Fuente: Reporteros Hoy
Mérida, 27 de septiembre 2025.- La próxima entrada en operación de las nuevas plantas de ciclo combinado en Mérida y Valladolid, celebradas por el gobierno estatal como el camino hacia la “independencia energética”, no evitará que la Península de Yucatán siga padeciendo apagones masivos como el de este viernes, cuando una falla en las líneas de transmisión de 400 kilovatios dejó sin luz a 2 millones 262 mil usuarios en Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Esta vulnerabilidad estructural derrumba la narrativa política del gobierno sobre una supuesta autonomía eléctrica que, ante los hechos, se revela como una promesa irreal.
La “independencia energética” de Yucatán ¿un mito?
El análisis de la infraestructura eléctrica peninsular confirma una realidad incómoda: más del 60% de la electricidad consumida en la región depende del flujo energético a través de líneas de transmisión de muy alta tensión provenientes de Tabasco y Chiapas.
Las plantas locales –Mérida III y IV, más la ciclo combinado Riviera Maya-Valladolid– aportarían cuando mucho 500 megavatios adicionales, pero su operación plena se ve limitada por la falta de suministro estable de gas natural a través del ducto Mayakán, manteniendo a la península en una situación de dependencia crónica del sistema nacional, principalmente de líneas de Chiapas y Tabasco.
¿La independencia un mito?
La realidad técnica es contundente: aunque las nuevas plantas de ciclo combinado aumenten la capacidad de generación local, la península carece de la capacidad para “aislarse” eléctricamente y suplir la totalidad de su demanda con generación propia.
Las dos líneas críticas de 400 kV –denominadas LT ESA A3Q20/A3Q30 TIC– seguirán siendo el talón de Aquiles del sistema, pues cualquier falla en ellas, como quedó demostrado, puede dejar a oscuras a millones de usuarios sin importar cuántas plantas locales estén operando.
Esta red de 230 kV que sirve para distribución regional simplemente no tiene la capacidad ni redundancia suficiente ante grandes demandas o fallas a gran escala.
La prometida “independencia energética” requeriría no solo más plantas generadoras, sino un rediseño integral del sistema de transmisión y respaldo interno que ningún gobierno –ni federal ni estatal– ha planteado seriamente, dejando a Yucatán y toda la península en una vulnerabilidad estructural que convierte cada apagón masivo en una bomba de tiempo social y económica.
Apagones recurrentes con la 4T
Dicha crisis energética no es nueva, pero se ha agudizado dramáticamente desde 2019, durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y continúa bajo la administración de Claudia Sheinbaum.
En estos siete años, Yucatán ha enfrentado al menos siete eventos de apagón masivo peninsular, además de innumerables cortes intermitentes.
El más reciente mega apagón –que tardó casi tres horas en restablecerse– provocó caos vial por semáforos apagados, paralización del comercio, caída de telecomunicaciones y pérdidas millonarias aún no cuantificadas en el sector turístico y productivo.
La vulnerabilidad del sistema se evidenció nuevamente en marzo de 2025, cuando al menos 14 municipios yucatecos quedaron sin electricidad, afectando zonas hoteleras y comerciales críticas.
Un día después, el 25 de marzo, apagones intermitentes azotaron 12 municipios más, incluyendo zonas densamente pobladas de Mérida como Los Héroes, Ciudad Caucel y el Polígono 108.
Durante mayo y junio, en plena temporada de calor con temperaturas de hasta 43 grados Celsius, más de 335 mil usuarios en Kanasín y municipios rurales sufrieron cortes de hasta 24 horas consecutivas.
Crecen las protestas de la población
El hartazgo social ha escalado a niveles inéditos de radicalización. En agosto de 2023, colonos de Valladolid amarraron a empleados de CFE a postes de luz tras sufrir un apagón de más de tres días.
La escena se repitió en septiembre de 2025 en Dzemul, donde vecinos retuvieron a un trabajador de la paraestatal ante la repetición de cortes y la nula atención a sus demandas.
Ese mismo mes, fraccionamientos de Nueva Pacabtún, San Marcos y zonas del Periférico de Mérida bloquearon calles y accesos, llegando incluso a cerrar vialidades exclusivas como el IE-TRAM, presionando directamente a las autoridades para restablecer el servicio.
Las protestas han evidenciado no solo la desesperación ciudadana sino también las pérdidas económicas recurrentes: alimentos descompuestos en congeladores, comercios paralizados, actividades laborales y educativas interrumpidas, y el colapso del transporte público.
Cada temporada de calor trae consigo una nueva oleada de manifestaciones, con bloqueos esporádicos y expresiones masivas de frustración en redes sociales contra la CFE y las autoridades federales y estatales.