viernes , 3 mayo 2024
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Varsovia, ciudad que resurgió de sus propias cenizas

Frank Fernández Estrada (*)

Si hay un pueblo que admiro en Europa es el polaco. Polonia ha sido uno de esos países que ha sufrido enormemente los avatares de la historia. Sus fronteras se han movido al Este, al Oeste y al Sur según los designios de las potencias circundantes o de plano ha sido repartida por estas potencias vecinas para engullir sus territorios. También hay que decir que hubo un momento de la historia en que Polonia era la potencia y la que maltrataba a los vecinos, pero eso ya es cosa vieja.

El polaco es uno de esos pueblos amantes de su terruño, de su cultura y de su historia, profundamente católico. Las polacas son mujeres particularmente bellas y elegantes. Grandes han sido los artistas e intelectuales que nos ha dado este país, siendo los máximos exponentes el gran compositor Chopin, María Curie y el muy querido en México Juan Pablo II. Durante siglos, la capital del Reino de Polonia fue Cracovia, más adelante le correspondió a Varsovia este título. A mediados del siglo XVIII Polonia fue dividida entre Prusia, Austria y Rusia siendo su último rey Estanislao II Poniatowski, que terminó emigrando a Francia una vez despojado de su reino. Polonia recupera su independencia por el desmembramiento del imperio zarista, pero poco le duró. En los acuerdos de paz entre Hitler y Stalin en 1939, éstos decidieron dividirse el pastel polaco en dos. Si bien las tropas alemanas invadieron Polonia por el Oeste, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial el primero de septiembre de 1939, los soviéticos entraron por el Este ocupando territorios que aún hoy en día forman parte de la actual Bielorrusia. Pienso en particular en la ciudad de Lvov.

Pero volvamos a Varsovia, que es el tema de nuestra crónica.

A pesar de que Polonia no fue el primer país que se anexó Hitler, sí fue el primero que invadió con un acto de guerra. Una de las primeras tareas que hizo el ejército nazi fue destruir, sistemática y minuciosamente, la capital polaca, en particular todo lo que tuviera que ver con la historia de este país. Lo mismo hizo con su intelectualidad y profesionales. Este malsano objetivo fue con el fin de destruir la identidad polaca. Más tarde vino la destrucción del gueto de Varsovia, donde aglutinaron a todos los judíos de la ciudad y donde no dejaron piedra sobre piedra como represalia a la rebelión de los judíos que prefirieron morir de pie que exterminados en los campos de concentración. La tercera ola llegó con la sublevación del pueblo de Varsovia contra el invasor en 1944 ante la inminencia de la llegada del Ejército Rojo “emancipador”. Stalin, que tampoco amaba a los polacos, consideró preferible ser un mero espectador de la destrucción de la ciudad o la eliminación de los polacos por parte de los alemanes, dejándole el trabajo sucio a sus antiguos aliados. El cuarto momento de gran destrucción de la ciudad fue a la entrada del Ejército Rojo en la encarnizada lucha que tuvieron que librar para desalojar a los alemanes. El 85% de la ciudad quedó completamente destruido, pero en particular el Stare Miasto o parte vieja de la ciudad, donde prácticamente no quedó edificio en pie.

Al terminar la guerra era evidente que los polacos , con el afán de recuperar no solo sus bienes arquitectónicos sino un elemento tan importante de su historia y cultura, se dieron a la tarea de reconstruir todo lo más que pudieron y de la forma más fidedigna el centro histórico de su ciudad. Afortunadamente existían cuadros de muy alta precisión, en particular del pintor veneciano Canaletto, pero también había muchas fotos y algunos planos que ayudaron en la tarea. El gobierno que los soviéticos impusieron se dio a la tarea de organizar esta reconstrucción con el fin de hacerse una buena publicidad y demostrar que el socialismo era la mejor vía para reconstruir un país.

Sin embargo, a dos pasos de lo que había sido el gueto de Varsovia se construyeron edificios como el Palacio de la Cultura y las Ciencias y la Plaza de la Constitución, evidentes copias del estilo estalinista en un muy cacareado regalo de los soviéticos a Varsovia. Falso, todo lo construido fue financiado por el pueblo polaco. No todas las edificaciones fueron reconstruidas. Hermosos ejemplos de los estilos Art Nouveau y Art decó, por considerarse demasiados contemporáneos o incluso edificios construidos con posterioridad al 1850, no fueron considerados lo suficientemente importantes como para ser reconstruidos.

En contrapartida, las autoridades retardaban la reconstrucción de uno de los monumentos más importantes de la identidad polaca por ser la residencia oficial de los antiguos reyes polacos y posteriormente la sede del gobierno de la República polaca de entreguerras: hablo del Palacio Real de Varsovia. Solo en la década de 1970 se comenzó la reconstrucción de tan importante edificio y se terminó y abrió al público en 1984. Este esfuerzo titánico fue condecorado por la Unesco que considera que el centro histórico de Varsovia forma parte del Legado Histórico de la Humanidad. Artistas y reconstructores polacos fueron llamados a otras ciudades para reconstruirlas después de su destrucción por la guerra.

Los reconstructores de Varsovia prestaban una extrema atención a las fachadas de los edificios, pero dentro gozaban de los estándares modernos de confort. Ése fue el caso durante la construcción de la línea 14 del metro de París, la línea Meteor. Fue necesario sacrificar algunos edificios de los que se cuidó escrupulosamente la fachada y, una vez terminados los trabajos del Meteor, los interiores fueron reconstruidos con todas las comodidades de la vida moderna. Esta forma de reconstruir viejos edificios me hace pensar en el centro de nuestra ciudad. Las autoridades encargadas de las autorizaciones para reconstruir viejas casas, carcomidas por la humedad, no otorgan con facilidad permisos so pretexto de no tocar nada. ¿Por qué no se inspiran en los ejemplos anteriormente mencionados alentando a aquellos que quieran preservar dichas casas, obligándolos a mantener un exterior idéntico al original y dentro poder hacer lo que se necesite para eliminar paredes que hay que reparar sistemáticamente debido a la humedad? Varsovia es el mejor ejemplo de que eso se puede hacer.

Traductor, intérprete, filólogo altus@sureste.com

Fuente: Diario de Yucatán

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