Situación inédita
FREDDY ESPADAS SOSA (*)
Fuente: Diario de Yucatán
Faltan escasos días para que se inicie el ciclo escolar 2020-2021 en el nivel de la educación básica, según el plan de retorno a clases previsto por el gobierno federal.
De acuerdo con la estrategia que se aplicará, las actividades escolares se llevarán al cabo mediante clases que se impartirán por la televisión abierta y en diversos horarios para facilitar el acceso al mayor número posible de alumnos y alumnas.
El regreso a clases mediante la modalidad a distancia involucra a un universo nacional de 25.5 millones de alumnos de los sectores público y privado, que son atendidos por 1.2 millones de maestros y maestras en 233 mil planteles educativos del nivel básico.
Para el caso de nuestro estado, la matrícula de dicho nivel comprende 430 mil alumnos (375 mil del sector público y 55 mil del sector privado), que están en manos de 22,700 docentes (de ambos sectores) distribuidos en 3,419 establecimientos escolares.
Pues bien, como es natural, la modalidad a distancia para el regreso a clases ha generado innumerables cuestionamientos en la opinión pública y en los investigadores educativos.
Manuel Gil Antón, investigador de El Colegio de México, ha advertido lo siguiente: “¿Quién o quiénes son los sujetos que llevarán al cabo la acción? Varios canales de televisión. ¿Y qué harán? Impartir los cursos, las clases. Es, por supuesto, un dislate. Carece de sentido…El circuito es: emisor (SEP), transmisor (tele y radio), reproductor de imagen y sonido (una pantalla o aparato) y el receptor, quien está ahí, recibiendo el conocimiento que…de acuerdo con la autoridad educativa, llegará por medio de las clases que impartirán (sic) los canales. De ser así, el alcance será máximo y el aporte al aprendizaje nulo” (Revista Educación Futura, 10 de agosto).
Al abordar el complejo problema sobre el retorno a clases mediante el uso de la televisión, hay que señalar que los efectos perniciosos de la pandemia hicieron que la educación entrara en una especie de tenebroso laberinto, escenario en el que aún prevalecen la confusión, la incertidumbre y la falta de conexión directa entre sus actores protagónicos: docentes, alumnos, directivos, autoridades educativas.
Buscar alternativas viables y aleccionadoras para intentar salir poco a poco de este indeseado laberinto, constituye una ardua tarea que nos impone una contingencia sanitaria que, al parecer, se prolongará prácticamente durante todo el ciclo escolar que se iniciará el próximo lunes.
En esta tesitura, surgen legítimas interrogantes en esta angustiosa búsqueda de caminos a seguir en tanto se regresa a la anhelada presencialidad educativa: ¿Cómo pueden hacerle los docentes para mantener los vínculos con sus alumnos y con los padres de familia? ¿De qué manera pueden trabajar los contenidos curriculares programados, a fin de propiciar el logro de aprendizajes y competencias en los discentes? ¿Disponen de los apoyos que las autoridades deben brindarles para enfrentarse a éste y otros desafíos, partiendo de la premisa incuestionable de que su papel sigue y seguirá siendo esencial en el proceso educativo?
¿Cómo le harán los padres y las madres de familia para acompañar a sus hijos en sus procesos de aprendizaje por la TV, a sabiendas de que aún existe una división inequitativa en la realización de las labores domésticas y, peor aún, ante la necesidad que tienen muchos de ellos de salir a trabajar para ganar el sustento diario en medio de la crisis económica provocada por la contingencia sanitaria?
¿Les llegarán oportunamente los libros de texto a todos los alumnos? ¿Abandonarán las autoridades educativas los criterios burocráticos, patrimonialistas y obcecados en que suelen caer en su desempeño, a fin de atender sin dilación las necesidades de los docentes y directivos escolares, y así apoyar de manera expedita y oportuna la reactivación del sistema educativo?
En otro ángulo, se ha dicho con justa razón que, en tanto no sea posible regresar a la presencialidad, los recursos tecnológicos constituyen hoy por hoy los medios indispensables para retomar de manera organizada el quehacer educativo. Sin embargo, también hay que reiterar que estas modalidades no pueden sustituir las grandes bondades pedagógicas que brinda la presencialidad en razón de que ésta comprende los espacios vitales para la convivencia, la socialización y la interacción directa entre todos los actores de la educación. No obstante lo anterior, debemos ser realistas ante la situación prevaleciente y apoyar todas las iniciativas que ayuden a un mejor resultado del inminente retorno a clases.
Estamos convencidos de que la forma en que se iniciará el próximo ciclo escolar es sólo un trago amargo que tenemos que pasar; es decir, se trata de un periodo no deseado pero necesario que tenemos que transitar, so pena de caer en el pesimismo y en la parálisis que no conducen a nada fértil.
Más temprano que tarde la educación saldrá venturosa del laberinto asfixiante en el que ahora se encuentra. Sus actores podrán aspirar a todo pulmón el aire vivificante que nos brindan las instituciones con puertas y ventanas abiertas. En un ambiente de plena libertad, fluirán de nuevo la convivencia social, la construcción solidaria de saberes y la formación de mejores seres humanos. Que así sea.— Mérida, Yucatán.
canek_1999@yahoo.com.mx
Doctor en Educación. Director de la Universidad Pedagógica Nacional en Yucatán