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Historiadores de lo cotidiano

  • Los “historiadores de lo cotidiano” hacen posible hoy, casi 86 años después, reconstruir los momentos de un proceso fundamental para el pueblo de Yucatán.

Dulce María Sauri Riancho (*)

Fuente: Diario de Yucatán

En una de mis primeras visitas al Diario para participar en una mesa de discusión sobre algún tema de interés, me encontré frente a frente con una frase del fundador del periódico, don Carlos R. Menéndez: “los periodistas son historiadores de lo cotidiano”.

En ese tiempo comenzaba mis estudios de posgrado, justamente en Historia, lo que me hizo reflexionar con particular intensidad en esa especie de aforismo que guía desde hace 98 años el trabajo de quienes laboran en el medio de comunicación impreso más antiguo de la Península.

Conocía también una frase, justo en otro sentido, sobre la trascendencia de las publicaciones diarias: “es más viejo que un periódico del día anterior”, para hacer referencia, en algunos casos despectivamente, al paso efímero de las notas impresas en sus páginas.

La memoria es definida por Josefina Cuesta como “…una lenta acumulación colectiva y espontánea de todo lo que un grupo social ha podido vivir en común…” (1). La memoria colectiva, lo que permanece en los recuerdos de una sociedad, de un pueblo, le otorga a la prensa escrita el “boleto de entrada” al pasado para poder ingresar en la vida presente.

En ese sentido, la imagen que una sociedad traza de sí misma, de los grupos que la componen, de sus valores comunes y principios sobre los que se asienta, está estrechamente relacionada con el ejercicio de la libertad en sus medios de comunicación. Mientras más libres hayan sido y sean estos medios, mayor será su importancia social y, sobre todo, más efectiva su función de contribuir a reducir las desigualdades y la injusticia en las comunidades de las que forman parte.

Los medios libres no son complacientes con los poderosos; causan incomodidad o franca animadversión a las y los políticos (entre los cuales me incluyo, sobre todo en la etapa de mi desempeño como gobernadora).

Historiadores de lo cotidiano

Historiar lo cotidiano, seleccionar en el día a día de la vida de un pueblo aquellos acontecimientos que, a juicio de los jefes de redacción, merezcan ser descritos en las páginas de una publicación, implica una toma permanente de posición que permite poner los reflectores sobre algún hecho, una opinión, una investigación o las crónicas de espectáculos y deportes que interesan a un conjunto social.

Simultáneamente, la prensa es como un gran espejo en que la sociedad se mira, algunas veces —pocas— en forma complaciente; otras más, provocando incomodidad o franco rechazo ante lo descrito en sus columnas.

Pero hay momentos en la vida de un pueblo en que la prensa actúa como guardián de la memoria colectiva. Ese fue el papel del Diario de Yucatán frente al reparto de las haciendas henequeneras, realizado en agosto de 1937.

Me correspondió como aprendiz de historiadora elaborar un ensayo que titulé “Cuatro estaciones de la memoria” (2). Me propuse indagar, desde la perspectiva cultural, la forma como se construyó el recuerdo sobre la trascendental determinación del presidente de la república, Gral. Lázaro Cárdenas, de dotar de tierras a más de 22,000 campesinos pobladores de la región que fue después conocida como la “zona henequenera” de Yucatán.

Parecía tarea sencilla obtener la información sobre un hecho tan relevante para la sociedad yucateca que, además, ha sido abordado en numerosos estudios históricos y económicos.

No fueron los archivos los que me proporcionaron los datos fundamentales para conocer los sucesos que comenzaron el 1o. de agosto, con la llegada del presidente Cárdenas al estado procedente de Campeche, hasta el 24 de ese mismo mes, cuando se embarcó en el puerto de Progreso hacia Veracruz.

Fue la cronología desprendida de las páginas del Diario de Yucatán —y del Diario del Sureste, fundado en 1931— la que me permitió reconstruir las voces de apoyo y de resistencia frente a la trascendental medida.

En sus ediciones de esos cruciales 24 días, el Diario dio cabida a las participaciones presidenciales, a las de los grupos de obreros y campesinos que apoyaban su determinación, a los gobernantes locales. Pero también dio voz a los representantes de la Asociación Defensora de la Industria Henequenera, con la publicación de un “extenso memorial dividido en tres partes: Errores cometidos; Resultados y Sugerencias concretas”.

El 9 de agosto, las ocho columnas del Diario destacaban: “Quedó resuelto ya el problema agrario” y publicaba el texto íntegro del “memorable” documento que leyó el Jefe del Ejecutivo federal. Entre la amplia información de ese día, destaca la “Nota del Día”, denominación que recibía el editorial del Diario de Yucatán, escrita por su director. En ésta se afirma que “…El día de ayer […] será memorable en la historia de Yucatán. Queda inscrito en ella, ad perpétuam, con piedra blanca, pues él señalará a las generaciones del mañana, cómo, en qué forma y por quién fue resuelto en la vieja tierra de los Xiú, de los Cocomes y de los Cheles, sin trágicas conmociones sangrientas, como en otras partes, el problema más grave que puede afectar y afecta los intereses de un pueblo: el de la tierra…”.

Para los afectados, el editorial del Diario también tiene palabras: “…anhelamos que un alto espíritu de comprensión y de hidalga conformidad inspire a los laboriosos hacendados yucatecos que consagraron sus energías al fomento tesonero de la riqueza pública y particular, al verse privados de una parte importante de ésta en virtud de las disposiciones de la Ley…”.

El Diario de Yucatán dio seguimiento a la visita del Gral. Lázaro Cárdenas a Yucatán 20 años después de la ejecución del reparto agrario. Un mes permaneció en la Península, al cabo del cual respondió por escrito al cuestionario entregado por el Diario a su llegada a Mérida.

Los “historiadores de lo cotidiano” hacen posible hoy, casi 86 años después, reconstruir los momentos de un proceso fundamental para el pueblo de Yucatán.

7 de junio. En 1951 fue declarado como el “Día de la Libertad de Prensa”. Eran los tiempos del control de las adquisiciones de papel por un solo organismo público, PIPSA (Productora e Importadora de Papel, S. A.) Otros son los retos 72 años después para preservar la libertad de expresión en medio de un retroceso autoritario.— Mérida, Yucatán.

dulcesauri@gmail.com

1) Cuesta, “La Memoria, ¿vestíbulo o santuario de la historia?”, p.31.

2) Sauri Riancho, Dulce María, 2014. “Cuatro estaciones de la memoria. El reparto de los henequenales”. Seminario “Historia, Memoria y Olvido”. CIESAS Peninsular.

(*)Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán

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