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Según historiadores, la piñata tuvo su origen en el Lejano Oriente; se dice que su en China se elaboraron las primeras piñatas, con forma de vaca o borrego, ls que rellenaban de semillas; estas figuras se quemaban y sus cenizas se esparcían en la tierra a manera de abono. E la actualidad, es un elemento que no puede faltar en las posadas, ya que se utilizan en las celebraciones prenavideñas.
En América, los frailes la convirtieron en un objeto evangelizador al añadirles los siete picos correspondiendo cada uno a un pecado capital: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza y rellenarlas con fruta y dulces significa la gracias de Dios.
Romper la piñata con ojos vendados, significa la fe ciega, mientras que el palo, la fuerza divina, representando la victoria sobre el pecado. No obstante, con el transcurrir del tiempo la piñata perdió su asociación religiosa y ahora se le considera más un símbolo de diversión y entretenimiento.
“La piñata la compramos y la rellenamos con dulces, chocolates y paletitas, porque sí sale un poco caro y gastamos alrededor de unos mil pesos”, señaló la señora Judith M., quien salía de comprar en una tienda de dulces.
El contenido de la colación de una posada ha cambiado mucho, en algunas ocasiones se opta por rellenarlas de dulces, fruta, juguetes o globos de colores con papelitos que contengan leyendas como “Te ganaste un balón”, “Ganaste un juego de té”, para que los niños pasen a buscar en una mesa de regalos colocada a un costado.
“Me tocó la época cuando nos daban un montón de dulces en la playera o la mano; nada más estirábamos la camisa y ahí nos echaban los cacahuates, tejocotes y colaciones”, expresó el señor Esteban Salinas.
“Dale, dale, dale, no pierdas el tiro, porque si lo pierdes, pierdes el camino”, es parte de la canción popular que se entona a la hora de romper una piñata.
La piñata adquirió significación religiosa, ya que, al decorarla, se intentaba representar con ella a Satanás, a quien se atribuía el uso de máscaras atractivas para inducir a la gente a convertirse en pecadores.
