viernes , 19 abril 2024
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¿Cómo frenar a Morena?

Las élites económicas y su podio imaginario

Antonio Salgado Borge (*)

Fuente. Diario de Yucatán

Las elecciones de este año son frustrantes para muchas personas por diversos motivos. Pero quizás el grupo cuya frustración ha sido más visible sea el constituido por las élites económicas que dirigen a las principales cámaras empresariales.

La frustración de este grupo se debe, en buena medida, a su impotencia en términos electorales. Para nadie es un secreto que, por ejemplo, Gustavo de Hoyos y la Coparmex que dirigió han apoyado abiertamente a Va x México, el frente PAN-PRI-PRD que se ha formado con el fin de evitar que Morena arrase en las elecciones.

En particular, la idea es que Morena no repita su mayoría en la Cámara de Diputados.

Aunque es probable que Morena no logre repetir este fenómeno, esta meta es, por decir lo menos, modesta. El problema de fondo para esta coalición es que, a una semana de la jornada electoral, la duda no es si Morena arrasará, sino por cuánto.

De acuerdo con el consolidado de encuestas de Oraculus, el partido del Presidente tendría alrededor del 40% de los votos, el PRI 18% y el PAN 17%.

En cualquier elección intermedia es inusitado que el partido en el poder aventaje a sus rivales.

En este caso, Morena tendría el doble de votos que cualquiera de los dos principales y más que la suma de los votos de ambos.

Las élites detrás de Va x México no han sido capaces de entender o de aceptar q qué se debe este fenómeno. Un artículo publicado esta semana por Eduardo Caccia en “Reforma” retrata a la perfección esta incapacidad.

En su artículo, titulado “Vas carnal”, Caccia habla a nombre de un empresario que busca acercarse a sus trabajadores. Para mostrar cercanía, el patrón emplea un lenguaje supuestamente popular: —“sin ese güey, el patrón, no habría jales”…si no pensabas ir a votar, ¡no la chifles que es cantada!, tienes que salir a votar y tienes que convencer a tus compas de ir a votar. Para coronar este intento, Caccia firma su texto como “El cachas”.

Pero este tono es solo una herramienta para un fin explicativo: “A lo que voy, derecha la flecha al pecho, pues. Ya vienen las elecciones, el mero día 6 de junio. Es un día muy importante para México, y también para ti y tu familia. Te explico…Se trata de cuáles políticos ganan, o mejor dicho, cuáles políticos te convienen a ti y a tus hijos. Te la pinto muy clarita: te conviene que ganen los que hacen que haya más chamba para la gente… El Presidente ha espantado el dinero de México. Tenemos menos empresas y menos chamba. Él y sus diputados no se dan cuenta de que viven del dinero que les pagas tú, con tus impuestos, del dinero que paga tu patrón con los impuestos de la empresa. Por eso, mi buen, el día de la votación piénsale bien por quién vas a votar, si por quien apoya que tengas chamba o por quien reparte dinero que no ha ganado”.

El texto de Caccia fue celebrado por Gustavo De Hoyos. A través de su cuenta de Twitter, el exdirigente de Coparmex expresó: “Muchos empresarios me han preguntado cómo —sic— hablarles a sus colaboradores acerca de la importancia de su voto en las próximas elecciones. Un buen ejemplo para codificar el mensaje nos lo da @eduardo_caccia. Ustedes saben cuál —sic— es el mejor conducto”.

La idea entonces es que, para contener a Morena, “hablar” o hacer ver a sus trabajadores de “la importancia” de las elecciones y que, para que este mensaje sea efectivo, es decir para que los trabajadores puedan entenderlo, este debe venir “codificado”.

No es mi intención enfocarme en lo vergonzoso y condescendiente que resulta suponer que el entendimiento de los trabajadores requiere códigos como el que describe Caccia y celebra De Hoyos.

Lo que me interesa señalar es que este mensaje presupone una amenaza y una promesa.

(1) La amenaza es que si Morena sigue ganando en las elecciones cerrarán empresas y se perderán fuentes de empleo. En consecuencia, los trabajadores deben proteger lo que tienen y evitar que les alcance esta tragedia.

El problema aquí es que desde hace mucho tiempo la tragedia alcanzó a los trabajadores mexicanos. Durante las décadas de gobiernos neoliberales, el poder adquisitivo de los trabajadores se desplomó, sus condiciones de vida se deterioraron y los empleos se precarizaron.

Los números son impactantes. En México el 65.8% de los ingresos de las empresas se van a las empresas y 33% a sus empleados, mientras que en la Unión Europea, en Estados Unidos y en promedio en la OCDE los empleados obtienen 70% de los ingresos.

Como resultados de estos fenómenos, las condiciones de vida de muchos trabajadores parecen haber tocado fondo. Cuando se tiene tan poco qué perder, no hay mucho que dudar si se trata de apostar entre un futuro diferente, aunque incierto, o un futuro seguro pero miserable. No debe sorprender entonces que la amenaza del “peligro para México”, real o no, haya perdido toda su eficacia.

(2) Pasemos ahora a la promesa. Esta consiste, fundamentalmente, en la idea de que cuando se trata de votar, los trabajadores estarán mejor si confían en lo que juzgan más conveniente  sus empleadores. Detrás de esta promesa está la premisa de que los patrones tienen la autoridad intelectual o moral para explicar esta conveniencia —utilizando, como hemos visto, los “códigos” adecuados—.

El problema es que es complicado pedir a los trabajadores que confíen en el consejo de aquellas personas que no tenían problema con el modelo económico neoliberal de gobierno que les empobreció o precarizó. Además, estos empleadores estarían pidiendo a sus trabajadores que voten por aquellos mismos partidos que implementaron este modelo, que permitieron la corrupción rampante y que no se han reformado o cambiado desde entonces ni un ápice.

Si verdaderamente quieren que Morena deje de ganar elecciones, las élites empresariales que hoy apoyan a Va x México deberían enfocarse en construir una plataforma para rebasar por la izquierda al partido del Presidente.

Esto es, en apoyar en serio a un proyecto que grave mucho más a quienes más tienen, que redistribuya masivamente recursos, que construya un verdadero estado de bienestar, que permita la movilidad social, que destierre privilegios, que ponga por delante a quienes menos tienen, que resarza injusticias históricas y que aplique la ley incluso a quienes no están acostumbrados a respetarla.

Si se busca la más elemental justicia social, es decir lo que conviene verdaderamente a los trabajadores, no hay pretexto presentable para no dar estos pasos.

Tampoco se puede pretextar riesgo económico. Tal como lo demuestran los casos de países escandinavos y de algunos miembros de la Unión Europea, no solo lo anterior puede ocurrir dentro de un esquema amigable con el libre mercado, sino que ello es benéfico para la economía en su conjunto.

Desde luego, en un país donde 7 de cada 10 pesos se queda en manos de los patrones, es más fácil, y conveniente autoengañarse o engañar a otros afirmando que para contener a Morena se necesitan mensajes “codificados” o pontificando a los trabajadores desde un podio imaginario. Y es justamente este recurso al que, en su cerrazón y desesperación, han apelado Va x México, Gustavo de Hoyos y “el cachas”.— Edimburgo, Reino Unido.

asalgadoborge@gmail.com

Antonio Salgado Borge

@asalgadoborge

Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo)

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