jueves , 18 abril 2024
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Vichy, un balneario de poder

Franck Fernández Estrada (*)

Fuente: Diario de Yucatán

Desde siempre, los balnearios han sido lugares de predilección por el ser humano porque a sus aguas se le atribuyen diferentes propiedades curativas, en dependencia del manantial del que fluyen. Es así como, desde la antigüedad, en distintos lugares de Europa fueron tomando importancia algunos manantiales de aguas medicinales para diferentes padecimientos.

Por solo citar algunos de estos balnearios, podemos hablar de Baden-Baden, de Bath, de Karlovy Vary, de Spa que fue visitado por el emperador Pedro I de Rusia y que le dio gran renombre.

En el centro de Francia existe un balneario que ya era visitado desde finales del siglo XVI. Su nombre es Vichy. Sin embargo, su apogeo comenzó con la visita que le hiciera Leticia Bonaparte, madre del famoso emperador. Con este motivo, Napoleón pidió que se acondicionaran las fuentes para que otras personas pudieran venir también a seguir su tratamiento.

Con el fin del imperio napoleónico, muchas personas de elevado poder económico venían a pasar sus veranos alojándose en residencias que no correspondían a su estatus social.

Así fueron las cosas hasta que llegó lo que la historia denomina Segundo Imperio, el de Napoleón III y de su esposa María Eugenia de Montijo, la española. Ellos terminaron de darle el esplendor necesario para recibir a las personas que acompañaban al emperador.

Poco a poco se fueron construyendo casinos, teatros, salas de música, paseos y jardines para el agrado de los visitantes, así como hermosas residencias para todos estos distinguidos huéspedes.

La Belle Époque fue un momento de gran expansión e importancia para el renombre del balneario de Vichy.

En este momento de la historia, París era el lugar donde había que estar. Muchos de los grandes descubrimientos científicos se realizaban en Francia, las artes florecían y no solo gracias a artistas franceses, sino de otros países que llegaban a enriquecerse con los grandes movimientos que ahí se desarrollan. Evidentemente, Vichy supo beneficiarse del importante auge que tenía la capital francesa.

Durante la Primera Guerra Mundial, el balneario sirvió como centro hospitalario para atender a los heridos del frente. Después de esta contienda, en el periodo conocido como Entre Guerras, Vichy tuvo un nuevo auge. Muchas personas de holgada posición se construyeron palacetes y grandes mansiones para poder pasar allí sus vacaciones de verano. Muchos ricos turistas del extranjero venían a Vichy en verano. Como dicen los franceses, el lugar del “m’a tu vu”, el “ver y ser visto”.

La Segunda Guerra Mundial se declaró en 1939 y, al año siguiente, Francia fue invadida por las tropas alemanas. Al establecerse en París, los alemanes tomaron como zona de ocupación todo el norte de Francia. Al sur crearon lo que se llamó la Francia Libre, con una línea de demarcación o frontera que era una línea recta desde Ginebra hasta la ciudad española de Hendaya. El sur de esta línea se suponía era un estado libre.

Ante el avance de las tropas alemanas, el gobierno huyó de París a Burdeos, pero como esta ciudad se encontraba en la zona ocupada, decidieron buscar otro lugar donde establecerse.

Lyon, segunda ciudad de Francia, era una zona de gran actividad de la resistencia.

Marsella ya tenía muchos extranjeros y mucho español republicano que había huido de España. Con la caída de la república en 1936 se había establecido en esta ciudad, lo que la hacía un lugar poco seguro para un gobierno colaboracionista.

Clermont-Ferrand fue despreciada por los miembros del gobierno por ser una ciudad de obreros de las importantes fábricas que allí se encontraban, amén de la contaminación ambiental que ello generaba.

Finalmente optaron por la ciudad de Vichy. No solo era una ciudad elegante, sino que el balneario era ideal por la gran cantidad de hoteles que había con el fin de recibir a los turistas. No estaba lejos de la línea de demarcación, cerca de Saint-Etienne importante centro industrial y campos con rica agricultura que garantizaban el suministro de alimentos. También se tomó en cuenta la central telefónica de la ciudad, una de las pocas de Francia que tenía relación directa con el resto del mundo debido a que los ricos turistas extranjeros querían mantener la comunicación con sus países.

Una vez instalado el gobierno en la ciudad de Vichy, se creó lo que se conoce como Estado Francés. Ya no República Francesa. A cargo de este estado se nombró a un oficial del ejército, el Mariscal Philippe Pétain, héroe de la Primera Guerra Mundial. Por su parte, el Jefe del gobierno era Pierre Laval. Los hoteles y residencias fueron requisicionados para alojar a las diferentes instituciones del gobierno y las embajadas de los países que reconocían este estado.

Muchos países extranjeros reconocieron a este Estado de opereta. Y no los menos importantes: Estados Unidos, Brasil, la Unión Soviética, Canadá, Chile, China y el Vaticano, entre otros. Todos estados contrarios a las políticas de Hitler. Estos países mantuvieron su representación diplomática hasta que, al entrar Estados Unidos en guerra debido al ataque de los japoneses a Pearl Harbor, uno tras otro los países que aún mantenían relaciones diplomáticas con Alemania le declararon la guerra a ese país.

En cuanto a Pétain, a pesar de haber sido un gran héroe de guerra que le había valido el título de Mariscal, se sometió completamente a las órdenes que desde París llegaban de la Gestapo.

La colaboración con el ocupante alemán tuvo varias facetas, desde una cooperación económica hasta el encarcelamiento de oponentes políticos que fueron sistemáticamente deportados a Alemania. Cuando los aliados desembarcaron en Francia desde el sur y desde el norte, ante la inminencia de que la ciudad fuera ocupada por ellos, los alemanes se llevaron a Pétain a Alemania. Al poco tiempo él se entregó voluntariamente siendo graciado en persona por el General De Gaulle por respeto a la edad del Mariscal y a su valentía durante la Primera Guerra Mundial.

Philippe Pétain falleció en prisión en 1951. El jefe del gobierno, Pierre Laval, no corrió con la misma suerte que el jefe de Estado. Se le fusiló apenas se le pudo atrapar.

Hoy en día, la ciudad de Vichy ha recuperado el glamur de antaño y, a pesar de que muchos turistas prefieren ir a la montaña o al mar, no son pocos los que le son fieles a la estación balnearia y a los baños de manantial.

Los guías de Vichy proponen a los turistas un recorrido a pie para mostrarles los diferentes establecimientos, casas y hoteles donde se estableció el gobierno del Estado fantoche de Vichy.

La historia, apoyada e impulsada por los hombres de bien, siempre sabe cobrársela a los traidores a su país.

(*) Traductor, intérprete y filólogo; altus@sureste.com

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