jueves , 2 mayo 2024
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Regreso a la jaula

Roger Bartra

Me temo que la ciudadanía que quiere regresar a la jaula de la melancolía nacionalista es más numerosa de lo que yo había pensado o deseado. Ello podría abrirle la puerta al populismo en las próximas elecciones. Los mexicanos que aprecian poco la democracia suelen aspirar a la regeneración de una patria mítica perdida. Es el retorno del axolote, incapaz de evolucionar, de escapar de su estado larvario, pasmado y concentrado en la regeneración de sí mismo. Describí esta condición propia del autoritarismo y del atraso mexicanos en mi libro La jaula de la melancolía.

El axolote es famoso entre los biólogos por su extraordinaria capacidad de regeneración: no sólo regenera la pata cortada o la cola perdida, sino también porciones dañadas del cerebro o el corazón. Por ello, los científicos han buscado explicar el secreto de su enorme capacidad regenerativa. Se ha logrado secuenciar el genoma completo del axolote y se ha descubierto que carece del gen PAX3, pero sus funciones regenerativas han hallado relevo en otro gen, el PAX7. La medicina espera encontrar allí claves para estimular en los humanos la regeneración de órganos dañados.

Pero en política la regeneración es un anhelo conservador que imagina a un pueblo que soporta los males de la modernidad porque cree que puede retornar a la Edad de Oro. Se trata del edén subvertido por la mafia del poder. El retorno del axolote representa la terquedad por volver a un progreso castrado por el atraso, a un pasado donde supuestamente el pueblo vive feliz estancado en la metamorfosis frustrada. Se trata de la restauración del nacionalismo revolucionario priista, ese viejo enemigo de la democracia. Hoy ya muchos entienden que el radicalismo de Obrador consiste en un salto al pasado y que estamos ante una reacción populista conservadora. Su viraje hacia la vieja derecha priista puede regenerar el autoritarismo.

Este viraje a la derecha está atrayendo a algunos sectores empresariales que añoran la protección del gobierno y que se mueven mal en los ambientes globalizados de la economía. Para entender la gran seducción que ejerce el populismo hay que examinar también la extraña atracción que sufren los medios masivos de comunicación y las redes sociales por las noticias purulentas y amarillas que emanan del discurso lleno de necedades y baratijas del candidato del movimiento regenerador. Es un fenómeno que hemos visto en los casos de Berlusconi y Trump. Por ello resulta que la inteligencia de un líder como Ricardo Anaya es vista como un fenómeno frío e insustancial aplastado por la simpleza del tartamudeo retórico y mental de Obrador, debido a que supuestamente hay en este último un calor emocional seductor.

La atracción por el populismo proviene no sólo de la melancolía por un pasado dorado, sino además por el tedio que algunos sufren debido a la grisura de la política mexicana. Hay sectores de la clase media (y muchos intelectuales) que, aburridos por el entorno, prefieren optar por el camino que parece conducir a un proceso accidentado y lleno de sobresaltos, pero divertido y truculento. El tedio y la melancolía suelen ser emociones paralelas estrechamente ligadas que en política suelen ocasionar desenlaces malignos.

Habría que agregar la fascinación que provoca algo poco explorado: el lavado de ideas sucias y llenas de polvo típicas del viejo autoritarismo priista para convertirlas en nociones que tienen una nueva apariencia. Hay ideas que el tiempo ha corrompido pero que pueden ser lavadas y blanqueadas con el objeto de ponerlas de nuevo en circulación. Muchos viejos votantes priistas pueden quedar narcotizados por esta curiosa alquimia política. Obrador terminó su lamentable participación en el segundo debate con una de estas viejas ideas recién lavadas: “Tenemos todo lo que se necesita -afirmó- para que México se convierta en una potencia económica y sea la capital del mundo por la impartición de justicia”. ¿Barriendo la escalera desde arriba y tirando la basura sobre los que están abajo abandonaremos el atraso y seremos una gran potencia moral y productiva? Más bien volveríamos a un estancamiento estimulado por la regeneración del viejo nacionalismo autoritario. Estamos ante la amenaza de quedar de nuevo atrapados en la jaula. Espero que no sea así.

Antropólogo y sociólogo, doctorado en la Sorbona de París, investigador emérito de la UNAM, ex director de La Jornada Semanal, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, investigador honorario de Birkbeck (Universidad de Londres). Autor de La jaula de la melancolía, Las redes imaginarias del poder político, El mito del salvaje, La sombra del futuro, Territorios del terror y la otredad y La sangre y la tinta: reflexiones sobre la condición postmexicana.

Fuente: Reforma

 

 

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