Audioescándalos panistas
Antonio Salgado Borge (*)
En su famosa obra “Tartufo”, Moliere cuenta la historia de Orgón, un hombre distinguido en sociedad que, obsesionado con probar su devoción religiosa, se deja llevar por las mentiras de un estafador en el que prácticamente ve representada la encarnación de la devoción misma. A punta de engaños y sermones, Tartufo se mete a la casa de Orgón y logra que éste le transfiera sus propiedades. Este último está tan cegado que incluso acepta cederle la mano de su hija. Tartufo termina por ser desenmascarado cuando ya es demasiado tarde.
El PAN ha sido un partido de derecha tradicionalmente conservador que representa a un importante sector de nuestra sociedad. La derecha no es necesariamente sinónimo de puritanismo moral, como puede pensarse en estos días; existen en el mundo partidos y organizaciones derechistas que defienden, por ejemplo, las ideas que sustentan el liberalismo económico o versiones determinadas de democracia. Uno no tiene que coincidir siempre con ellos para reconocer que algunas de sus posiciones tienen fundamentos serios y deben ser consideradas, incuso por los sectores progresistas, en cualquier análisis que busque entender cómo mejorar las condiciones de vida en nuestra sociedad.
Sin embargo, al menos en el PAN yucateco estos grupos —que, para simplificar, llamaré a partir de ahora de “derecha moderna”— actualmente brillan por su ausencia. Los puestos de decisión de este partido están disputados el día de hoy por bandos: el de los oportunistas, muchos de quienes han incursionado en política únicamente con el fin de hacer negocios o mejorar su muy personal nivel de vida; y el de los puritanos, personas que buscan defender una visión medieval de sociedad nefasta y que poco puede motivar a los más jóvenes. Claro está, ello no priva que existan los oportunistamente puritanos o los puritanos oportunistas; pero mantengamos las dos categorías discrecionalmente seleccionadas para fines analíticos.
Los escándalos de “moches”, un sistema de desvío de recursos popularizado por el PAN nacional y sus legisladores, pero que se ha vuelto sinónimo de “mordida” o “cochupo”, han afectado severamente al PAN local porque todo parece indicar que esta práctica es más común de lo que los panistas habían reconocido. El más reciente escándalo lo ha protagonizado el senador Daniel Ávila. En unos audios dados a conocer por una organización local se escucha a este político presuntamente acordando con un constructor llamando Rosendo Ceballos, mencionado previamente en reportajes publicados en Diario de Yucatán como presunto partícipe en este tipo de corruptelas. En la llamada, grabada y difundida por una fuente anónima, ambos personajes hablan abiertamente de porcentajes que se paga a los alcaldes por obra pública y planear encuentros con políticos en campaña.
“¿Cuánto le diste?”, pregunta curioso el senador a Ceballos. Acuerdan lo que parece un enlace entre una candidata y el constructor, que Ávila sella con un “te la presento y toda la madre” —donde lo importante sería saber qué incluye “y toda la madre”—. Posteriormente se empieza a hablar de porcentajes y cifras presuntamente correspondientes a montos determinados de aportaciones de campaña, y se comenta de avances de una obra específica construida por Ceballos en la que ambos hombres se muestran interesados.
Como mínimo, el audio revelado tendría que detener, en seco, las aspiraciones de Ávila a la gubernatura. Y no porque el senador se vaya a retirar voluntariamente —cosa poco probable—, sino porque su partido no se puede dar el lujo de postular a un candidato con un tan importante flanco abierto. En este punto es preciso hacer un alto para distinguir que, contrario a lo que a algunos políticos les gusta afirmar, no hace falta ser honesto para denunciar a los corruptos. ¡Ojalá todos los corruptos se señalaran, con pruebas en la mano, mutuamente! En este sentido, la importante labor que Daniel Ávila hizo denunciando algunas de la corruptelas del gobierno de Roberto Borge en Quintana Roo tienen un valor que debe ser reconocido; pero ello no evita que con los audios dados a conocer el senador yucateco se ponga por debajo de otros impresentables del panismo —y del priismo— yucateco.
Una posible respuesta de Ávila y de un sector del PAN es hablar de la ilegalidad que implica grabar llamadas personales. Tiene toda la razón. Ojalá el senador, su grupo o el PAN mismo encabecen una investigación que nos lleve a revelar quiénes son los que emplean equipo de espionaje en Yucatán. También se atribuirá el origen de las grabaciones a enemigos políticos, cosa sumamente probable. Sin embargo, ello no cambiaría una coma de lo que los yucatecos hemos escuchado en las llamadas difundidas.
Independientemente del curso que tome este caso, el PAN yucateco podría aprovechar esta coyuntura para reconocer que a buena parte del electorado le tiene con poco cuidado la vida personal o la devoción sus militantes. La calidad moral que importa cuando se tiene acceso a recursos públicos no es la que dimana de su cercanía a sectores ultraconservadores o de su presencia dominical en la parroquia del barrio.
En este mismo espacio se ha hablado de la gran oportunidad que se ha abierto al PAN yucateco gracias al derrumbe de la popularidad del Presidente y a los triunfos electorales de este año —incluido el de Quintana Roo—. Pero esta oportunidad podría terminar en el basurero si, de nuevo, los candidatos son elegidos, de nuevo, siguiendo criterios de intereses de grupo. Y es que el PAN cometería una grave equivocación postulando a un ultraconservador recalcitrante —exactamente lo opuesto a lo que buscan los millennials—, a un cartucho quemado o a un cascarón vacío.
Probablemente algunos pensarán que es mucho pedir; que a estas alturas sería imposible para el PAN encontrar un individuo que 1) represente a la derecha más moderna, 2) que tenga un expediente limpio y 3) que pueda “conectar” con el electorado. Estoy seguro de que hay algunos panistas jóvenes —ciertamente, como es de esperarse, no ubicados en puestos importantes— que pueden cumplir los dos primeros puntos. También me parece que el tercer requisito depende exclusivamente de la congruencia del individuo postulado, de sus habilidades comunicativas y de una campaña profesional bien manejada.
Lo cierto es que las posibilidades de triunfar electoralmente del PAN dependen en buena medida de cuán en serio se tomen su papel histórico y de oposición solitaria dentro del sistema de partidos en Yucatán. Me cuesta trabajo imaginar pocas cosas tan poco atractivas para un millennial y para buena parte del electorado como la tartufería de los políticos mochos que aceptan “moches”. 2018 está a la vuelta de la esquina. La pregunta es si, finalmente, el PAN estará en la disposición de mirar hacia adelante y hacer lo necesario para desmocharse tanto de sus mochos y como de sus “mochados”. Aún no es demasiado tarde.— Edimburgo, Reino Unido.
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@asalgadoborge
*Maestro en Estudios Humanísticos con especialidad en Ética