Tras la ola de violencia que azota a Cancún y que desde la semana pasada no da tregua, al Consejo Coordinador Empresarial, líderes empresariales y de hoteleros les preocupa las pérdidas económicas que traerá para el destino turístico más importante de México, porque los pequeños comercios se ven obligados a bajar cortinas.
Mientras, las autoridades aseguran tener “bajo control” la seguridad de Cancún, muchos ciudadanos se preguntan cómo estaría si no lo tuvieran controlado.
Empero, mientras Cancún se desmorona a golpes de violencia, balaceras, descuartizados, mujeres asesinadas, asaltos bancarios y demás fechorías, el alcalde, Remberto Estrada Barba, está muy preocupado y ocupado en dejar en claro que no se compró un yate nuevo.
A menos de un año del proceso electoral del 2018, la factura que le pasarán los votantes al señor de las despensas, Remberto Estrada, crece el tamaño de la inseguridad que impera en la ciudad; no será por la compra de un yate que el alcalde pierda la posibilidad de ser reelecto, sino por los negocios que cierren y la baja en la industria turística