miércoles , 24 abril 2024
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Duelo de marchas: trivial controversia

Antonio Salgado Borge *

Fuente: Diario de Yucatán

Como si no hubiese asuntos más importantes o urgentes que atender, Morena y la oposición han decidido cerrar el año buscando enfrascarnos en una trivial controversia sobre su duelo de marchas.

Esta controversia sólo puede tener valor para un reducido puñado de personas con intereses políticos y económicos en juego, o para aquellas mentes fanatizadas o atoradas en la trampa de la polarización contemporánea.

Para ver por qué, empecemos notando que en este enfrentamiento mediático, tanto la oposición como Morena han desplegado dos alegatos principales.

El primero es de corte cuantitativo.

La oposición tomó el éxito masivo de la marcha en defensa del INE como una muestra de facto de que un sector importante de la población repudia al Presidente. No es difícil ver por qué; ese evento estuvo repleto de consignas y gritos contra López Obrador, a quien sus odiadores se refieren despectivamente como “López”.

Pero el presidente y sus aliados reaccionaron rápidamente. Y lo hicieron movilizando a una cantidad mayor de personas. El pretexto fue la celebración de los primeros cuatro años del gobierno de AMLO, pero los cientos de videos que circulan muestran que hubo expresiones importantes de repudio a líderes opositores y a la era neoliberal que éstos representan.

Tanto Morena como la oposición quieren proyectarse como la fuerza más grande. Su cálculo es que hacerlo les generará réditos electorales. Pero la comparación de las dimensiones de eventos distintos, además de trivial, puede resultar engañosa y complicada.

Es aquí donde entra el segundo tipo de alegato desplegado por Morena y por la oposición. Un alegato de corte cualitativo.

La idea, reproducida desde ambas trincheras, es que la marcha en la que participó el bando contrario no es orgánica, sino que fue montada por intereses políticos.

En un sentido, esto es cierto. Ambas marchas fueron empujadas, convenientemente, por los dos bloques de partidos que se disputan el poder en México.

La marcha en defensa del INE se benefició de la estructura y altavoces de la alianza Va x México; la marcha de celebración de la 4T, tuvo de su lado a los de Morena. No estoy afirmando aquí que los eventos no hubieran ocurrido sin estos andamiajes. Pero me parece un despropósito pretender que no jugaron un rol o que no estuvieron presentes.

También es innegable que en ambos eventos hubo personas que únicamente se sumaron esperando recibir algo a cambio.

La oposición quiso presentar la marcha de la 4T como un evento plagado de acarreados que acudieron buscando recibir un Frutsi y una torta. Pero este tipo de visión es injusta e implica una dosis de clasismo.

En realidad, la misma lógica aplica a quienes asisten a eventos buscando un contrato o posicionamiento político (es difícil de creer que Roberto Madrazo haya marchado motivado por una convicción axiológica que implica la independencia del árbitro electoral). En lo que respecta al calificativo de acarreo, la diferencia fundamental entre los unos y los otros es sólo el tamaño de las tortas y los Frutsis.

Pero también es cierto que en ambas marchas hubo personas críticas y reflexivas que asistieron por convencimiento, y no por interés o coacción.

La primera movilizó a individuos genuinamente preocupados por lo que ven como una posible erosión o destrucción de un entramado institucional electoral; un andamiaje perfectible, pero claramente fundamental para la democracia en México (en el país pre-INE, AMLO no hubiese sido presidente de no ser postulado por el PRI) y para la consolidación de un sistema político liberal, no basado en la voluntad del gobernante en turno.

La segunda fue nutrida por personas que por primera vez se ven representadas y defendidas por su gobierno. Gente ninguneada por las políticas neoliberales, corrupción y clasicismo que caracterizaron a los gobiernos del PRI y el PAN; seres humanos cuya condición humana, frustración, enojo y desesperación sigue sin ser entendida por esos partidos.

Cuando se consideran sus cualidades compartidas, es claro que buscar el “desempate” presentando a las marchas como eventos cualitativamente distintos tampoco tiene mucho sentido. O por poner el mismo punto de otra forma, no hay manera de criticar las propiedades de la marcha rival sin morderse la lengua.

Y es que ambas manifestaciones muestran virtudes de la actual democracia mexicana, incluyendo la presencia de personas interesadas en lo público y genuinamente preocupadas por el futuro del país. Pero también muestran los vicios que todavía persisten, como la manipulación o movilización de muchos a manos de los intereses económicos o políticos de pocos.

El pensamiento de que uno de estos eventos fue “puro” y el otro “contaminado” únicamente cabe en las mentes de quienes viven en una burbuja mediática o insisten en leer la realidad a través de narrativas simplificadas.

La controversia sobre el duelo de marchas es entonces estéril: sólo puede tener valor para aquellas mentes ya fanatizadas o atoradas en la trampa de la polarización contemporánea. O para el reducido puñado de personas con intereses directos, políticos o económicos, que buscan radicalizarlas o manipularlas.— Edimburgo, Reino Unido.

asalgadoborge@gmail.com

Antonio Salgado Borge

@asalgadoborge

Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Associate Lecturer en Filosofía en la Universidad de St. Andrews.

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