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Petición: amigos, prensa… “no nos abandonen”
Más de medio centenar de personas acompañó ayer el cortejo fúnebre de Emma Gabriela Molina Canto, que minutos después del mediodía salió de la funeraria Perches, en la calle 59 entre 74 y 76 del centro de Mérida.
En una carroza de la empresa se transportó el cuerpo de la mujer que fue asesinada el lunes 27 pasado a las puertas de su casa, en el fraccionamiento San Luis.
Como informamos, dos sujetos originarios de Tabasco, identificados como Jonhatan Mézquita Ávalos y Óscar Miguel López Tobilla o Tovilla, atacaron con un arma blanca a la señora Molina Canto cuando descendía de su vehículo después de una jornada de trabajo.
De último momento, la familia Molina Canto decidió cambiar el sitio donde reposarían los restos de Emma Gabriela. En principio, se dijo que sería en el Cementerio de Xoclán, pero el cuerpo de la infortunada mujer descansa desde ayer en una tumba de Jardines del Recuerdo, en el número 771 del Circuito Colonias, en la colonia Obrera, en el Sur.
El cortejo fúnebre fue encabezado por la patrulla 5998 de la Secretaría de Seguridad Pública. Numerosos familiares, con la señora Ligia Canto Lugo, madre de la occisa, al frente, amigos y compañeros de la Comuna acompañaron el cuerpo a su última morada. No asistieron los tres niños Molina Canto, Mariana, Martín e Isabella.
El cortejo llegó al cementerio Jardines del Recuerdo minutos antes de las 12:30 de la tarde; algunas personas con uniformes del Ayuntamiento de Mérida, donde la mujer laboraba, ya esperaban la carroza y cuando el féretro fue bajado, se acercaron a él.
—Les pedimos —dijo la señora Ligia Teresita Canto Lugo a los reporteros— que no tomen fotografías del féretro. Ella pedía que no quería salir en la prensa así, no le hubiera gustado… por respeto se los pedimos.
Acompañada de sus otros hijos, la señora Canto Lugo se acercó al ataúd y comenzó a despedirse de su hija.
—¡Fuiste muy valiente; te quiero mucho, mi niña; te quiero mucho, mi amor! Tus hijos, por los que tanto peleaste, no se van a quedar desamparados, yo los voy a proteger, así como tú lo hiciste, luchando hasta el final, tu muerte no quedará impune —decía entre sollozos la mujer, postrada sobre la caja blanca donde se colocó el cuerpo de Emma Molina.
Los familiares fueron los únicos que se acercaron al féretro antes de que éste fuese colocado en la fosa; su hermano Fernando, a quien también habrían amenazado de muerte, con dolor e indignación juraba que su fallecimiento no quedaría impune y que harían todo lo posible para que así fuera. Después se inclinó, tomó un poco de tierra y la lanzó a la fosa, donde ya estaba colocado el ataúd.
“¡Justicia para Gaby! ¡Justicia para Gaby!”, gritaban amigos y familiares; sus ojos, llenos de lágrimas, veían a los sepultureros colocar cemento sobre las tapas de la fosa donde ahora yace el cuerpo de la mujer.
Por varios minutos se escucharon llantos y por momentos silencio, en tanto los enterradores seguían tapando la fosa y Guillermo, hermano menor de Gaby, levantó una foto y tomó la palabra:
—Así quiero que recordemos a Gaby, siempre fuerte, así, como era. Ella no se queda aquí, vamos a seguir luchando hasta las últimas consecuencias y vamos a buscar justicia para Gaby, pero necesitamos de todos ustedes: amigos, prensa… no nos abandonen, ¡queremos justicia para Gaby!.
Entonces, otras voces lo siguieron y familiares y amigos comenzaron a gritar: “¡Justicia para Gaby!”.
Momentos después, personal del cementerio colocó la última corona sobre la tumba y Guillermo agradeció la presencia de todos; entonces, junto con sus hermanos y su madre, se retiraron sin hacer declaraciones.
Ernesto Pinzón Franco / Gabriel Chan Uicab (Diario de Yucatán)
