven reformas educativas que privarían a lxs niñxs de actualizar su potencial de conocer la verdad, de entender el mundo y de pensar críticamente. Lo que el Iepac no logró ver es que verdad, conocimiento y pensamiento crítico son elementos fundamentales para una democracia. Por ende, legitimar a una organización con una agenda antiverdad, anticonocimiento y antipensamiento crítico atenta contra la sostenibilidad de la democracia.
El Iepac cometió un grave error y legitimó de manera inmediata a la antidemocracia. Sin embargo, gracias al capital social yucateco la democracia en nuestro estado podría salir fortalecida de este desacierto. Y es que, paradójicamente, debido a la decisión del Iepac esta semana Yucatán vio surgir una importante reacción contra grupos antidemocráticos; un colectivo nutrido y representativo cuya primera expresión quedará como alerta para cualquier institución democrática al momento de analizar a quienes abren sus puertas y que dejará en claro los riesgos y costos de la antidemocracia a quienes aspiren a representarnos.— Edimburgo, Reino Unido.
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@asalgadoborge
Candidato a doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Maestro en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y maestro en Estudios Humanísticos (ITESM)
Fuente: Diario de Yucatán