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El peligro de los asintomáticos
Eduardo R. Huchim (*)
Fuente: Diario de Yucatán
Bill Gates fue el primero en ver la inminencia de una pandemia de gran letalidad, pero no fue el único. También hubo una organización que lanzó la alerta, meses antes de que apareciera el Covid-19: la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación.
En su ahora famoso discurso de 2015, conocido como el de “No habrá misiles, sino microbios”, Gates explicó que la gran amenaza para la humanidad no sería una guerra sino una pandemia. Y prácticamente pronosticó lo que hoy está ocurriendo: “Puede que exista un virus con el que las personas, estando infectadas, se sientan lo suficientemente bien como para subirse a un avión o ir al supermercado, lo cual haría que se extienda por todo el mundo de manera muy rápida”.
Y en efecto, el Covid-19 no siempre produce en el enfermo los síntomas que lo caracterizan. Ese es uno de los problemas con los que están lidiando los médicos del mundo: los contagiados asintomáticos.
Un equipo de científicos de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia realizó un estudio (https://bit.ly/3cbkuj1) que llegó a esta importante conclusión: “La explosión de los casos de Covid-19 en China fue en gran parte impulsada por personas con síntomas leves, limitados o sin síntomas”.
El estudio, cuyo coautor más conocido es Jeffrey Shaman (PhD, profesor de ciencias de la salud ambiental), fue publicado por la revista “Science” en marzo pasado (https://bit.ly/3bXV2gt).
La conclusión sobre los contagiados asintomáticos explica la insistente reiteración del llamado de la Secretaría de Salud de México a no salir de casa mientras dure la cuarentena y a observar estrictamente la sana distancia. Se trata, evidentemente, de evitar ser contagiados, pero también de que los asintomáticos propaguen el coronavirus.
La pandemia está mostrando deficiencias e insuficiencias de los sistemas de salud de la mayoría de los países del mundo, la imprevisión de los gobiernos y la necesidad de correctivos de cara al futuro, porque ante la actual pandemia ya han —hemos— sido derrotados. Habrá un momento en que el coronavirus será contenido como en China, pero las dimensiones del daño económico pueden ser catastróficas.
En México la pandemia está desnudando graves carencias. Faltan médicos, personal, instrumental, equipo y muchas cosas en nuestros hospitales. Y también faltan hospitales. Esas fallas son indignantes, sobre todo de cara a los grandes recursos que fluyeron de la mano del petróleo en los sexenios pasados, en particular con Vicente Fox, y a la asfixiante corrupción que caracterizó al sexenio de Enrique Peña Nieto.
En septiembre de 2019, la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación (GPMB por sus siglas en inglés) lanzó en su informe anual “Un mundo en peligro” una alerta que pronto se materializaría: “el espectro de una emergencia sanitaria mundial se vislumbra peligrosamente en el horizonte”. Dos meses después, el Covid-19 comenzaba a causar estragos en China.
La GPMB, creada en 2018 por la Organización Mundial de la Salud y el Grupo del Banco Mundial, llegó a la conclusión de que “el mundo no está preparado para una pandemia causada por un patógeno respiratorio virulento y que se propague con rapidez”, ello debido a las deficiencias críticas de los sistemas de salud en la inmensa mayoría de los países.
La organización emitió siete recomendaciones a los gobiernos, a organizaciones internacionales como la ONU y la OMS y a organismos como el FMI y el Banco Mundial, las cuales fueron detalladas por Rogelio Muñiz Toledo en un artículo reciente (https://bit.ly/2XoEY3g).
Humillación
Con sus efectos, Covid-19 ha humillado a grandes potencias políticas y económicas del mundo. Sus —nuestras— deficiencias e imprevisiones están siendo cobradas dramáticamente con un millón y medio de enfermos que desbordan hospitales y más de 80 mil muertos que saturan morgues y cementerios. Y en los países de América, México entre ellos, lo peor está por venir, como lo prueba el hecho de que mientras en Europa la incidencia se está desacelerando, en el continente americano sucede lo contrario.
Los gobiernos federal y estatales tendrán que ocuparse de la contención de la pandemia y de contribuir a paliar sus daños económicos. Y la sociedad mexicana tendrá que dar su propia batalla, en consonancia con las autoridades: quedarse en casa. Esto suena sencillo, pero vaya que no lo es.— Ciudad de México.
Omnia08@gmail.com
Periodista