viernes , 29 marzo 2024
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Exquisita Jeanne Poisson

Franck Fernández (*)

Fuente: Diario de Yucatan

La historia recoge la existencia de exquisitas mujeres que vinieron al mundo no solo para encumbrarse en las más altas esferas, sino también para hacerle más agradable la vida a aquellos que les ayudaron en su tarea y, al mismo tiempo, a abrir el camino al desarrollo de las artes, la ciencia y la industria.

Su padre fue un empleado de suministro de víveres en París durante la hambruna de 1725 y pronto fue acusado de tráfico y ventas fraudulentas, por lo que debió escapar a Alemania. Su madre, Louise Magdelaine de la Motte, hermosa mujer, en ausencia de su esposo se dedicó a tener múltiples, ricos e influyentes amantes.

Esto le permitió darles una muy esmerada educación a sus dos hijos. A Jeanne Antoinette la envió al convento de las Ursulinas, especializado en la educación de chicas de la alta burguesía francesa de la época. A los 9 años, la madre la llevó con una vidente que le predijo que reinaría en el corazón de un rey. No se sabrá exactamente si esto es cierto o leyenda, la realidad es que cuando Jeanne Antoinette falleció, en su testamento le dejó una renta vitalicia de 600 escudos anuales a una tal Madame Lebon, vidente de París.

Los La Motte estaban relacionados con una familia dedicada a la alta finanza, los Pâris y ellos ayudaron a la educación de esta señorita.

Su madre comenzó a vivir de una forma permanente con el señor Charles le Normant de Tournehem, uno de sus múltiples amantes. Como la relación de este señor con Luise Magdelaine era cosa vieja, muchos piensan que era su verdadero padre y no el señor Poisson.

Más adelante, Charles casó a Jeanne con su sobrino y heredero Charles Guillaume le Normant d’Etiolles con quien tuvo dos hijos, un varón que falleció a muy pocos meses y una niña a la que se le bautizó con el nombre de Alexandrine, también fallecida a los 9 años de edad.

Por su parte, el rey del momento en Francia era Luis XV, un hombre alto de una gran belleza física. Estaba casado con la princesa polaca María Leczinska que ya a esas alturas le dio 10 hijos, pero con la que ya no compartía lecho. Falleció la amante oficial del Rey. Hasta este momento, las amantes oficiales habían sido siempre escogidas entre la nobleza francesa.

Eran varios los partidos que, con el fin de afianzar su influencia ante el rey, querían situar a sus pretendientas como amante real.

La familia Pâris, extremadamente interesada en tener oídos cercanos al rey, proponía a la hermosa Jeanne Antoinette, excelente candidata para el cargo. De ella decía un contemporáneo que tenía una altura por encima de la ordinaria, que era bella y elegante, con un rostro de un óvalo perfecto, cabellos más bien castaños claros que rubios, ojos de un encanto particular y con un color indefinido, una nariz perfectamente bien formada, una boca encantadora, labios hermosos que mordisqueaba constantemente para mantenerlos rojos, dientes hermosos, una magnífica sonrisa y la piel más hermosa el mundo, de un color nácar perfecto.

La familia le Normant, a saber, Charles Guillaume con su esposa Jeanne Antoinette y su pequeña Alexandrine, tenía una propiedad en los bosques del rey y a Jeanne Antoinette se le indicaba los momentos en que el rey pudiera pasar por algunos sitios para que se pudieran encontrar.

Así fue el caso una vez y el rey quedó absolutamente subyugado por la belleza y la gracia de esta mujer. Días más tarde, dentro del marco de las festividades por la boda del delfín Luis Ferdinando con la infanta española María Teresa, ambos más tarde fallecidos, en Versalles se dio una fiesta de disfraces con entrada libre, la única condición para entrar a palacio era estar disfrazado.

El rey y ocho de sus caballeros se disfrazaron todos iguales de árbol y nuestra Jeanne Antoinette se disfrazó de Diana cazadora.

No era fácil distinguir cuál de los nueve árboles era el rey. Solo uno sobresalía por su altura y sus seguros movimientos. A él se dirigió Jeanne Antoinette y mantuvieron una larga conversación.

También la alcaldía de París dio una fiesta tres días más tarde por la boda y en ella también estuvieron juntos Luis XV y Jeanne Antoinette conversando.

Días después se la vio en el teatro de Versalles en un palco cercano al del rey y la reina. A partir de ese momento, ya se instalaría Jeanne Antoinette Poisson en Versalles.

Lo primero era hacerla noble, porque una plebeya no tenía derecho al rango de amante real. El rey le compró un título que había quedado sin descendencia por la bagatela de 200,000 escudos, el marquesado de Pompadour, en la comarca del Lemosín francés y fue así que Jeanne Antoinette se convirtió en marquesa de Pompadour.

Solo quedaba ser presentada en sociedad en Versalles para poder deambular a sus anchas por palacio. Se necesitaba una madrina y para esta ceremonia de protocolo se prestó la princesa de Conti, a condición de que se le perdonaran sus deudas. De esta forma pudo oficialmente acercarse a la reina la ahora llamada Marquesa de Pompadour. Cuentan sus damas de compañías que después de este encuentro, la reina dijo: “Si mi marido debe tener un amante, prefiero que sea esa mujer”.

Poisson, el apellido de Jeane Antoinette, significa en francés pescado. En francés no existe la sutileza entre el animal dentro o fuera del agua. Por otra parte, “poison”, con una sola S, si bien existe una diferencia de pronunciación, significa “veneno”, por lo que esta ambivalencia en su apellido era utilizada por sus enemigos en su detrimento.

Desde que Jeanne Antoinette era niña fue una persona enfermiza. Por demás, frígida. Su salud y su insensibilidad no le permitían llevar la vida fulgurosa que exigía Luis, hombre muy aficionado a las artes horizontales.

A los cuatro o cinco años de relación intensa, fue ella la que decidió poner fin a sus relaciones íntimas con el rey. Sin embargo, fue ella la que se ocupó de conseguirle jovencitas vírgenes para que no transmitieran al rey enfermedades contagiosas.

Tuvo la inteligencia de, a pesar de no compartir más su lecho, convertirse en su gran amiga y confidente, incluso en consejera en cuestiones de gobierno. Llegó a actuar como una Ministra de Exteriores.

Fue ella la que acercó diplomáticamente a Francia con Austria, lo que más tarde llevaría al matrimonio del delfín con la princesa María Antonieta de Habsburgo.

Lamentablemente no supo prever la importancia del desarrollo de la marina cuando Inglaterra, gran enemiga de Francia, sí lo había entendido. Fue esta falta de desarrollo de la marina francesa lo que a la postre llevó a que se perdiera una buena parte de las posiciones francesas en América del Norte.

Como mecenas, Madame de Pompadour favoreció enormemente el desarrollo de ideas renovadoras, en particular con la acogida a los grandes pensadores y filósofos del momento que fueron los que redactaron la Enciclopedia.

Fue gracias a ella que se expandieron por Francia y por el mundo las ideas de igualdad que más adelante conducirían a la Revolución Francesa. Fue mecenas también de los artistas.

La vida licenciosa y de libertad carnal que vivía el rey se reflejaría en la pintura del momento con pintores de la talla de Watteau, Boucher y Fragonard, entre otros. Fueron ellos los que crearon la pintura llamada galante, con escenas de caballeros cortejando a hermosas damas en escenas bucólicas.

Escultores, ebanistas, músicos, tapiceros y tejedores todos fueron favorecidos por Madame de Pompadour. Fue ella la que creó el estilo Luis XV.

El champaña y la cristalería también se desarrollaron por su influencia. Se cuenta que las antiguas copas redondas para champaña (no las flautas actuales) se hicieron tomando como modelo su seno izquierdo.

Fue ella la que creó el estilo rococó. Fue ella la que desarrolló la manufactura de Sèvres con su magnífica porcelana y biscuit, para ella se inventó la porcelana color rosa Pompadour y ello para competir con la porcelana de China, Japón y Maissen.

Impulsó el desarrollo de la arquitectura neoclásica, poniendo a su hermano Abel como responsable de los edificios reales y favoreciendo la construcción de edificios “a la antigua” que era como se le llamaba entonces.

Fue ella la que desarrolló la gran finanza francesa, en particular favoreciendo a sus padrinos los Pâris.

Creó la Lotería Nacional inspirada por el veneciano Casanova con el fin de construir la Escuela Militar y la Plaza de Marte, la cual después sería imitada en todas las grandes ciudades del mundo.

Madame de Pompadour vivió 20 años en Versalles, al final de su vida estaba muy aquejada de salud, aparentemente con afecciones cardíacas, quizás también alguna enfermedad ginecológica. Fue la tuberculosis la que le acabó con su vida.

Por el protocolo estricto de Versalles, a ninguna persona se le permitía fallecer en palacio, incluso los príncipes de sangre real eran trasladados a otros palacios para fallecer. A Madame de Pompadour se le otorgó el privilegio de fallecer en Versalles.

También por cuestiones de protocolo, el rey no pudo asistir a sus obsequias, solo parándose en una ventana para ver cómo, bajo una lluvia insistente, salía de palacio el carruaje con el ataúd que encerraba a aquella que había sido su amante, su amiga, su confidente y su consejera. Desde la ventana dijo Luis XV: “No tendrá buen tiempo la marquesa para su viaje”.

A esas alturas Jeanne Antoinette Poisson ya no era marquesa, sino duquesa de Pompadour.

Fue enterrada al lado de su madre, en una concesión que había comprado en el convento de los capuchinos en París. En estos momentos se desconoce el sitio exacto de su tumba y a dónde han ido a parar los restos de aquella que fuera la más hermosa mujer de Francia de su tiempo.

(*) Traductor, intérprete y filólogo

altus@sureste.com

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