sábado , 4 mayo 2024
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De objeto a sujeto

Feminicidios y feminismo

Antonio Salgado Borge (*)

La semana pasada el mundo celebró el Día Internacional de la Mujer. Por desgracia, en Yucatán este aniversario se ha empañado por la cada vez más visible violencia contra las mujeres, incluyendo los feminicidios. En este contexto, una pregunta natural es cómo es posible que las agresiones contra yucatecas sean cada vez más frecuentes y sañosas justo en tiempos en que una oleada feminista empuja para llevar el reconocimiento de la igualdad de las mujeres del papel a los hechos. Para empezar a responder a esta pregunta, un paso necesario es identificar los orígenes de una desigualdad cuya raíz no termina por ser reconocida y erradicada.

La desigualad es una de las muchas caras de la discriminación. Por ende, la persistencia de esta desigualdad deja ver también la persistencia de la discriminación hacia las mujeres. Y un factor fundamental en el origen de esta discriminación es la supuesta unión entre el sexo —una categoría biológica— y el género —una construcción social—. Para ser claro, una de las raíces de la discriminación hacia la mujer no son sus genitales en sí mismos, sino el género; un conjunto de características socialmente construidas que convencionalmente se identifican con estos genitales.

Las características que desde la infancia aprendemos a colocar en la categoría social “género” dependen del contexto y han cambiado drásticamente a lo largo de la historia. Por ejemplo, hace 500 años dos características que se atribuían al género “mujer” y que se asumían como “naturales” en el sexo femenino eran (a) la imbecilidad y (b) la falta de valor. En consecuencia, se legitimaba la idea de que no tenía ningún sentido educar a las mujeres o compartir las decisiones relativas a la vida pública con ellas. Desde luego, los individuos de sexo femenino siguen teniendo el mismo órgano sexual, pero nadie en su sano juicio puede pensar que son menos inteligentes o valientes que los hombres. Esto significa que al género “mujer” se le han retirado estas cualidades negativas; actualmente, ni siquiera quienes identifican erróneamente sexo con género piensan que (a) o que (b) son parte de la “naturaleza” de la mujer.

Sin embargo, en 2018 el género “mujer” sigue siendo asociado por algunos con un conjunto de características discriminatorias y opresivas que son predicadas erróneamente como propiedades naturales de su sexo. Me enfocaré en dos, pues me parece que éstas son fundamentales para entender la violencia contra las mujeres. La primera de éstas es que (c) a las mujeres no se les atribuye el mismo deseo o ímpetu sexual que a los hombres; dentro de los atributos que convencionalmente se atribuyen a la mujer por tener sexo femenino están la pasividad, el recato. De aquí que la mujer no deba proponer y abrirse a la sexualidad, sino esperar y cerrarse. La segunda característica es que (d) a las mujeres no se le atribuye la misma capacidad que a los hombres de ser independientes laboralmente o socialmente; es decir, de valerse por sí mismas y de aparecer en espacios públicos como líderes y guías. De esta forma, una idea común es que las mujeres requieren de hombres que les muestren el camino.

Tanto (c) y (d), al igual que (a) y (b) en su momento, forman parte de ese mismo “combo” socialmente construido llamado género. Gracias a la lucha feminista igual es previsible que las últimas dos, en algún momento el deseo sexual y la independencia de la mujer serán reconocidos como parte de las quimeras socialmente construidas vinculadas con el sexo. Pero actualmente éstas siguen jugando un papel fundamental porque son residuos de una concepción de la mujer como objeto. Para ver por qué, consideremos qué es un objeto. A diferencia de un sujeto, un objeto no desea ni tiene independencia. El objeto no propone, sino que espera a ser empleado y obtiene toda su fuerza del sujeto. Por el contrario, al sujeto se le atribuye la capacidad de acción y no sólo de reacción; de iniciar movimiento por sí sólo, de decidir el sentido de su movimiento.

Hace unos días recibí un meme que, probablemente de manera inadvertida, ejemplificaba lo anterior con el pretexto de “celebrar” a la mujer. El meme decía lo siguiente: “Cualquier cosa que le des a una mujer lo hará mejor (sic). Si le das un esperma, te dará un hijo. Si le das una casa, te dará un hogar. Si le das alimentos, te dará comida. Si le das una sonrisa, te dará su corazón. Engrandece y multiplica cualquier cosa que le des”. Esta supuesta muestra de reconocimiento a las mujeres lleva ya implícita su concepción como objeto; tal como una tostadora puede “darnos” pan tostado si le “damos” pan, la mujer puede “dar” y transformar a condición de que se le brinde el “input” apropiado.

La violencia contra las mujeres —que se extiende desde las agresiones físicas hasta el uso despectivo del lenguaje, la violencia estructural o la desidia gubernamental— es parte de una manifestación de rabia contra la transformación de un supuesto objeto en un sujeto. El feminicidio es la manifestación más bestial de esta rabia. El feminicida no puede soportar que el objeto diga y haga efectivo un “no” con la autoridad de un sujeto; el feminicida pierde los estribos ante la posibilidad de que la mujer desee a otro hombre, de que tenga la capacidad de decidir tener una aventura o de que pueda tener la independencia económica necesaria para dejarlo; no puede soportar que mujeres tomen los espacios públicos y que se muestren como sujetos, que descolonicen los centros laborales, que busque vivir libremente su sexualidad y que propongan y busquen, como sujetos, recibir placer y no sólo ser utilizadas como objeto para dar placer a un sujeto.

De esta manera, el feminicida prefiere destruir a “su” objeto antes que verlo transformado en un sujeto.

En Reino Unido, hace algunos siglos se quemaba con frecuencia a “brujas”. Si los poderes asociados con las brujas no existen, ¿quiénes eran las mujeres a las que se quemaban? En muchas ocasiones, mujeres que se mostraban como sujetos y que eran activas; que cuestionaban, que investigaban o que descubrían; que se manifestaban en el mundo como seres con voluntad. Tanto conflictuaban estos atributos con las características del género vinculado al sexo en la época, que era más fácil considerarlas sobrenaturales y quemarlas que entenderlas o aceptarlas como humanas. En el Yucatán contemporáneo, las mujeres que se reclaman y se presumen sujetos siguen siendo castigadas socialmente. Ninguna celebración estará completa hasta que las mujeres dejen de ser discriminadas y oprimidas; pero para que eso ocurra es necesario que mujeres y hombres seamos feministas sin condiciones; que busquemos y arranquemos las raíces de la desigualdad que han logrado colarse a nuestro tiempo.

Excurso

(Importantes eventos y responsabilidad) El ataque a la doctora Sandra Peniche a manos de un individuo con un desarmador forma parte de una serie de eventos. (1) Desde hace varias semanas, un grupo ultraconservador se ha presentado en las puertas de la Unasse reclamando, sin evidencias de ningún tipo, que en su interior se realizan abortos ilegalmente y hostigando a los que visitan este centro. En realidad, la Unasse brinda asesoría psicológica a víctimas de abuso sexual o violencia; ofrece asesoría legal para prevenir y atender la violencia física, psicológica, sexual y económica contra mujeres; organiza conferencias para adolescentes y jóvenes en sexualidad, género, o Derechos Huamanos; y da asesorías en salud sexual. Es decir, apoya a mujeres como sujetos.

(2) En medio de este conflicto, y justo cuando los ultraconservadores locales se han radicalizado ante su declive, el Ayuntamiento de Mérida optó irresponsablemente por convertirse en un brazo de estos grupos al enviar a su policía a retirar una pintura que éstos consideraron “indecente”. (3) Esta decisión no sólo es ridícula —jamás hubiera ocurrido en un país medianamente civilizado—, sino que es profundamente imprudente, pues ha provocado que algunos simpatizantes de estos grupos minoritarios se sientan hoy como los supremacistas blancos en el gobierno de Trump: empoderados y representados. (4) Esta decisión también provoca que la Unasse quede marcada como un centro desamparado, o satanizado por las autoridades o que algunos asuman que la presencia de la policía confirma los rumores sin evidencias. En estas circunstancias, la alcaldesa María Fritz y el actual Ayuntamiento panista son responsables y tienen que asumir su responsabilidad.— Edimburgo, Reino Unido.

asalgadoborge@gmail.com

@asalgadoborge

Candidato a doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Maestro en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y maestro en Estudios Humanísticos (ITESM)

Fuente: Diario de Yucatán

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