viernes , 19 abril 2024
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Los odios mexicanos

Sergio Aguayo

Fuente: Diario de Yucatán

Violencia verbal

Pensaba dar por concluido el intercambio de opiniones con el Presidente. Fue áspero, pero sin injurias. Añado esta columna por tener evidencia empírica de que las mañaneras son uno de los detonadores del odio en redes sociales.

El miércoles 8 de diciembre publiqué la columna Ecos del 68; hacía algunas comparaciones entre el 68 y el conflicto en el CIDE y llamaba al diálogo. Recibió poca atención en redes. Dos tuits sabatinos incrementaron el interés durante el fin de semana. Primero fue “Reforma” recomendando la columna; luego una cuenta me botaba al basurero de la historia y descalificaba a los académicos del CIDE por privilegiados, repercutió con moderación.

Eso cambió a partir de la mañanera del lunes 13. En ese espacio, el Presidente me tachó de intelectual deshonesto porque lo comparé, según él, con Gustavo Díaz Ordaz. Respondí con un tuit negándolo. Jamás los he equiparado porque Andrés Manuel López Obrador nunca ha sido un represor. Sí dije que algunos sectores de la 4T (señalé a Conacyt) replicaban actitudes del 68 al descalificar a la comunidad del CIDE, tomar decisiones autoritarias y rehusarse al diálogo.

El Colegio de México es, como el CIDE, una institución pública de investigación y docencia de excelencia. Ahí coordino un proyecto encabezado por Gabriela Cruz Alonso sobre el odio en redes. Pedí una opinión a su equipo y la respuesta fue un caudal de cifras según las cuales, antes de debutar en la mañanera, mi columna recibió 17 insultos; después de ella fueron 3,110 en un lapso similar. 140 mensajes son particularmente agresivos y algunos podrían ser considerados delitos. Próximamente se publicará toda esta investigación que confirmará lo encontrado en otros análisis en curso.

El estudio del odio en Twitter y otras redes permite identificar una secuencia. Quienes participan en la vida pública pueden detonar oleadas de descalificación o respaldo en las cuales influyen cuentas dedicadas profesionalmente al insulto o al apoyo. Es cierto que en la inmensa mayoría de los tuits no aparece una amenaza directa, pero la sistematicidad y frecuencia a través de la cual se detona el insulto puede llegar a ser tanto o más intimidante que un mensaje que atenta contra la vida de uno. Por eso es que se trata de un tema de preocupación universal.

Hay momentos en que las descalificaciones se traducen en amenazas físicas, en mayo de 2020 amagaron a “Reforma” con poner una bomba y en octubre de 2021 amenazaron de muerte al hijo de Lilly Téllez. Como ambos habían sido señalados como adversarios por López Obrador, éste reaccionó pidiendo inmediatamente mesura a sus seguidores. Algunos lo escucharon, otros lo ignoraron; cuando el rencor se desboca es difícil regresarlo a la madriguera.

Historia

El odio en México tiene una larga historia. Uno de los momentos cumbre fue la abyecta campaña de difamación lanzada por Felipe Calderón contra López Obrador en 2006. La denuncié en mis columnas de aquel año y la demostré en una obra posterior (Vuelta en U). Resulta natural que esa experiencia haya dejado una mancha indeleble en el estado de ánimo del actual presidente. Eso no justifica la ligereza con la cual lanza acusaciones sin sustento.

El rencor sigue su marcha incontenible hacia lo desconocido. ¿Qué hacer? Me permito un párrafo con reflexiones personales. Asumo la inevitabilidad de la crítica, pero rechazo las descalificaciones sin fundamento. Ni he comparado al Presidente con Díaz Ordaz ni me beneficié en el viejo régimen, ni defiendo con mis textos algún privilegio. La era digital ha exacerbado los rencores porque Twitter y otras plataformas digitales lucran con los excesos y evaden la transparencia y la rendición de cuentas, y porque nuestros organismos públicos se desentienden de incursionar en un terreno espinoso y sin legislar.

La violencia verbal es la antesala de la violencia física, aunque es imposible saber si en algún momento nos deslizaremos por el abismo. Con el país enlutándose por el auge del crimen organizado y una polarización política evidente, gobernantes y críticos debemos tomar conciencia sobre el ambiente que se está gestando. Son momentos para el escrúpulo en la fundamentación de lo escrito y dicho, pulcritud con los adjetivos y respeto a la dignidad del otro.— Boston, Massachuset

@sergioaguayo

Investigador y analista. Colaboraron los integrantes del Proyecto Odio y Concordia del Seminario sobre Violencia y Paz de El Colmex

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