jueves , 2 mayo 2024
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La discriminación está presente entre yucatecos

Fuente: Diario de Yucatán

En términos generales, sí, los mexicanos somos racistas, pues definitivamente discriminamos con base en el color de piel de las personas, sus rasgos físicos y sus procedencias”, afirma Rodrigo Llanes Salazar, doctor en Ciencias Antropológicas.

“Particularmente, en Yucatán encontramos discriminación racista hacia la población maya, población afrodescendiente y algunos grupos migrantes”.

El investigador del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (Cephcis), en el área de antropología jurídica, señala que en el Estado la discriminación más notable ocurre hacia los mayas.

“Se les discrimina no solo por su color de piel, sino también por sus apellidos, forma de hablar y de vestir o su comunidad de origen”.

“Por lo tanto, el problema del racismo debe ser atendido en esos tres niveles: el trato directo entre personas y grupos; a nivel estructural y a nivel simbólico”, precisa.

Según explica, un acto racista directo entre personas debe denunciarse ante el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (Conapred) a fin de que éste investigue el caso.

“A nivel estructural se deben formular políticas públicas, entre ellas acciones de ‘discriminación positiva’ o ‘afirmativa’ para contrarrestar la historia de exclusión que han sufrido los grupos vulnerables, así como políticas de redistribución más amplias”, añade.

“A nivel simbólico se debe trabajar en campañas que modifiquen las representaciones y los discursos sobre los grupos discriminados de manera racista”.

Llanes Salazar indica que los tres niveles están conectados entre sí y las instituciones que forman a las personas, como la escuela, la familia y los medios de comunicación, “juegan un papel muy importante”.

“En una familia se puede decir que todas las personas somos iguales y tenemos los mismos derechos, pero si los adultos tratan de manera desigual y humillante a otros por su color de piel, comunidad de origen o posición socioeconómica es probable que las y los niños reproduzcan esas prácticas”.

El investigador aclara que racismo y discriminación no son necesariamente lo mismo. El Diccionario de la Real Academia Española define a la discriminación, primero, como “seleccionar excluyendo” y, segundo, “dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc.”.

“Tomando en cuenta la primera definición, constantemente discriminamos (por ejemplo, discriminamos al elegir frutas en buen estado excluyendo las que se encuentran en mal estado, golpeadas, podridas, etc.). El sentido que nos interesa aquí es el segundo: dar un trato desigual a una persona o colectividad por diferentes motivos. Como podemos apreciar en la definición, se puede discriminar por motivos raciales, pero también de género (por ejemplo, incluir a hombres para ciertos puestos de trabajo y excluir mujeres, personas transgénero o transexuales), religiosos (por ejemplo, incluir católicos y excluir musulmanes), entre otras posibilidades. Ahora, en el contexto de la pandemia de Covid-19, observamos discriminación negativa hacia el personal de salud”.

“El racismo”, continúa, “es un tipo de discriminación que se basa en la idea de ‘raza’ o, en términos más generales, en los atributos físicos de las personas y las ideas que asociamos con dichos atributos”.

“En México no empleamos de manera oficial la categoría ‘raza’ como sí lo hace Estados Unidos. Asimismo, desde la Revolución mexicana, el Estado mexicano ha promovido la idea de que los mexicanos somos una sociedad ‘mestiza’, producto de la mezcla de los indígenas prehispánicos y los españoles. Muchas veces se concluye que, como somos mestizos, no somos racistas”.

“Este relato es una fantasía por lo menos por dos sentidos: por un lado, excluye a muchos otros grupos que han formado parte de la historia de México, como la población afrodescendiente, china, coreana, libanesa, etcétera; por otro, a pesar de las mezclas —que son mucho más diversas que la población española e indígena—, glorificamos la parte indígena solo como un pasado prehispánico que habita en los museos, los libros de Historia y las zonas arqueológicas, y discriminamos a la población indígena actual”.

“Así que, en términos generales, sí, los mexicanos somos racistas, pues definitivamente discriminamos con base en el color de piel de las personas, sus rasgos físicos y sus procedencias”.

El caso de Yucatán

El investigador agrega que en Yucatán se observa discriminación racista hacia la población maya y a la afrodescendiente, al igual que a algunos grupos migrantes.

A los mayas “se les discrimina no solo por su color de piel, sino también por sus apellidos, forma de hablar y de vestir o por su comunidad de origen. A todo esto se suma el factor de clase socioeconómica”.

“Se comete un acto de discriminación cuando una persona insulta a otra diciéndole ‘pareces indio’ o ‘pareces de pueblo’, cuando se burla de una persona porque habla con un marcado acento maya (u ordenando las palabras de acuerdo con la sintaxis maya), cuando se excluye a una persona por su apellido o cuando consideramos que una persona con rasgos caucásicos es más bella, inteligente o capaz que una con rasgos indígenas”.

“Lamentablemente, la lista de ejemplos puede ser mucho más larga. Pero también se discrimina racialmente cuando se aplican los prejuicios anterior al interior de grupos que no se consideran indígenas. Por ejemplo, cuando en una familia de clase media o alta se considera menos valiosa a una persona que tiene un color de piel más oscura que el resto de la familia”.

“No se tiene que tratar mal a una persona de otro grupo para discriminar de manera racista, pero no debe de olvidarse que quienes más sufren la discriminación racial son los grupos más vulnerables”.

“Me parece importante señalar que la discriminación racial no solo se expresa en el trato directo entre personas, como cuando se insulta o excluye a otra persona. También existen manifestaciones estructurales y simbólicas de la discriminación racial. Al respecto, me parece útil la figura del ‘triángulo de la violencia’ que formuló el sociólogo noruego Johan Galtung. La violencia directa, en este caso los actos directos de discriminación racial, como un policía blanco golpeando o asfixiando y matando a una persona afrodescendiente, es la más visible. Es la que más indigna. Pero esta violencia directa, que es la punta superior del triángulo, es sostenida por una base conformada por la violencia estructural y simbólica, que no siempre es visible”.

“Generalmente no ‘vemos’ la discriminación racista estructural que se manifiesta en hechos como que la mayor pobreza en el Estado se encuentra en los municipios con mayor población indígena; en los índices de acceso a la educación, a los servicios de salud, etcétera; o en la distribución de los principales puestos de poder político y económico”.

“Por otra parte, la discriminación racista simbólica que se puede apreciar en las representaciones reproducidas en la publicidad no siempre es vista como discriminación. Cuando se anuncian complejos inmobiliarios de lujo en Mérida, casi siempre —si no es que siempre— figuran familias blancas. Esto no quiere decir que los diseñadores de esa publicidad sean ‘malas’ personas, pero claramente se reproduce una asociación simbólica, en donde vinculamos lujos con personas blancas y a las personas con piel de color más oscura o apellidos mayas los asociamos con personal de servicio en esos complejos inmobiliarios de lujo”.

“El racismo estructural, expresado en la desigual distribución de recursos, poder, bienes y servicios, y el racismo simbólico, que se manifiesta en representaciones y discursos sobre los grupos sociales, son la base que sostiene los actos de discriminación racial directos entre personas y grupos”.

En relación con la violencia contra la mujer en este contexto, Llanes Salazar recuerda que la población femenina sufre agresiones sin importar su condición socioeconómica, color de piel o preferencia sexual, pero “también es cierto que las mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes sufren una doble y hasta triple discriminación, por su condición de sexo, por su condición étnico-racial y por su condición socioeconómica (se puede incluir una cuarta discriminación por la condición de género, especialmente si son mujeres lesbianas, transgénero o transexuales)”.

“Ante la actual ola mundial de protesta contra la violencia racial no se debe perder de vista el problema de intersección entre ‘raza’/etnia/color de piel-sexo-condición socioeconómica. Puede que el motivo de la indignación y la protesta sea la violencia contra un hombre, pero no debe olvidarse que, por lamentable y trágico que sea el caso, solo es la punta del iceberg del racismo estructural y simbólico que sufre la población afrodescendiente en Estados Unidos o la indígena en México”.

“La actual ola mundial de protesta contra la violencia racial puede ser una oportunidad para visibilizar más la discriminación racial directa, estructural y simbólica que sufren diversos grupos en el país. Visibilizar y reconocer el problema es un primer paso importante. Me parece muy positivo que se esté hablando sobre el tema y que medios de comunicación lo estén abordando”.

“Hace cuatro años, Diario de Yucatán publicó una entrevista a la doctora Eugenia Iturriaga Acevedo, a propósito de su investigación sobre las élites de Mérida y sus prácticas y discursos racistas hacia la población maya. La entrevista generó una acalorada polémica y muchas personas respondieron que no había racismo en Yucatán. Creo que ahora ha cambiado un poco esa percepción”.

“Pero, más allá de visibilizar y reconocer el problema del racismo, es importante que se formulen agendas y demandas más específicas. Un buen ejemplo es la película ‘Roma’, que fue utilizada por organizaciones a favor de los derechos de las trabajadoras domésticas y se logró incidir en legislación sobre la materia”.— Claudia Sierra Medina

De un vistazo

Motivos

El investigador Rodrigo Llanes Salazar explica que se puede discriminar por motivos raciales, pero también de género (incluir a hombres para ciertos puestos de trabajo y excluir mujeres, personas transgénero o transexuales) y religiosos (incluir católicos y excluir musulmanes), entre otras posibilidades.

Punta del iceberg

“Ante la actual ola mundial de protesta contra la violencia racial no se debe perder de vista el problema de intersección entre ‘raza’/etnia/color de piel-sexo- condición socioeconómica”, considera. “Puede que el motivo de la indignación y la protesta sea la violencia contra un hombre, pero no debe olvidarse que solo es la punta del iceberg del racismo estructural y simbólico que sufre la población afrodescendiente en Estados Unidos o la indígena en México”.

En la pantalla

La película “Roma”, de Alfonso Cuarón, “visibilizó el problema del racismo contra la población indígena y, particularmente, las trabajadoras domésticas”.

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