miércoles , 5 noviembre 2025
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Un pecado mortal

Irving Berlín Villafaña *

Fuente: Diario de Yucatán

Mérida, 5 de noviembre de 2025.-El otoño cultural de los gobiernos pasados tuvo luces y sombras. Durante los tiempos de Jorge Esma Bazán era un festival internacional basado en la derrama artística del Cervantino y que tenía una programación de alto nivel capaz de atraer, además, a turistas nacionales. Los gobiernos posteriores le restaron más que sumar. El otoño cultural de este año, primero del gran renacimiento que vivimos, es el más triste y opaco de los que he visto. Detrás de la cartelera se ve claramente que no hay presupuesto y menos imaginación.

Una luz, no obstante, sobresale entre las sombras. Juan Balam es una obra bilingüe basada en otra de Mauricio Kartún que relata la historia de un tigre crecido en una comunidad humana y que vive su naturaleza como un fardo culposo, padece ser un diferente en medio de otros ajenos, hasta que el regreso a su manada le devuelve su lugar en el mundo. La obra está dirigida por Bryan Caballero y Alejo Medina del grupo Tapanco, quienes contaron con la complicidad de Delia Rendón y el laboratorio de teatro campesino de Xocén. La obra auspiciada también por Sedeculta inauguró en la comisaría lejana de Valladolid, la mágica Xocén, el otoño cultural con brillantes tres funciones, de las que ya no queda ninguna.

La brevedad del artículo obliga a ser esquemático. La puesta en escena es verdaderamente importante y talentosa: 1) recoge un texto madre para parir una dramaturgia que respeta los acentos del maya y del español y mantiene su fuerza conmovedora, 2) resalta la supervivencia de la escuela del teatro campesino de Alicia Martínez Medrano, luego de varias décadas, y pone sobre la mesa todas sus virtudes (el entrenamiento actoral de una comunidad, la imaginación estética despertada en niños, niñas, jóvenes, adultos que comparten el gusto de la representación que visibiliza cuerpos, lenguajes, acentos, costumbres y música); 3) desvela las capacidades escenográficas de nuestros paisajes campesinos, piedras, árboles, pequeños cerros, perros y gallinas de patio, caballos, pájaros, grillos, la oscuridad de la noche acaso alterada por la iluminación dirigida y hasta el cielo estrellado o no que le dan a la ficción teatral todo el peso de la realidad; 4) exhibe entre líneas la dialéctica entre la creación artística-representación escénica y la formación de audiencias populares con valores estéticos mestizos y complejos que van más allá de los tigres del norte, de los clichés regionales y del seudo humanismo europeo trasnochado; 5) sugiere las enormes potencialidades de desarrollo social, artístico y económico que tiene esa comisaría vallisoletana. El trabajo cansado y creativo que está detrás de las tres funciones, condensa el tiempo de la creación en el goce de sus autores, sus actores y el público que los presenció.

Ni todo el monte es orégano, ni toda la cultura es la jarana o el teatro regional. Sin embargo, claramente es un capítulo que no ha sido desarrollado sistemática y estratégicamente en todos los años anteriores, por más éxitos que haya habido. Si el renacimiento maya cree de verdad en este capítulo, acaba de encontrar la joya que lo puede hacer trascendente. Si las autoridades actuales no quieren pasar a la historia agachados en silencio, es imprescindible trabajar un modelo artístico social que bien puede estar basado en el teatro campesino, y en la experiencia de Xocén o del Tapanco. Es muy fácil dar con los ejes de esa política: 1) extender la experiencia del teatro comunitario bilingüe en la región, 2) apoyar a la comunidad en el desarrollo de vías, carreteras y del parque central, 3) invertir en el paisaje escénico dotándolo de infraestructura moderna y adecuada, 4) diseñar una o varias temporadas de teatro o incluso artes bilingües en general, 5) capacitar y apoyar a la comunidad para mejorar una oferta gastronómica que no sean pizzas, hot dogs o hamburguesas, 6) promover la sede en Valladolid y los demás centros de afluencia turística cercana, 7) integrar un patronato que garantice fondos para la actividad en donde participen los ayuntamientos (en especial el de Valladolid), y los otros niveles de gobierno.

El mayor reconocimiento que se le puede hacer a este esfuerzo comunitario, a los años del laboratorio campesino, a la persistencia del Tapanco por ser y hacer arte con grupos diferentes, al talento de la comunidad artística, es darle potencia y viabilidad a sus capacidades. Dejar una experiencia valiosa en tres funciones es un pecado mortal. Hablar de renacimiento cultural sin presupuesto y sin imaginación, es simplemente demagogia.— Mérida, Yucatán

Iberlin@prodigy.net.mx

*Antropólogo con maestría en industrias audiovisuales y doctorado en comunicación política

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