jueves , 28 marzo 2024
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Operación Moisés, el éxodo de los judíos etíopes a Sudán

Franck Fernández Estrada *)

Fuente: Diario de Yucatán

En la historia del ser humano ha habido civilizaciones que han aparecido y que han desaparecido al cabo de cierto tiempo. De hecho, todavía los arqueólogos e historiadores siguen descubriendo civilizaciones del pasado que nos precedieron y de las que no teníamos ninguna información. Hay dos civilizaciones que han subsistido al paso de los años, de los milenios: son la civilización judía y la civilización china.

La civilización china, desde antaño, logró niveles de refinamiento no igualados en ningún lugar del mundo en ese momento. De los judíos podemos decir que, a pesar de no haber tenido una civilización tan glamurosa como la china, también han tenido una muy larga historia. Gran parte de esta historia está marcada por los éxodos de su pueblo.

Primero fue el éxodo desde Babilonia, donde fueron sometidos como esclavos por el rey babilónico Nabucodonosor. Después vino el éxodo de Egipto, desde donde los trajo a su Tierra Prometida el patriarca Moisés.

El tercero fue el éxodo del año 66 de nuestra era tras la caída de Palestina, cuando los israelitas fueron vencidos por el imperio de Roma en su lucha contra el invasor. Si algo le tenemos que reconocer a los judíos es la perseverancia en su afán de regresar y vivir en su tierra.

Hubo un hito importante en la historia de Israel. Fue la muerte del rey Salomón. El rey Salomón tuvo 12 hijos, uno de ellos fue Dan. A la muerte del rey Salomón, los hijos de Dan decidieron alejarse para fundar un nuevo reino. Partieron en dirección a Egipto, bordearon el río Nilo hacia el Sur y llegaron a las tierras que en la actualidad son Sudán y Etiopía.

También debemos recordar a la famosa Reina de Saba, quien al conocer la fama de la sapiencia del rey Salomón fue a Jerusalén a conocerlo. Cuentan la leyenda, la Historia y varios libros sagrados de diferentes religiones que, de regreso a su tierra natal, Salomé llevaba en su vientre la semilla del rey Salomón, que al nacer recibió el nombre de Menelik.

Se cuenta que Menelik más tarde regresó a la tierra de su padre, quien insistió mucho para que se quedara con él en Jerusalén. Menelik se sentía africano y se regresó a su tierra no sin antes robar el Arca de la Alianza, dejando en su lugar una réplica. En el Arca de la Alianza, entre otros objetos, se encontraban las tablas de los 10 mandamientos que había recibido Moisés de las manos de Dios. Sea de una forma o de otra, el hecho es que en Etiopía y Sudán se establecieron descendientes de los judíos.

Fue en el siglo X antes de Cristo, después de la muerte del rey Salomón, que el reino de la Casa de David se dividió en dos reinos, el Reino de Judá y el Reino de Israel. Estos dos reinos competían entre sí, incluso hubo momentos en que se hicieron la guerra. Desde su llegada a esas tierras y hasta el siglo XIX, los judíos de Etiopía vivieron aislados del resto de los judíos del mundo. Seguían los mismos ritos y costumbres de sus antecesores y los supieron conservar durante más de dos mil años. Seguían las costumbres del judaísmo del período del Primer Templo. Guardaban muchas de las festividades y rezaba tres veces al día en dirección a Jerusalén. Leyes como las del matrimonio, las del divorcio y otras se regían por las antiguas costumbres. A pesar de ello, en Israel se les llamaba flashes, es decir exiliados.Así estuvieron las cosas hasta que en 1984, fundamentalmente por la situación creada por la gran sequía en Etiopía y la severa persecución por parte del régimen comunista de Mengustu Haile Mariam que imperaba en Etiopía contra estos judíos, se planteó en Israel la necesidad de traer a Tierra Santa, la tierra de sus orígenes, a estos judíos etíopes.

El éxodo de los judíos desde Etiopía hacia Sudán fue muy difícil. Como difíciles fueron los éxodos precedentes que nos cuentan las Antiguas Escrituras. Tuvieron que caminar cientos de kilómetros, buena parte de ellos bajo el inclemente Sol del desierto, perseguidos no solo por los soldados del régimen comunista, sino también por cristianos y por ladrones que se aprovechaban de la situación. Muchos de ellos nunca lograron llegar a Sudán. Murieron en el camino por agotamiento, insolación, hambre o asesinados y encarcelados por los que los perseguían.

Los israelitas habían sobornado a dirigentes sudaneses para que permitieran un asentamiento inicial en campos de refugiados. Fueron unos 7,000 los inmigrantes judíos etíopes que de esta forma llegaron a Sudán en una operación que se llamó Operación Moisés, que duró de 1984 a 1985. Más adelante otros 5,000 judíos etíopes llegarían a la Tierra Prometida por diferentes vías.

Salieron de Etiopía en aviones cargo de una empresa belga. A ella se le contrató porque, en el pasado, habían transportado musulmanes en su peregrinación a La Meca y, de esa forma, no llamaría mucho la atención que esos aviones estuvieran en aeropuertos sudaneses, país musulmán. Para que no volaran directamente desde el Sudán hasta Israel, puesto que se descubriría la operación, tuvieron que pasar inicialmente por territorio belga, gobierno de cuyo país autorizó servir de intermediario en esta operación.

Todo cesó cuando los países árabes supieron lo que estaba ocurriendo y forzaron grandemente a Sudán para que no sirviera más en este trasiego de personas.

Más adelante de alguna forma continuó la Operación Moisés por vía marítima y también con ayuda de los norteamericanos.

Las dificultades de la huida solo fueron las primeras con las que se encontrarían estos judíos etíopes. Al llegar a Israel tampoco la tuvieron fácil. Por muchos fueron discriminados. Fueron enviados a centros de absorción y de estudio para aprender el hebreo, idioma que no hablaban estos inmigrantes. Tuvieron que enfrentarse a dificultades como la de encontrar vivienda y empleo. Ello sin contar con las importantes diferencias culturales entre la sociedad rural y tradicional en la que vivían en Etiopía con la contemporánea vida de la sociedad israelí. El rabinato de Israel incluso le exigió un proceso de conversión parcial, a pesar del reconocimiento parcial de su judaísmo.

Ahí tenemos a estos judíos etíopes que, en un nuevo éxodo, repitieron lo que nos hablan las Antiguas Escrituras. Nos hablan del éxodo de los judíos desde Babilonia y del segundo éxodo de los judíos desde Egipto guiados por el profeta Moisés.

*) Traductor, intérprete, filólogo.

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