jueves , 2 mayo 2024
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El momento de Osorio Chong Por Francisco Bustillos

Llegó el momento de Miguel Osorio Chong, el de la tomas, la dejas o la desparramas. Se quedó solo en la cúpula, a menos que a Aurelio Nuño beneficie el regreso de las centes a clases, en Oaxaca y Chiapas, a cambio de modificaciones cosméticas a la Reforma Educativa, o que un milagroso incremento en los precios del crudo, y la consecuente revaluación del peso ante el dólar, justifique la sonrisa tipo Mona Lisa de José Antonio Meade.

El Presidente Peña Nieto no parece tener a nadie más de su círculo íntimo, si acaso José Calzada, para evitar el oprobio de entregar el poder a la oposición en el 2018.

Nadie más hay en el gobierno, pero en la banca cuenta con Manlio Fabio Beltrones, capaz de pelear aun desde fuera, a Eruviel Ávila, que será un aspirante a temer, a condición de ganar el Estado de México para el PRI, y, desde luego, el líder nacional del partido en el poder, Enrique Ochoa Reza, que no parece encontrar, aún, su lugar en el espacio priísta.

Desde Manuel Bartlett no hubo otro secretario de Gobernación con el poder de Osorio Chong. Don Fernando Gutiérrez Barrios pudo sostenerse por su prestigio personal hasta que, con el pretexto de su oposición a la segunda visita del Papa Juan Pablo II, lo echaron del gabinete; en realidad lo consideraban, y él se consideraba, listo para contender por la candidatura presidencial. Para evitarlo, Pepe Córdoba le quitó el manejo de la seguridad nacional y la relación con los medios de comunicación, pero antes, Carlos Salinas envió a Beltrones a gobernar Sonora. Don Fernando se quedó sin manos.

Si se reúne en una coctelera a todos los secretarios de Gobernación panistas, incluyendo a Santiago Creel, no hacemos uno. Felipe Calderón no dio tiempo a Francisco Javier Ramírez Acuña y nunca sabremos cómo habría sido Juan Camilo Mouriño porque la tragedia le arrebató la oportunidad; no obstante, algunos priístas de alto rango reconocían su capacidad de hacer compromisos y cumplirlos.

Pecó, sin duda, de adelantar el movimiento a Gobernación y no pudo superar los contratos familiares con Pemex. De gira por la península de Baja California intentó una explicación que terminó en reclamo a los mexicanos porque para servirnos, dijo, debió abandonar los negocios y el bucólico entorno de su tierra, Campeche. Sus asesores equivocaron la estrategia, pues nadie le pidió tanto sacrificio.

Osorio Chong construyó Gobernación a pedido. Peña Nieto y el Congreso, éste a regañadientes, le concedieron el deseo. Así, lo que algunos llaman el ministerio del interior recuperó el poder: Lo que tenía hasta Gutiérrez Barrios, pero absorbió, además, el imperio edificado por Genaro García Luna en la Secretaría de Seguridad Pública.

Para atender la supersecretaría, los días de Osorio Chong se confunden con las noches; es un misterio si duerme o no. Cuando era posible comunicarse con él solía contestar mensajes a las 4 de la madrugada y a las 8 ya estaba inaugurando alguna reunión del gabinete de seguridad en una entidad federativa.

Sólo de verlo marea el organigrama de Gobernación. Por ejemplo, tiene 6 subsecretarías. De locura. Se podría decir que nunca han estado cubiertas del todo; hoy mismo permanece vacante la de Gobierno, que tenía Luis Miranda. Así permanecerá a menos que el Presidente se saque de la manga a otro mexiquense.

Como todos los caminos conducen a Roma, los problemas de cualquier dependencia del Ejecutivo Federal van a las manos de Osorio Chong, se trate de profesores, campesinos, electricistas, empresarios, grupos sociales, organizaciones feministas y de Derechos Humanos, etcétera. Él atiende a todos a través de mesas, como si fuera ajedrecista jugando partidas simultáneas.

Esta omnipresencia, su cercanía, hoy sin competencia aparente, con el Presidente Peña Nieto y la capacidad para operar en medios de algunos de sus colaboradores le permiten ocupar en las encuestas el primer lugar de los priístas, compitiendo con Margarita Zavala y Andrés Manuel López Obrador.

Pero la omnipresencia también es acompañada con cierta fragilidad, pues lo convierte en el negro de la feria. Todos le tiran a la cabeza porque le resulta imposible darles gusto. Por ejemplo, los gobernadores priístas, de los que se van y los que se quedan, se la pasan quejándose de falta de atención, sea cierto o no.

Si toma un respiro y cuenta hasta 10 para observar el entorno, se percatará de que, por fin, Gobernación puede repetir su supuesta condición de antesala de la Presidencia; la cuestión es que el gobierno y el PRI viven momentos críticos, que nadie puede negar, y si los problemas rebasan a la autoridad, la responsabilidad caerá en sus manos, sólo en las suyas; sus compañeros de gabinete harán como hasta hoy: Nadar de a muertito.

Peor aún, todo parece conspirar en contra, y en ocasiones parece que se responde mal, y de mala manera, a las dificultades.

Como cualquier político que se respete, con excepción de sus competidores al descubierto, Margarita y Andrés Manuel, dirá que no pierde tiempo pensando en la candidatura, que lo suyo es el día a día y servir al Presidente con sus mejores capacidades. No mentirá del todo, pero la inercia del puesto y sus acciones lo colocan a la cabeza de los aspirantes priístas.

La cuestión sólo se reduce a convencerlos de que es suyo y que con él pueden mantener el poder.

Nada fácil.

Fuente: http://impacto.mx/

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